Una encuesta sitúa a México entre los países que más usan cubrebocas en el mundo
Casi nueve de cada diez mexicanos utilizan mascarillas habitualmente, según datos de la Universidad de Maryland, pese a los bandazos en el discurso gubernamental sobre su efectividad
Los cubrebocas se han convertido en un objeto omnipresente durante la pandemia. Se ven en supermercados, restaurantes y el transporte público. Pese a que usarlos antes de la irrupción del coronavirus suponía recibir algunas miradas de extrañeza, ahora son la norma, sobre todo en núcleos urbanos. Ese cambio de hábitos ha quedado reflejado en una encuesta mundial elaborada por la Universidad de Maryland y la Universidad Carnegie Mellon en alianza con Facebook, que detalla que casi nueve de cada diez mexicanos han adoptado el uso frecuente de mascarillas. La cifra reportada en México es la tercera mayor de todo el continente —solo detrás de Puerto Rico (un 94,7%) y Chile (un 91,7%)— y está semana a semana en la parte de alta de una muestra que analiza más de 100 países y territorios.
Asia, donde las mascarillas ya eran habituales entre los ciudadanos que se contagiaban de enfermedades respiratorias, encabeza la lista. Taiwán, Hong Kong y Japón registran porcentajes superiores al 95% de la población y Corea del Sur, Singapur y Tailandia, arriba del 90%. La encuesta también es un botón de muestra de cómo países como Dinamarca, que ya han dado por superada la covid-19, han dejado de utilizarlos: solo uno de cada seis daneses lo usan. El levantamiento de las últimas medidas de protección en el país nórdico este mes se ha traducido en aumentos recientes de casos, hospitalizaciones y muertes por coronavirus. Suecia, donde las autoridades sanitarias fueron noticia el año pasado al cuestionar la efectividad del uso de cubrebocas, es el país con el uso menos frecuente: solo el 10% de los encuestados.
El caso de México llama la atención debido a las inconsistencias en el discurso gubernamental sobre su uso. “Usar cubrebocas tiene una pobre utilidad o incluso tiene una nula utilidad”, dijo el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el 27 de abril de 2020. El encargado para gestionar la crisis sanitaria fue tundido por las declaraciones, aunque su argumento entonces para no apostar mucho en este tipo de protección era que si el uso era incorrecto o intermitente no servía de mucho. Pese a ello, para mayo ya se había sumado el uso de cubrebocas como medida de protección oficial en el país. Las declaraciones, sin embargo, siguieron. “Algún segmento de la población pareciera persistir en la idea de señalar como si fuéramos enemigos del cubrebocas”, dijo el 28 de julio, “no es el caso”. El funcionario pidió a la población que “usen su cubrebocas” como una “medida auxiliar”, no obligatoria, que complementa al lavado de manos con agua y jabón, la sana distancia y quedarse en casa.
“El cubrebocas ayuda a que no se contagie a los demás”, señaló López-Gatell a finales de octubre de 2020, “si creemos que el cubrebocas es una barrera para protegerme a mí mismo, porque lo estoy portando, no, esa es una falsa expectativa”. Y remató: “No digo que no sirva, lo que digo es: sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desafortunadamente no sirve”. Para mayo pasado, matizó: no es que no sirvieran para no contagiarse, sino que “servían poco”. A eso se sumó la resistencia del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de no utilizarlo en sus apariciones públicas porque las autoridades sanitarias le decían que no era “indispensable”, lo que también se tradujo en críticas por el mensaje que mandaba a la población como jefe de Estado.
Este diario pidió a la Secretaría de Salud una entrevista sobre la introducción del cubrebocas al país, pero no recibió respuesta. Juan José García, especialista en Salud Pública de la UNAM, evita entrar en el terreno político, pero comenta: “Ha habido un doble mensaje en el discurso gubernamental sobre el uso de cubrebocas”. En la capital, en cambio, la apuesta y promoción del uso de mascarillas fue mayor que la del Gobierno federal.
“La mayoría de los mexicanos y en particular de los habitantes de Ciudad de México han optado por el cubrebocas como una medida preventiva y parte del kit esencial que debes tener en la pandemia, a pesar de que las señales del Gobierno y en particular del presidente fueron distintas desde el inicio”, afirma Alejandro Moreno, profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México y jefe de encuestas en El Financiero. “En Opinión Pública, sabemos que la población suele seguir muchas veces las señales de los liderazgos y en este caso no fue así”, agrega.
En la Encuesta Nacional sobre SARS-CoV-2, elaborada en 2020, el uso de cubrebocas fue la medida de prevención más utilizada, con más del 70% de uso entre alrededor de 1.000 mexicanos entrevistados. Estos resultados son consistentes con los de otras encuestas que indican que el uso masivo ha sido mayoritario en el país. El portal especializado YouGov detalló un cambio inicial: en marzo de 2020 solo un 20% usaba cubrebocas y para finales de abril ya eran dos terceras partes de la población. En ese mismo lapso también aumentó significativamente la confianza en el manejo de la pandemia por parte de las autoridades: pasó del 33% al 54%, aunque después volvió a bajar en el primer semestre de ese año, la única fotografía disponible de esa encuesta. Estos indicios apuntan a que las explicaciones van más allá de lo político.
Moreno, que ha publicado encuestas sobre las actitudes hacia la pandemia en la capital en los últimos dos años, señala que el uso frecuente de cubrebocas se ha mantenido y ha respondido a la información que hay sobre los contagios: sube cuando aparece una ola y baja cuando los casos ceden terreno. Es un termómetro de cómo la población percibe el estado de la epidemia en su entorno, sobre todo a partir de la segunda ola que se registró a finales de 2020 e inicios de 2021. Desde mayo de 2020 no ha bajado del 75% de uso frecuente, según la Universidad de Maryland.
García señala que la adopción del uso de cubrebocas puede explicarse por la imitación de ciertos patrones sociales, por imposición de su uso en algunos espacios o por el convencimiento de que sirve. “Hay que tomar con calma este tipo de resultados, yo los pondría entrecomillados”, dice el especialista. El académico es cauto y pone como matices necesarios el uso adecuado, el tipo de cubrebocas utilizado (con los distintos niveles de eficacia) y la sobreoferta de equipos de protección piratas y sin certificación.
Moreno subraya que las encuestas suelen tener limitaciones: de diseño, de alcance y metodología. Tener un reactivo que acote las respuestas a sí o no, elimina ciertos grises, como las personas que no lo usan porque no salen de sus casas. También existe un sesgo de deseabilidad social, que según el experto en Opinión Pública se da en dos vías: es más aceptado responder que se usa a que no se usa y socialmente es más aceptable usarlo que no usarlo.
“No todo el mundo en cada país o territorio tiene una cuenta de Facebook o la usa regularmente. Esto es especialmente cierto en países con poca penetración de internet”, dicen los autores de la encuesta sobre posibles sesgos de selección, aunque aseguran que se hacen las ponderaciones necesarias para tener resultados confiables. Son apenas una aproximación, pese a que acumulan 4,4 millones de respuestas de usuarios desde abril de 2020 tan solo en México.
“El cubrebocas está al alcance de cualquiera”, dice García: es barato e implica una medida de protección que no depende de los demás, como el distanciamiento y evitar aglomeraciones. Moreno señala, por ejemplo, que la gran mayoría de la gente aseguraba que su salud dependía más de los cuidados personales que de las medidas gubernamentales, al menos antes de que llegaran las vacunas. “Hemos visto una población durante la pandemia movilizada por iniciativa propia al momento de ponerse cubrebocas, lavarse más las manos, de usar gel y todo eso ha dependido más de cómo las personas perciben la amenaza que de las señales que manda el Gobierno, aunque lo que hacían las autoridades también importaba”, dice el politólogo. En el país tampoco se ha articulado un movimiento antimascarillas que realmente incida en que miles de personas no lo usen.
Los resultados de México están en línea con varios países latinoamericanos. Ningún país de Centroamérica registra cifras por debajo del 80%, tampoco ningún país andino. Brasil y Paraguay son los casos más bajos, con 78,8% y 72,2%. García comenta que su impacto en la mitigación no solo se refleja en cuanto a covid, sino también en una menor incidencia de otras enfermedades respiratorias. “Diversos países europeos y estados de EE UU están relajando su uso, eso habla de que su empleo va a irse reduciendo, pero en nuestro caso quizá se extienda un poco más y seguramente tendrá que ver con el comportamiento de la pandemia en cada región”, agrega.