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Bicentenario del arribo del General Xavier Mina al Nuevo Santander, abril 1817

(Segunda parte de dos)

Fray Servando Teresa de Mier en su décima declaración al Santo Oficio, menciona que antes de que empezara el viaje desde Galveston para el Nuevo Santander, por poco la expedición libertadora de Martín Xavier Mina se encontró a punto de fracasar. Estando Mina en un viaje en Nuevo Orleans, el pirata francés Luis Michel Aury “determinó mudar el establecimiento a la bahía Matagorda, debido al que el puerto de Galveston era muy malo, donde había perdido tres o cuatro barcos”.

Bicentenario del arribo del General Xavier Mina al Nuevo Santander, abril 1817

Ya había embarcado todo, cuando le pidió al Coronel Henry Perry con sus 80 soldados angloamericanos se preparasen también; pero éste se negó porque era seguidor de Mina. Aury lo quiso prender, pero Perry le presentó batalla, sucediendo que 110 de los 130 hombres de Aury se pasaron al bando de Mina. A Aury no le quedó nada más que acogerse, reconociendo a Mina como general, así como lo hizo el Coronel Perry. El Coronel Mariano Montilla quedó como jefe del Estado Mayor de la expedición de Mina; las barracas en Galveston fueron quemadas por Montilla el 18 de marzo de 1817. 

El Coronel Perry era un experimentado filibustero que había peleado en Texas a lado del insurgente tamaulipeco José Maximiliano Gutiérrez de Lara, en Goliad y en las batallas del Alazán y Medina en las inmediaciones de San Antonio (1812-1813).

Fue en el momento de hacer vela cuando Xavier Mina arribó de Nuevo Orleans a la Bahía de Galveston, con Anselmo Hinojosa, un paisano originario de Santander (Jiménez) y vecino de Soto la Marina, quién había dejado la provincia del Nuevo Santander en tiempos de don Miguel Hidalgo (1810). Fue por este personaje que se planeó el desembarco en el río Santander o Soto la Marina. Aury quedó al mando de la flotilla naval que llevó las tropas de Mina.

 El desembarco en Soto la Marina

Después de “hacer aguada” en el río Bravo, donde se ahogó Dallares y un artillero angloamericano, la flotilla desembarcó entre el 15 y 21de abril de 1817 (la fecha depende de la fuente documental que se consulte) en la desembocadura del río Soto la Marina. El poblado de este mismo nombre se había movido tierra adentro para entonces, 15 y 18 leguas de la embocadura del río, el cauce era poco navegable, además porque llegaron en tiempos de sequía. 

El ejército de Mina apenas pasaba de los 300 hombres; en la flotilla venían varias mujeres con los corsarios; pero en Soto la Marina desembarcaron dos mujeres de Texas, madre e hija y dos niñas chicas, relacionadas con el Mayor Gordon. También descendió una francesa de 54 años de edad quién traía una esclava negrita de corta edad. 

Xavier Mina desembarcó en Soto la Marina la primera imprenta que se conoce en esta identidad, que la traía desde que había salido de Inglaterra. El primer impresor fue J. Samuel Bangs, originario de Boston.  Ahí, en abril y mayo se imprimió el Boletín I de la división Auxiliar de la República Mexicana y una proclama de Mina.

El comodoro Aury se dio a la vela en su escuna, llevándose la mayoría de las embarcaciones, quedando solo la Cleopatra, el Neptuno y la Elena Tooker cerca de la desembocadura. El Neptuno, un viejo barco que servía de almacén, se le echó en la arena para descargarlo y después desbaratarlo para aprovechar su madera. En la mañana del 17 de mayo aparecieron los buques realistas enviados por el virrey desde Veracruz (la fragata Sabina y las escunas Belona y Proserpina). La expedición de Mina siempre estuvo monitoreada por las fuerzas de la Corona, desde que salió de Inglaterra. 

La Elena Tooker levó anclas y fácilmente logró escapar por la superioridad de su navegación. La Cleopatra fue abandonada por su tripulación, echándose en botes, pasaron a tierra, llevando la noticia a Soto la Marina. En la embarcación quedó solamente un gato, estaba completamente vacía. La fragata Sabina le disparó dos andanadas dejándola casi deshabilitada, contaba William Davis Robinson que unas horas después le prendieron fuego. Los marineros realistas trataron de desembarcar, pero al observar las tiendas de campaña en la costa procedieron prudentemente reembarcarse y conformarse con anunciar el triunfo logrado.

El Fuerte

Mina supo desde principios de mayo que el Jefe Joaquín de Arredondo juntaba todas las fuerzas de la Comandancia de las Provincias Internas para venir a enfrentarlo desde Monterrey, por lo que decidió construir un pequeño fuerte, a fin de proteger su almacén y sus tropas. El sitio que escogió se encontraba al este del poblado a la orilla del río. En el fuerte trabajaron algunos cincuenta hombres, gente pobre del lugar que lo hacían para comer. La obra, hecha con tierra, estaba al mando del capitán de Ingenieros, Regal. Ya terminado el fuerte instaló cuatro carronadas de los buques, piezas de campañas y obuses. 

En él se instalaron dos morteros de once pulgadas y media, gran cantidad de municiones y parte de los pertrechos del Neptuno, encerrándose algunas provisiones. El Padre Mier decía que estaban bastante desprotegidos por el lado del río.

El fuerte quedó custodiado por unos 113 hombres bajo el mando del catalán, Mayor José Sardá, mientras que el General Mina pasó a internarse con 308 hombres en el interior de México. Las tropas de Arredondo aparecieron el día 11 de junio de 1917, las cuáles sumaban más de 1,200. Entre los días 12 y 14, mantuvieron fuego sin hacerle daño notable al fuerte. 

El poblado de Soto la Marina fue quemado y destruido; a las tres de la madrugada del día 15 empezó el bombardeo, quedando la guarnición al amanecer entre dos fuegos, expuesta a su destrucción. Un pequeño grupo de sobrevivientes luchó hasta capitular honrosamente ante Joaquín de Arredondo, pero fueron enviados prisioneros a San Juan de Ulúa. 

El padre Mier se fue a vivir en casa de uno de sus primos, don José Cisneros, cuando llegó a Soto la Marina. El padre intentó convencer al Comandante de la región, Felipe de la Garza, se pasara al bando de los insurgentes. Durante el fuego estuvo escondido con unas familias que apoyaron en la construcción del fuerte, escondiéndose dentro de un pozo que preparó.

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Henry Perry con un grupo de cincuenta angloamericanos decidieron abandonar la causa, cuando Mina pensaba salir para el interior del país, casi a dos meses del desembarco. Éstos viajaron hacia Texas guiados por un paisano de Camargo; serían confrontados por tropas realistas cerca de la Bahía del Espíritu Santo, en Texas, donde la mayoría perecería.

Otro pequeño grupo encabezado por Vicente Travieso, descendiente de los fundadores canarios de San Antonio, sería terminado en las inmediaciones de la Sal del Rey, al norte de Reynosa.

El 30 de mayo de 1817, el alcalde primero de Reynosa, Felipe Antonio Albarca, copió y reenvío el oficio mandado el día anterior por el alcalde primero de la congregación del Refugio (el actual Matamoros), Matías Morales, hacia todas las villas a lo largo del Río Bravo hasta Laredo. Como a las dos de la mañana le habían llegado noticias al Alcalde del Refugio, recaudadas verbalmente por el Padre de la misión de Palmitos quien le remitió también una proclama para que fuera introducida entre los adeptos de la insurgencia.

Anunciaba que las fuerzas del mar de la corona habían capturado y hundido un barco, es muy probable que fuera la fragata Cleopatra en la que viajó Mina hasta ese río. El oficio reseña la presencia de las tropas rebeldes acaudilladas por Xavier Mina en la desembocadura del río Soto la Marina. La fuerza en tierra era como de “600” de todas clases de personas, aunque se dice que estos rebeldes se hallaban con bastantes necesidades. 

El ladrón Máximo García se había introducido con los “galvestonenses” pero inmediatamente lo pasaron por las armas cuando supieron sus picardías, éste fue confesado por el Padre Mier. El documento se envió por cordillera, siendo firmado en Camargo, Mier, Revilla y Laredo.

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Martín Xavier Mina




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