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La Piedra que Ahoga

Una de las historias de misterio contenidas en el libro "Leyendas de Reynosa" se conoce como "La Piedra que Ahoga"

La Piedra que Ahoga

El Mañana / Staff.- Una de las historias de misterio contenidas en el libro "Leyendas de Reynosa" escrito por Cesar Humberto Issasi Cantú (qepd) se conoce como "La Piedra que Ahoga".

Y habla de la historia que le ocurrió a Arcadio Gutierrez, quien venia del rancho "El Tenedor" para visitar a su novia Ludivina.

LA HISTORIA

Montado en su caballo Arcadio, recorría el camino, cayendo la tarde y dando paso a las primeras sombras nocturnas, cuando de pronto su corcel reparó asustado por una víbora de cascabel, tumbando de su montura a su jinete y huir despavorido.

  • Arcadio pensó que podría seguir a píe su camino a su destino, caminó por varias horas y aun cuando creía otear el caserío del poblado, nunca llegaba o se acercaba lo suficiente. Agotado decidió sentarse y recostarse para descansar y tomar fuerzas para continuar, pero finalmente el sueño lo venció y fue hasta el amanecer, cuando volvió de su letargo.

En forma errática y abrumado por lo que creyó fue una pesadilla, en donde sentía una fuerte opresión en su pecho, siguió caminando, con cierto miedo, después de varias horas más, tuvo pensamientos de volver a perderse, pero para su suerte pudo llegar a una casa en la vereda, en donde fue alimentado, cobijado con más seguridad. Y su mente seguía obsesionada con el sueño tan vivido que había tenido la noche anterior.

No pudo más y decidió contárselo al viejo Valeriano Guerra, quien después de escucharlo le dijo a Arcadio, que sin duda alguna había dormido sobre la piedra de lo que fue el antiguo cementerio de Reynosa Díaz, el cual- se decía- y nadie sabía los motivos, aquellos que se quedaban dormidos, eran atormentados por las almas en pena de los difuntos que abrían sus tumbas y salían al exterior, causando una opresión en su pecho, como resultado de las lapidas de sus sepulcros que echaban encima de los desafortunados.

El viejo Valeriano le dijo a su invitado, que ya había tenido conocimiento de otros testimonios similares. Se contaban historias de personas que eran asustadas por apariciones fantasmales y que los llenaban de miedo.

Durante muchos años más, siguiendo ocurriendo tales episodios, hasta que una inundación que desbordó el Rio Bravo, se "comió" ese terreno abandonado que alguna vez fue el cementerio de Reynosa Díaz y nunca más se supo más de este.

El viejo aconsejaba a los viajeros, a que nunca por ningún motivo en su camino por las noches de luna se detuvieran a descansar y menos a dormirse en medio de la nada, pues tal podría ser su mala suerte de volver a dormir en el antiguo cementerio y recibir la visita de los fantasmas de difuntos del pasado.



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