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¡Terror de los cuadriláteros!

El Infernal nunca pasa desapercibido porque entiende que los rudos son la pimienta en la lucha libre.

El Infernal lleva 16 años sembrando el terror en los cuadriláteros de Reynosa, en la esquina de los rudos.

¡Terror de los cuadriláteros!

La pandemia le marcó el alto a sus planes. En su momento tuvo una encarnizada rivalidad con el Puma, luego vinieron tremendas batallas contra Imagen II y Maldición. Ahora espera con ansias el retorno a los encordados para acabar con todos los que se le atraviesen.   

“Extraño todo, las mentadas, el ambiente, los golpes, estamos esperando en Dios que se quite esta pandemia, todos estamos necesitando volver y yo tengo muchas ganas de poner en su lugar a varios técnicos, que se agarren todos los habidos y por haber, novatos, consagrados, estrellas, estoy listo para el que sea”, afirma el enmascarado. 

El Infernal no pertenece a ninguna dinastía. Son casi dos décadas de trayectoria y solito se ha ido ganando el respeto.   

“Estamos haciendo nuestro propio nombre, nunca necesité depender de alguien, no soy el hijo de …  ni el familiar de, mi nombre va creciendo y esperemos en Dios seguir en el gusto de la gente, por ahí alguno de mis hijos podría continuar con el legado”, dice con orgullo.  

Su máscara es lo más preciado y recuerda aquella lucha de apuestas en la que ganó la tapa de Yamazaki, además tiene anécdotas contra luchadores consagrados.

“Me enfrenté por el Campeonato Mundial Semicompleto al Huracán Ramírez Jr en la Arena Coliseo, un empate dudoso, luego en la revancha perdí en Nuevo Laredo, he viajado por todo el norte del país luchando en diferentes plazas y muchas veces me tocó abrir las funciones de las grandes estrellas”, relata.   

SUS INICIOS

Por sus venas no corre sangre de luchador, pero en su vida hubo momentos que lo marcaron y que le indicaron el camino correcto.  

“Mi papá tenía muchos conocidos luchadores y todo el tiempo se hablaba de eso en casa, el Pulpo Rojo de Río Bravo nos invitó a una lucha en la que perdió la máscara en la Plaza de Toros de Reynosa, yo entré al camerino con él cargándole la maleta, el Mago fue otro luchador que me regaló su máscara firmada y se tipo de detalles me atraparon”, relata. 

Maestros ha tenido muchos y hasta la fecha sigue aprendiendo de sus compañeros, pero agradece a las leyendas como Mario Rock, Ángel Azul, Nacho Zapata y Astersico, quienes nunca lo abandonaron.  



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