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1931 El robo a dos extranjeros

Una pistola calibre .38 Smith & Wesson, una cartera y un reloj fueron hurtados a los comerciantes Luis Newman y Max Borowsky el domingo 26 de abril de ese año

VIAJEROS. Un Salvoconducto del Consulado General de Francia, para una pareja libanesa que viajó de Nueva York a Reynosa, Tamaulipas en 1919.1931 El robo a dos extranjeros

Luis Newman era originario de Terreya (sic. Tauragé) de la República de Lituania, unas de las naciones que circundaban al Mar Báltico, cuyo territorio fue codiciado y anexado en diferentes ocasiones por varios países vecinos.

Pero en ese año de 1931, Newman se encontraba avecindado en otra parte del planeta: en Ciudad Reynosa, Tamaulipas, México.

Vivía en una habitación ubicada en la intersección de las calles de Allende y J. B. Chapa, de esta comunidad fronteriza que apenas tenía cuatro años de haber sido elevada a la categoría de Ciudad.

Newman de 28 años de edad y su socio de 25, el ruso Max Borowsky, eran comerciantes ambulantes que compartían la misma habitación al noroeste de la mencionada esquina en esta ciudad.

Estos dos hombres solteros rentaban dentro de la propiedad de don Eligio Cavazos Domínguez, quien había obtenido el rango de capitán durante los enfrentamientos de la Revolución Mexicana en esta comarca ribereña.

LOS HECHOS

El domingo 26 de abril de 1931 como a las ocho de la mañana, los dos comerciantes extranjeros salieron a cobrar los abonos de sus clientes en esta ciudad, cerrando con candado la puerta de la habitación que daba por fuera al patio de la propiedad.

Cuando regresó, entre las dos y dos y media de la tarde, Borowsky encontró el candado quebrado puesto en una las armellas que cerraban la puerta.

Al entrar al interior de la habitación observó que el escritorio tenía abierto uno de los cajones, de donde faltaban un revólver 38 especial de la marca Smith & Wesson, 50 pesos, una cartera con $6.50 dólares y un reloj que antes se encontraba sobre el escritorio.

De inmediato le dio aviso del robo a don Eligio Cavazos, cuya casa compartía el mismo patio de la habitación; éste estaba dividido tan sólo por un enverjado de madera.

Se encaminó a buscar a su compañero, encontrándolo en la casa comercial de don Guadalupe Treviño Kelly.

Los dos aboneros pasaron a la Comandancia de Policía a dar parte del hecho, regresando con el cabo de la Policía Urbana, Emilio Pérez, para iniciar las indagaciones del robo, quien dio parte al Presidente Municipal.

El lituano y el ruso sospechaban que la sustracción la había hecho su ayudante Santos Ruiz, a quien por medida precautoria fue detenido en la preventiva de la Policía, como lo hacía saber el Presidente Municipal, Lauro Herrera, en un oficio con fecha del 30 de abril de 1931, dirigido al Agente del Ministerio Público, don Manuel de la Viña.

Ruiz era un joven de 15 años de edad originario de Ciudad Victoria, Tamaulipas, el cual les ayudaba a cargar los velices de la mercancía que vendían los dos extranjeros, además era el que atendía el aseo de la habitación robada.

Santos Ruiz no trabajaba los domingos con ellos por ser día franco. A Newman le contó que había estado en el patio de la casa a las ocho de la mañana el día del robo, pero el dueño de la propiedad, la cocinera Paula Hernández, el mozo de la casa Ezequiel Ramírez lo habían visto dentro del patio hasta cerca del mediodía.

Ezequiel era un joven de 19 años de edad originario de Doctor Arroyo, Nuevo León, quien ayudaba en la casa de don Eligio para subsistir mientas encontraba trabajo.

Este vio a Ruiz entre las ocho y las 11:30 de la mañana tanto en el patio de la habitación robada como en el de don Eligio, notando que se la pasaba asomándose para la calle, pero no le puso atención que andaba haciendo ni cuándo se había ido.

LOS RENTEROS

Don Eligio tenía sesenta años de edad, estaba casado con doña Isidora Cantú de Cavazos, ambos eran originarios de Reynosa; éste era el casero de los dos extranjeros.

Ese domingo salió al patio de su casa después de las 11:30 y antes de encaminarse para la calle con objeto de comprar anís para su esposa, se dirigió a hacer sus necesidades en las casitas o letrinas destinadas para los sirvientes al fondo de su propiedad.

Allí intentó de abrir la puerta, pero el joven Ruiz desde adentro le dio el cerrón, por lo que esperó a que saliera, viendo al joven cruzarse al patio de los inquilinos. Cuando regresó de sus compras, el joven ya no estaba; declaró no haberle llamado la atención por no serle desconocido, al ser este ayudante de sus inquilinos.

La señora Isidora le había pedido a la cocinera Paula Hernández que saliera al patio a atender unas gallinas; fue cuando observó al joven Ruiz en el citado patio como a las 11:30 del día y que después que se fue notó que la puerta de los quejosos estaba entreabierta, pero no sabía si tenía el candado puesto o no.

EL SOSPECHOSO

El Joven Santos Ruiz, de quien se sospechaba era el autor del robo, declaró que se dedicaba a cargar los velices a Luis Newman y Max Borowsky cuando salían a vender en la calle.

Él decía que se presentó ese domingo 26 como a las nueve de la mañana, porque el sábado el ruso le había pedido fuera a recoger una montura que la tenían prestada a un músico.

Por eso había entrado al patio a buscarlo, entrando al solar por la calle que iba al río (calle Juan B. Chapa), encontrando la casa cerrada por enfrente, sin fijarse que la puerta que daba al patio estuviera cerrada.

Pasó al escusado o retrete en el patio, donde don Eligio le sonó la puerta, saliendo después para la calle por donde había entrado al solar.

De ahí se dirigió solo para la Plaza de Toros; en las inmediaciones de este lugar participó en un juego de pelota que empezó cerca de las 11:30 de la mañana con una novena, donde conocía de vista a los jugadores apodados “Chaquetín” (Candelario García), “Chico” (Eleazar Soto) y Gonzalo (Sánchez).

Como a la una de la tarde cuando se terminó el juego de beisbol, caminó una cuadra donde presenció como espectador otro partido de beisbol, llegando alrededor de las dos de la tarde a su casa donde estaba su madre María Dolores López y su hermanita María Pilar Ruiz.

Candelario García expuso que había llegado al campo de juego como a las 11:30 y que Ruiz ya estaba allí, pues recordaba que a esa hora pasó el tren a Matamoros.

El tren llegaba a la estación a esa hora; los reynosenses de esa época basaban sus horarios con el silbido del tren, como nosotros, algunos años después, nos acostumbramos a oír el silbido de la Refinería para poner los relojes a tiempo.

Candelario García vivía enfrente de la Plaza de Toros y trabajaba en el Club Tampico Bar, tenía 18 años de edad.

EL ACORDEONISTA

Luciano Leza era un acordeonista y filarmónico de 31 años de edad de Los Herreras, Nuevo León, que amenizaba en los bailes que organizaba el señor Ortega.

El ruso le había prestado un caballo ensillado de él y su socio, por lo que desde el jueves anterior se lo había mandado pedir con el joven Ruiz, pero no encontró al filarmónico hasta el viernes.

El músico se presentó ante el comerciante esa tarde disculpándose por el caballo que lo tenía pasteando en una labor y que no se lo entregaba hasta el domingo.

Borowsky le dijo que solamente necesitaba la montura, acordando regresar al caballo cuando el hermano del músico lo trajera de la labor.

Ese domingo del robo, el joven Ruiz fue dos veces temprano en la mañana a ver al acordeonista para pedirle el caballo ensillado, que según él se lo había pedido el ruso el sábado en la tarde. Pero el músico se opuso a dárselo.

Debido a las discordantes declaraciones, el Ministerio Público por oficio se vio en la necesidad en llevar un careo entre el sospechoso Santos Ruiz y Max Borowsky.

Ambos defendieron su palabra sobre los hechos del sábado en la tarde.

Ruiz afirmaba haber recibido la orden de recoger la montura mientras que el ruso negaba haberlo visto esa tarde, por lo que el Agente Manuel de la Viña leyó a los careantes la diligencia, la cual cerró después que ambos la firmaron.

El Agente del Ministerio Público ordenó al Cabo de la Policía, Emilio Pérez, presentara el candado recogido de la puerta en el lugar del robo.

Éste fue examinado por los peritos Andrés Vargas y Alfredo Isassi, observando que el candado era chico y tenía el número 1275 y la leyenda en una plaquita que se transcribió como “YALE JUNIOR MDEI GERMANI”.

Este tenía el arpón zafado y torcido, expresando los peritos: “que para torcer el arpón seguramente se empleó algún fierro con lo que se pudo torcer dicho arpón.”

El Agente de la Viña remitió esta averiguación al Agente del Ministerio Público inscrito al Juzgado de Instancia de la H. Matamoros, Tamaulipas, para que lo asesorara en la información obtenida para determinar la responsabilidad del sospechoso Ruiz y proceder a la consignación ante el Juez de Paz de esta Ciudad.

Santos Ruiz estaba sujeto a lo que resolviera la superioridad, de lo cual quedó enterado y obligado a presentarse diariamente a esta Agencia del Ministerio Público, quedando en libertad provisional, no firmando por no saber.

Años más tarde, Max Borowsky así como Luis Newman fueron hombres exitosos en los negocios de la Calle del Comercio en Reynosa (calle Hidalgo).

El primero fue dueño del comercio conocido como “El Nuevo Mundo”.

Don Eligio Cavazos Domínguez y doña Isidora Cantú de Cavazos fueron los suegros de uno de los más importantes empresarios de Reynosa, el libanés naturalizado reynosense, Antonio Nassar Hatem, dueño del renombrado comercio el Puerto de Matamoros ubicado en la calle Morelos.

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VIAJEROS. Un Salvoconducto del Consulado General de Francia, para una pareja libanesa que viajó de Nueva York a Reynosa, Tamaulipas en 1919.

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 MISIVA. Carta dirigida a don Eligio Cavazos como veterano de la revolución solicitándole apoyo.

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HISTÓRICO. Imagen de un documento de migración en el Archivo Histórico de Reynosa.




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