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Pueden inscribirse desde su país

En los casos que los interesados no cumplen con requisitos para llegar como refugiados, las autoridades pueden evaluar si podrían arribar bajo otros programas legales

Alexis Llanos, de 27 años, interactúa con su hijo Alexis, de 3 años, dentro de la casa de Lehigh Acres, en Florida, a la que se mudaron en octubre de 2023.Pueden inscribirse desde su país

LEHIGH ACRES, Florida.- El gobierno de Estados Unidos trabaja junto a dos organizaciones de las Naciones Unidas: la agencia para los refugiados, más conocida como ACNUR; y la Organización Internacional de las Migraciones, OIM.

Para inscribirse, los migrantes deben responder primero a una serie de preguntas online, en el sitio web de la iniciativa. Tras pasar varios filtros de elegibilidad, sus casos son referidos a las agencias de la ONU, que hacen las primeras entrevistas y luego envían los expedientes al gobierno de Estados Unidos, que es el que decide si los aprueba o no. Aún en los casos que los interesados no cumplen con los requisitos para llegar como refugiados, las autoridades pueden evaluar si podrían arribar bajo otros programas legales temporales.

  • "Este proceso facilita y reduce los tiempos" para los refugiados, dijo Luiz Fernando Godinho Santos, portavoz de ACNUR para las Américas. "Evita que las personas tengan que hacer estos movimientos por toda la región y permite que muchos de ellos puedan accesar estas vías legales desde los países en que se encuentran".

Jefferson Castro, el venezolano que le contó a Llanos sobre la existencia del programa, también se inscribió para inmigrar a Estados Unidos legalmente desde Colombia, donde permanece desde que salió de Venezuela en 2018 por amenazas policiales.

Tras varias entrevistas con funcionarios de la ONU, en septiembre viajó nueve horas en autobús desde Medellín a Bogotá con su esposa y sus dos hijos de 8 y 4 años para más entrevistas con funcionarios estadounidenses, exámenes médicos y cursos de inmersión cultural.

Estuvieron al menos nueve días en un hotel de Bogotá y finalmente se enteraron que otras tres familias que habían viajado con ellos desde Medellín habían sido aprobadas. Castro pensó que ellos también serían aprobados, y vendió la heladera, las camas y la motocicleta que usaba para trabajar haciendo entregas a domicilio. 

"Me quedé sin trabajo, sin dinero, sin respuestas", manifestó Castro, de 28 años, en una reciente entrevista telefónica con la AP desde Medellín.

A finales de diciembre, después de cerca de tres meses de no recibir ninguna comunicación, finalmente le llegó un mensaje de correo electrónico avisándole que estaban aprobados. Les queda, sin embargo un obstáculo por sortear: le requieren que tramite el pasaporte de su hija colombiana y él asegura que no tiene los 100 dólares que necesita para cubrir los costos.

"¿Cómo puedo tener fe sin trabajo? ¿Cómo saco el pasaporte si no tengo dinero?", se preguntó Castro. "No sé qué hacer".

Algunos activistas de inmigración dicen que el programa puede ser confuso, que no hay suficiente información y que tampoco está disponible para la mayoría de los migrantes. En Colombia, por ejemplo, sólo pueden aplicar los cubanos, haitianos y venezolanos que ya estaban en ese país el 11 de junio o antes.

Aún así, es un buen comienzo. Y las familias que son aprobadas para llegar como refugiadas a Estados Unidos, cuentan con la ayuda de una organización no gubernamental que las asiste con su reasentamiento en Estados Unidos.

"Sin dudas es un paso en la dirección correcta en términos de proporcionar a las personas mecanismos para buscar asilo de manera segura en lugar de depender de coyotes y emprender un viaje peligroso desde donde quiera que viajen hasta la frontera de los Estados Unidos", dijo Lee Williams, director de programas del Lutheran Immigration and Refugee Service, el Servicio Luterano de Inmigración y Refugiados.

Al igual que los Llanos, el venezolano Adanny Hurtado y su familia llegaron en octubre. Están viviendo en Houston, Texas, en una casa de dos dormitorios cuya renta paga una organización no gubernamental que también los ayuda con los alimentos y trámites para permiso de trabajo. Hurtado ya trabaja como soldador y su esposa como asistente al cliente en Walmart, mientras los dos niños, de 5 y 9 años, acuden a la escuela pública.

"No lo puedo creer todavía, pienso que no es real, a veces me paro y no puedo creer que estoy aquí en Estados Unidos", dijo Hurtado, de 29 años. "Movilidad Segura fue la mano que me tendió Dios".

Llanos y su familia pasaron semanas de incertidumbre en Colombia sin saber si serían elegibles para llegar legalmente a Estados Unidos. La noticia les llegó tras sus últimas entrevistas, después de 10 días en un hotel en Bogotá. La espera, no obstante, fue menor que la de otros.

"No supimos la respuesta hasta el último día", aseguró Llanos. La familia vendió sus pertenencias y con la ayuda de los servicios luteranos de inmigración llegaron a Lehigh Acres, una pequeña población en el area de Fort Myers, a unos 225 kilómetros (140 millas) al noroeste de Miami.

Ahora viven en una casa de dos cuartos en una calle tranquila donde ya están haciendo nuevos amigos.

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Diomaris Barboza peina a su hija Alexa, de7 años, mientras su hijo Alexis, de 3 juega en la casa.



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