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Una plaga bíblica en tiempos modernos: proteínas más caras por la peste porcina

La crisis, que ya ha supuesto el sacrificio de un millón de cerdos en China, es un serio revés para el sector cárnico

Un vendedor chino de carne en un mercado de Pekín.Una plaga bíblica en tiempos modernos: proteínas más caras por la peste porcina

En el Éxodo se relata la quinta plaga de Egipto. La peste aniquila el ganado. La ira del Señor termina con burros, vacas, ovejas, camellos, cabras. El sustento de los egipcios perece por hostigar al pueblo hebreo. Dios, escribe la Torá, protege a los justos. Desde los tiempos antiguos, esa enfermedad es una sentencia en los hombres y los animales. Sin apenas producir eco, el mundo se enfrenta a la que quizá sea la mayor epidemia de origen animal de su historia. Empezó a finales de agosto de 2018 en China. Desde entonces, Pekín intenta mantenerla bajo control, pero está fracasando. Un brote de peste porcina africana ha obligado a sacrificar al menos a un millón de cerdos. El virus se propaga por otros territorios. En mayo, Vietnam reconoció que había tenido que matar a 1,5 millones de animales para intentar detener la infección. “Y hace poco se encontró un jabalí con peste porcina en la zona desmilitarizada, pero fuertemente armada, entre Corea del Norte y Corea del Sur, algo que demuestra lo difícil que resulta detener la expansión de la enfermedad entre fronteras”, revela Maria Lettini, directora general de Fairr, una consultora de inversión respaldada por gestores de fondos que manejan 16 mil millones de dólares en activos. El brote ya es responsable de la muerte o el sacrificio de seis millones de cerdos en Asia.

Y nadie siente tanto esa pérdida como China. Es el mayor productor y también el principal consumidor de cerdo del planeta. Su piara, antes de la epidemia, era inmensa: unos 400 millones de animales. Cría el 47% de los cerdos del mundo. En toneladas, más de 54 millones durante 2018. Hoy esta fuente esencial de proteínas para 1.300 millones de personas está en riesgo. “La cabaña ha caído el 40%, lo cual ha aumentado el precio del cerdo en un 50% y forzado a China a vender 30 mil toneladas de su reserva estratégica para mantener la oferta y sujetar los precios”, cuenta Maria Lettini. Todo se complica aún más porque la cría de cerdo está repartida entre millones de explotaciones situadas en zonas remotas con escaso control sanitario. Una enorme ventaja para un virus que viaja y sobrevive en ínfimas cantidades durante largo tiempo cobijado en ropas, vehícu­los, especies, equipos, personas. Sufren los animales y sufren (aunque no se transmita al ser humano) también los ganaderos. Chen Yuan tenía 10 mil cerdos al sur de la provincia de Jiangxi y se lamenta de que ha perdido más de cinco millones de yuanes (600 mil euros) después de que su granja se infectara en junio. También le duele la memoria. “Enterramos a los cochinos que murieron en uno o dos días y tuvimos que vender los 10.000 vivos a un precio muy barato, incluidas las cerdas reproductoras y los lechones. Tengo el corazón roto”, narra en el periódico South China Morning Post.



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