Votan guatemaltecos entre recelo y euforia
Los manifestantes veían en el aplazamiento de los comicios su única oportunidad de hacer modificaciones en el esquema de financiación de los partidos políticos
Cd. de Guatemala, Gta.
Los guatemaltecos acuden a las urnas con una sensación agridulce en el paladar.
Decenas de miles de manifestantes que exigieron la destitución de Otto Pérez Molina por su implicación en un escándalo de corrupción vieron sus deseos cumplidos en parte cuando el ex Presidente renunció y se iniciaron las primeras audiencias en su contra.
Sin embargo, no se cumplió el otro gran reclamo que los unió durante meses: el aplazamiento de los comicios presidenciales.
“El relevo presidencial causó motivación en la ciudadanía. Lo que ocurrió en la semana es un triunfo de las manifestaciones en las calles, y eso hará que más personas salgan a votar”, explicó Óscar Vásquez, director general de la ONG Acción Ciudadana
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Sin embargo, la salida de Pérez no reconcilia a la población con la clase política, ni resuelve sus frustraciones y aspiraciones.
“La población en general ya no quiere este sistema político ni el liderazgo de los partidos tradicionales. El votante va incómodo, porque tenemos que ir a votar a la fuerza, en un marco político que quisiéramos transformar y que las leyes vigentes nos dicen que no se puede”, resumió el ex vicepresidente del país centroamericano Eduardo Stein.
Los manifestantes veían en el aplazamiento de los comicios su única oportunidad de hacer modificaciones en el esquema de financiación de los partidos políticos y de que candidatos diferentes pudieran presentarse.
En la capital, indígenas, estudiantes, colectivos de mujeres y trabajadores se congregaron en la víspera de la jornada electoral para advertir a los candidatos que se acabó la tolerancia con la corrupción.
“Vamos de luto porque consideramos que las elecciones son un proceso muerto, sin reformas y con una cantidad de gente (candidatos) involucrada en actos de corrupción y clavos (problemas) en tribunales”, dijo Isabel Juárez, del colectivo Otra Guatemala Ya.
De los 14 aspirantes a la Casa Presidencial de Guatemala, quienes lideran las encuestas no gozan de la mejor reputación: un empresario de un partido polémico y cuyo compañero de fórmula está acusado por tráfico de influencias, un humorista sin experiencia política y de una agrupación fundada por militares, y una ex Primera Dama que incurrió al divorcio con tal de lograr su candidatura.
Estos son, Manuel Baldizón, del Partido Líder, con un 24.9 por ciento de las preferencias; Jimmy Morales, del partido nacionalista FCN, con un 16.2 por ciento de las intenciones de voto, y Sandra Torres, de Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), con 14.7 por ciento.
Todos los porcentajes son insuficientes para ganar en primera vuelta -se necesita al menos el 50 por ciento de los votos-, por lo que el 25 de octubre los finalistas irían a un balotaje.
Las elecciones también se dan en un contexto de cuestionamientos contra candidatos en contienda.
La Comisión Internacional Contra la Impunidad creada en Guatemala por las Naciones Unidas indicó en julio que el 50 por ciento de la política del país está financiada por estructuras criminales, entre ellas el narcotráfico.
Así, inclusive existe el temor de que el próximo mandato podría poner fin a la campaña contra la corrupción que llevó a Otto Pérez Molina al banquillo.