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Historia de Reynosa: Etnias de los pintos

En 1747, José de Escandón decía que ninguno de los indios de San Fernando pudo decirle qué tan lejos se encontraba el río San Fernando del río Bravo, ni pudieron proporcionarle guías que conocieran una ruta hacia el norte, rumbo al último afluente

Interpretación de tatuajes en indígenas costeros de Texas, según fragmento de la pintura del artista Frank Weir.Historia de Reynosa: Etnias de los pintos

El nombre de “pintos” parece haber sido aplicado por los colonos novohispanos a dos grupos étnicos separados y distintos en la Llanura Costera del Golfo de México, en lo que era el territorio del Nuevo Santander (el actual Tamaulipas) durante el siglo XVIII. Cuando estos grupos indígenas fueron vistos por primera vez bajo sus condiciones nativas, ocupaban áreas cercanas al litoral costero, uno de ellos asociado con la parte baja del río San Fernando y la otra con la del río Bravo. 

Los dos grupos étnicos fueron aparentemente llamados “pintos” debido a que iban tatuados o pintados. Son pocas las fuentes que se refieren a los antiguos habitantes y que hacen mención a los tatuajes o pinturas. El estilo del tatuaje de ambos grupos probablemente no era el de los indígenas conocidos como “borrados”, un nombre utilizado en Nuevo León para referirse a indios con tatuajes elaborados que ensombrecían considerables porciones de la superficie de la piel. Los dos grupos llamados pintos ocupaban regiones separadas, no unidas entre sí y no se indica que hubiera habido contacto entre ellos.


‘PINTOS’, DEL RÍO SAN FERNANDO

En los primeros documentos coloniales, el nombre de “pintos” era frecuentemente utilizado para designar una unidad étnica que habitaba la parte baja de la cuenca del río San Fernando, que se encuentra entre la Sierra de los Pamoranes y el litoral costero del Golfo de México. Los pintos se distinguían de los otros grupos indígenas de la región como los “comecrudo”, “pamoranos”, “quedejeños” y “quinicuanes”. 

Los indios conocidos por el nombre español de “pintos”, indudablemente poseyeron un nombre nativo propio, por lo que deben a su vez haber usado nombres nativos para otras poblaciones indígenas. En cualquier caso, ningún nombre nativo se ha identificado con la designación en español encontrada en los documentos de la época colonial.

Los pintos del río San Fernando eran conocidos en el Nuevo Reino de León, antes de que fueran encontrados en sus propias tierras por José de Escandón en 1747. Durante la primera mitad del siglo XVIII, se registraron como uno de los innumerables grupos indígenas de la frontera oriental que atacaban los poblados del Nuevo Reino de León a lo largo de las vertientes orientales de la Sierra Madre entre Cadereyta y Linares.

Algunos de ellos habían sido persuadidos inclusive para entrar a la misión de San Cristóbal de Hualahuises, la que se hallaba al norte de Linares y en uno de los altos tributarios del río San Fernando. Pero los documentos establecen que los pintos vivieron en el área baja del río San Fernando, probablemente no lejana a la costa.

En 1747, Escandón encontró cuatro grupos indígenas, conformados por 150 familias, sobre el bajo río San Fernando, justo al occidente de las Salinas de la Barra, en una serie de lagunas saladas cercanas a la costa. Estos cuatro grupos – pamoranos, pintos, quedejeños y quinicuanes – vivían juntos y en la misma área; pero a corta distancia vivía un quinto grupo, los comecrudo. Los cuatro grupos asociados, aparentemente a causa de necesitar protección de sus enemigos, los bocasprietas, solicitaron que se estableciera una misión entre ellos.

En 1749, Escandón se hallaba de nuevo en la parte baja del río San Fernando y notó que los pintos acampaban en un ojo de agua o manantial adyacente al arroyo Chorreras, no lejos de su confluencia con el río San Fernando. Fue por este tiempo, cuando los frailes establecieron la misión llamada Cabezón de la Sal, para los pintos y otros indios del bajo río San Fernando. 

La secuencia histórica de esta misión puede ser trazada a través de numerosos documentos. Al año siguiente, 1750, Escandón indicaba que 101 pintos (veintiuna familias) se habían congregado en la misión. En 1752 el fraile Silva notó que, una creciente del río San Fernando había dañado el canal de riego de la misión y los campos de cultivo, y que los pintos y otros indios se hallaban fuera en el campo, cazando y recolectando en busca de alimentos.

En 1757, el bajo río San Fernando fue visitado por Agustín López de la Cámara Alta y por José Tienda de Cuervo; sus reportes contienen observaciones generales acerca de las poblaciones de los indios locales y sus culturas. Informaban que la misión Cabezón de la Sal se había establecido en tierras dentro del territorio de los pintos. Para entonces el número de pintos que vivían en el área oscilaba entre ochenta y noventa y tres individuos.

Lino Nepomuceno Gómez se refería a la presencia de los pintos en la misma misión en 1770, para aquel tiempo la misión era también conocida como Nuestra Señora del Rosario. Dos años después, el Conde de Sierra Gorda, Manuel de Escandón, mencionó que pintos y tanaquiapemes se hallaban viviendo en la misión, con una población combinada de cien individuos. En 1773, Vicente González de Santianés reportaba que los pintos ocupaban la misión sólo de forma esporádica. 

Poco antes de 1774, la misión Cabezón de la Sal fue abandonada por sus misioneros;  en ese año se dijo que los pintos habían solicitado al gobierno cambiarse a otra localidad. Algunos pintos del bajo río San Fernando, llevaron a sus niños al poniente para que fueran bautizados en la iglesia parroquial de Cruillas.

Más tarde, los pintos pidieron al gobierno provincial que los cambiara a la villa de Burgos, al norte de la Sierra de San Carlos, pero no se tomó ninguna acción. Los pintos, quienes para este tiempo eran considerados como uno de los grupos indígenas más pacíficos de la provincia, continuaron quejándose ante el gobierno acerca de su aislamiento.

No fue sino hasta después de 1790, que se hizo algo por los pintos y otros grupos indígenas del bajo río San Fernando. Alrededor de 1792, la mayoría de estos nativos fueron trasladados a la remozada misión Helguera en Palmitos, cerca del moderno Jiménez, Tamaulipas. Se ignora qué tanto tiempo permanecieron los pintos en la misión Helguera, pero es evidente que la mayoría de ellos eventualmente regresaron al bajo río San Fernando. Hay referencias de ellos en diversos documentos de los inicios del siglo diecinueve, el último fechado en 1818.


PINTOS DEL BAJO RÍO BRAVO

El nombre pintos no estaba incluido en la larga lista de grupos indígenas registrados por José de Escandón en 1747 para el área del delta del río Bravo. Es posible que el nombre hispano de pintos se refiriese a uno o más de los nombres originales de esa lista, porque en 1750, Escandón se hallaba en Reynosa y se refería a los pintos como uno de los grupos indígenas que vivían en su vecindad. Estos pintos, decía Escandón, habían nacido y se habían criado en el lado norte del río Bravo; también informó poseer una población de cuarenta y un indios (dieciséis hombres, veinticinco mujeres y niños). Más tarde, en 1753, cuando Escandón regresó a Reynosa, mencionó de nuevo a los pintos como habitantes de su vecindad.

  • Los pintos figuran mayormente en los documentos españoles de 1757. José Tienda de Cuervo notó que los pintos del norte del río Bravo venían a Reynosa (en la actual Reynosa Díaz) a comerciar con colonos. Agustín López de la Cámara Alta registró a los pintos, morando como a 26 km de Reynosa, dentro del delta del río Bravo. Su mapa de 1758, muestra a los pintos en el lado norte del río Bravo, aparentemente en lo que es ahora el oriente del condado de Hidalgo, Texas.

Evidentemente, algunos pintos se hallaban aun viviendo al norte del río Bravo en 1780, cuando Domingo Cabello los anotó entre los indios que vivían cerca de la costa entre el río Bravo y el Nueces. Durante los últimos 30 años del siglo XVIII, la mayoría de las referencias acerca de los pintos los relacionan con el área inmediata a Reynosa o con su misión San Joaquín del Monte. Es de interés notar que ninguno de los pintos fue identificado como habitante del río Bravo arriba de Reynosa.

Después de 1800, hay numerosas referencias de los pintos sobrevivientes, principalmente cerca de Reynosa. A veces, algunos de ellos fueron identificados como carrizos. Probablemente los últimos pintos fueron anotados por John Wesley Powell, quien notó que en los registros inéditos de Albert S. Gatschet de 1886, que mencionan a dos mujeres pinto viviendo en La Bolsa, en el río Bravo, a mitad del camino entre Reynosa y Matamoros.

En 1886, Gatschet obtuvo una larga lista de palabras de los comecrudo que vivían en Las Prietas cerca del sitio de la antigua Reynosa. Sus informantes comecrudo, le dijeron que los pintos ya habían desaparecido, pero que habían aparentemente hablado la misma lengua que los comecrudo. Pero los informantes de Gatschet pueden haberse referido a sobrevivientes de los pintos que, habían abandonado su propia lengua y utilizado la de los comecrudo.

Hay, sin embargo, evidencia circunstancial que sugiere que los pintos del bajo río San Fernando, no hablaban la misma lengua de los pintos del bajo río Bravo. En 1747, José de Escandón registró la siguiente información, donde decía que ninguno de los indios de San Fernando, incluyendo a los pintos, pudo decirle qué tan lejos se encontraba el río San Fernando del río Bravo, ni pudieron proporcionarle guías que conocieran una ruta hacia el norte, rumbo al río Bravo.

Seis indios del río San Fernando acompañaron a José de Escandón al norte hacia el río Bravo, y cuando se llegó a ese río, los indios fueron incapaces de servir de intérpretes. Esto parece indicar que los indios del río San Fernando no hablaban la misma lengua que los indios del río Bravo que se encontraron con Escandón. Esto sugiere que tal vez había una frontera lingüística entre las dos cuencas.

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Fragmento de plano (1889) de la cuenca del río San Fernando (Conchas o Conchos).

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Mapa de la extensión del delta del río Bravo, donde habitaron los pintos en este afluente.