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Dolor de todos

​No existen palabras exactas para describir el dolor, de ahí la dificultad para entenderlo cuando no se padece en carne propia.

Sin embargo, plantea el doctor Arnoldo Kraus, esto sucede por la incapacidad de sentir empatía con el sufrimiento ajeno, pues el dolor es un fenómeno universal, aunque la causa sea diversa.

Dolor de todos

Se conocen esos dolores, señala, pero se ignoran cuando no es el propio corazón el que sufre, ni la propia cara la que se transforma, ni el estómago de uno el que no ha comido.

Las afecciones del cuerpo causan un dolor individual, explica, mientras que la pobreza, la desigualdad y la violencia son enfermedades del mundo que generan otro tipo de dolor: el dolor (que debería ser) de todos. 

"Hablo del dolor de no tener techo, de ser refugiado, del dolor de tener una gente desaparecida. Si en México no para el maltrato y los asesinatos, algo tenemos que hacer para mejorar eso", dice en entrevista.

¿"Algo", como qué? En su más reciente libro, Dolor de uno, dolor de todos (Debate), propone desarrollar una escuela del dolor, una especie de enseñanza de vida que permita a las personas ser empáticas con el dolor de un solo hombre y hacer frente a las problemáticas que provocan grandes pesares colectivos.

"Es tratar de sensibilizar desde pequeños sobre qué es lo que le sucede a tanta gente que tiene diferentes tipos de dolores", explica, "si se crease esa conciencia desde la niñez, podría modificarse un poco la enfermedad del mundo". 

Una opción del autor para lograr ese objetivo es que la materia de ética se imparta en todos los grados académicos.

"Si debería existir una materia que se diese de primero de primaria hasta doctorado, es la materia de ética. Ética laica, no ética religiosa".

Con esa propuesta, Kraus eleva el debate sobre el dolor del terreno personal del enfermo al filosófico. De hecho, su libro, asegura, no está escrito sólo con conocimiento médico: reflexiona desde la filosofía y la sociología, de Nietzsche a Foucault.

Kraus, quien deseó ser guerrillero en su juventud para luchar contras las desigualdades, ahora pelea desde otra trinchera: brinda atención médica a personas de escasos recursos y busca aliviar el sufrimiento del paciente.

Aunque el dolor es útil porque sensibiliza, transforma y cuestiona, afirma, el médico no debe rendirse ante él. Tal vez no logre que desaparezca, pero puede aliviar si ayuda al enfermo a expresar lo que siente o si consuela a quien sufre.

¿O a caso alguien no ha percibido el poder terapéutico de las manos cuando tocan o se pasean sobre el cabello de una persona enferma o triste?

El también articulista concluye con uno de los motivos que lo llevaron a escribir sobre el dolor: admira a quienes han estado al borde de la muerte y han sobrevivido.

(Agencia Reforma)




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