
De las reses que habían llevado al rancho de Santa Anita con el pretexto que eran de las del monte, Julián Cantú expresó que fueron dos muertas y una viva. A ésta última le faltaba una oreja y la habían traído mancornada para herrarla y señalarla. También supo que vino al rancho don Alejandro Farías a preguntar sobre donde habían adquirido la carne, explicándole que era del monte, dando las señas de dicha vaca