buscar noticiasbuscar noticias

¿Y después de Trump?

El asalto de una turba al Capitolio el miércoles 6 ha sido visto por políticos y analistas como un punto de inflexión

San Antonio, Tx.- El “trumpismo” no inició con Donald Trump, y tampoco terminará con su presidencia. El sentimiento de agravio ante la globalización y las tendencias antimigrantes de sus votantes y facilitadores políticos llevaban décadas creciendo en el país y seguirán latentes, coinciden especialistas.

Donald Trump.¿Y después de Trump?

“Trump fue lo suficientemente inteligente para detectar que había un grupo importante de personas que estaba marginado por los demócratas”, señala el doctor Jesús Velasco, autor de La derecha radical en el Partido Republicano (FCE, 2016).

“No van a tener quizás por algún periodo a un líder tan carismático que los lleve y los impulse, pero esas personas están ahí”, señala.

A finales de 2020 parecía claro que el mismo Donald Trump sería ese líder. La prensa estadounidense reportó por meses que el presidente discutía en privado la idea de postularse nuevamente para la elección de 2024 a la Casa Blanca, algo que todavía es técnicamente posible.

Sin embargo, el asalto de una turba al Capitolio el miércoles 6 ha sido visto por políticos y analistas como un punto de inflexión.

Si bien la amenaza del terrorismo doméstico y los movimientos supremacistas lleva décadas, señala Velasco, esta vez se materializó de una forma que pone en duda el futuro político de Trump.

“Eso no había llegado a explotar de la manera que explotó”, apunta. “Era manejable, pero la crisis estaba”.

NUEVA RADICALIZACIÓN

Una parte fundamental del legado de Trump, y que incluso podría recrudecerse con su salida del poder, es el auge de grupos extremistas, alerta la doctora Sophie Bjork-James, especialista en movimientos derechistas de la Universidad de Vanderbilt.

El supremacismo blanco y la ultraderecha, históricamente latentes en el país, renovaron su fuerza durante la presidencia del republicano, señala.

“Incitar a una nueva guerra civil era una idea radical hace cuatro años, pero ahora está inspirando a una variedad de tipos de movimientos conservadores y de extrema derecha”, explica.

Bjork-James destaca dos grupos que considera particularmente peligrosos: los Proud Boys, una organización neofascista involucrada en actos de violencia política, y el relacionado a la teoría conspiracionista QAnon (según la cual hay una organización masiva de pedofilia que Trump quiere desmantelar), que incluso tiene una partidaria en la Cámara baja, la republicana Marjorie Taylor Greene.

“Las imágenes del asedio al Capitolio se utilizarán como propaganda para el reclutamiento y la movilización de grupos de extrema derecha durante las próximas décadas”, considera.

CISMA REPUBLICANO

Acusado de “incitación a la insurrección”, Trump se convirtió en el primer presidente en la historia del país en enfrentar un segundo juicio político. Si la acusación prospera en el Senado, es posible que no pueda aspirar nuevamente al cargo, aunque no existe un precedente al respecto.

La violencia en el Capitolio llevó a varios aliados del presidente a distanciarse de él, incluso los que defendieron la teoría infundada del fraude electoral, como el senador Lindsey Graham, mientras otros senadores han hablado directamente a favor de condenarlo.

El asedio provocó un cisma incluso en los republicanos de la Cámara baja, generalmente alineados al mandatario, con 10 de ellos que votaron a favor del juicio.

Pero, sin importar el futuro de Trump, los votantes trumpistas no se irán a ninguna parte. “Han recibido apoyo de la más alta esfera de poder en Estados Unidos”, considera la doctora Gabriela de la Paz, especialista del ITESM en política estadounidense y profesora en el Campus Monterrey.

“Se han sentido protegidos, se han sentido reivindicados”. Y a los republicanos les interesa mantenerlos. La jefa actual del Comité Nacional del partido, Ronna McDaniel, es una trumpista férrea que se ha negado a criticar al mandatario tras los hechos del Capitolio.

“(Trump) ha desarrollado una corriente dentro del Partido Republicano que cree más en él y en estas ideas que en los postulados del partido”, afirma De la Paz.

“Por lo tanto hace una especie de legado que para muchos se está convirtiendo en el premio a conseguir”.

DEMOCRACIA FRÁGIL

Más allá de la ideología específica de su movimiento, medios liberales estadounidenses también advierten que Trump dejará otro legado trascendente: puso a prueba el famoso sistema de “controles y balances” del país entre las tres ramas del Gobierno y mostró que no es tan difícil que el autoritarismo llegue a la Casa Blanca.

En un artículo para la revista The Atlantic, la socióloga Zeynep Tufekci alertó que “el próximo tirano estadounidense será mucho más competente” que Trump.

A diferencia de Vladimir Putin en Rusia o Victor Orbán en Hungría, asegura, el magnate tenía poco interés en manejar el país y no fue lo suficientemente astuto como para expandir su base y ganar la reelección.

“Trump hizo campaña como un populista”, apunta en el texto, “pero no tuvo el talento político o la competencia para gobernar como uno efectivo”. 

El presidente también será recordado por sus mentiras: al menos 29 mil 508 durante su mandato, según el conteo de The Washington Post. El diario abandonó el ejercicio dos días después de la elección pasada.

“La posverdad es el prefacismo, y Trump ha sido nuestro presidente de la posverdad”, advirtió por su parte el historiador Timothy Snyder, autor de Sobre la tiranía (2017), en un ensayo para The New York Times.

De momento, considera Velasco, el revés constante a Trump en las cortes federales y en la propia Suprema Corte, con una mayoría conservadora, mostraron que Estados Unidos sigue manteniendo instituciones sólidas.

“Ahora, también muestra que la democracia es frágil”, concede. “Se puede tambalear”.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD