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Un lustro sin avances: el fracaso en la lucha contra la desigualdad en los hogares mexicanos

Las mujeres dedican 24 horas semanales más que ellos a las tareas domésticas, una cifra que apenas ha variado desde 2014

Pasa el tiempo y la desigualdad entre hombres y mujeres se antoja inmutable en México, sobre todo de puertas adentro, en lo que concierne al trabajo del hogar, donde ellas dedican 24 horas y media más a la semana que sus compañeros. En general, las mujeres trabajan 6,2 horas semanales más, pero en las tareas domésticas la diferencia es enorme. Los cuidados de niños, ancianos o discapacitados también siguen siendo eminentemente femeninos, pues ellas duplican o triplican, según los casos, el tiempo que emplean sus parejas a atender a la familia.

Un lustro sin avances: el fracaso en la lucha contra la desigualdad en los hogares mexicanos

La desigualdad de género, es decir, los desempeños que la cultura y la tradición adjudican a las mujeres y a los varones tiene un peso desmesurado aún en la sociedad mexicana. Ello se observa con claridad cuando los resultados aparecen disgregados por la ocupación principal sean hombres o mujeres. La brecha es grande entre sexos cuando ambos trabajan fuera de casa. Ellas siguen completando su jornada remunerada semanal con otras 26 horas domésticas frente a las 11 que dedican los varones. No se sienten concernidos por las tareas del hogar, parece decir la encuesta. De ahí el alto precio que la mujer independizada económicamente está pagando.

Pero la diferencia de horas es aún más acusada cuando ambos cónyuges están en casa sin empleo remunerado. Se diría que en esa situación ellos podrían colaborar más en la limpieza o el cuidado de los niños y ancianos, pero no es el caso. Sorprendentemente, la diferencia es aún mayor, seguramente porque se da en poblaciones con menos estudios y más influidas por los roles tradicionales. La ama de casa destina entonces 32 horas de trabajo frente a las 12 del señor de la casa. ¿A qué se dedican esos hombres? Edgar Vielma, director de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, acude a una imagen clásica. “Quizá están en el sofá viendo la tele con la cerveza en la mano”, dice. “Consideran que esos oficios no son cosa suya”. O quizá trabajan en el campo para la subsistencia del hogar pero nadie les paga por ello.

Cuando los roles de género son marcados, el hombre suele considerar que su trabajo es el de proveedor, explica Vielma también, es decir, traer el sustento a casa. Si eso no ocurre, debido, por ejemplo, a una crisis económica y la pérdida de empleo, el varón traslada al hogar “su posición de jefe” o simplemente se amarga por verse emasculado y no trabajara en lo que no entiende propio de su sexo. En ambos casos la situación se complica y puede dar lugar a conflictos y violencia.

La encuesta que este jueves han presentado el Inegi y el Inmujeres se efectuó entre el 21 de octubre y el 1 de diciembre del año pasado en 26.631 viviendas y más de 712.000 personas mayores de 12 años, por lo tanto sus resultados también revelan lo que pasa entre adolescentes, jóvenes y jubilados. El ámbito físico abarca zonas urbanas, rurales y poblaciones indígenas. Los hombres declaran en su mayoría que colaboran en la casa (un 95,7%) pero las horas que dedican desinflan las expectativas: 11, 6 semanales frente a 30,8 de las mujeres. Y no hay diferencia estadística significativa con lo que ocurría en 2014.

Respecto a los cuidados de los hijos, las madres prácticamente duplican el tiempo de dedicación. Y ahora con la pandemia han añadido un nuevo oficio, “el de maestras”, ha dicho Gasman. Aunque el Inegi no ha interrogado sobre este periodo, sí hay algunas encuestas que revelan que quienes ha arrostrado con los estudios en el hogar de los niños confinados han sido, en más del 90% de los casos, las madres.

Apenas en algunos apartados en los que han sido consultados, por ejemplo en el mantenimiento del hogar, es decir, cambio un foco que se ha fundido, arreglo una puerta que no cierra bien o reparo una tubería que gotea, es donde los hombres doblan el tiempo que dedican a ello frente a sus parejas. Y en el trabajo de apoyo a otros hogares y voluntario es donde los varones cierran un poco la sonrojante brecha de la desigualdad. Pero no hay que lanzar las campanas al vuelo, porque, según explica Vielma, en ese enunciado se incluyen, por ejemplo, los traslados de los padres ancianos al médico o de los niños al colegio, justo lo que les agarra de camino al ir al trabajo. Pero la lavadora que la ponga Lupita.



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