buscar noticiasbuscar noticias

Mamá, la mejor maestra

En la vivencia de ser madres, muchas veces nos vemos inmersas en un torbellino de acontecimientos que la mayoría de las veces, nos impide reflexionar en cómo actuamos.

Mamá, la mejor maestra

La cantidad de estímulos que recibimos, su intensidad y frecuencia, aunadas a las expectativas que tenemos, van generando una gran inquietud en nuestro mundo interior. Estas vivencias con el tiempo nos dejan una sensación de insatisfacción y de inconformidad.

En la mayoría de las ocasiones, los propios adultos no podemos darnos cuenta de estos fenómenos y de cómo nuestra actuación modela y estructura el comportamiento de los niños, sólo nos percatamos de esto cuando se instalan en ellos actitudes y comportamientos que se alejan de su propia base temperamental y perturban la estructura de personalidad que está conformándose durante su crecimiento.

Muchas veces interpretamos lo que observamos en nuestros hijos como algo normal y propio a lo que se espera. Incluso nos tranquiliza observar algunas conductas “tóxicas” que se repiten en otros niños que nos rodean.

Algunas de estas conductas tóxicas pueden ser la permanente demanda de satisfacción y placer, grandes requerimientos de actividad, necesidad de atención constante, la impulsividad, la impaciencia, la  agresión, la obstinación, el aburrimiento, el reclamo y la exigencia o poca capacidad de frustración y de postergación.

Estas situaciones las vemos como naturales en la edad preescolar. En ocasiones, ni siquiera las reconocemos o llegamos a evadirlas dentro de nuestra propia realidad.

Pensamos que si las cosas se complican con nuestros pequeños, es por falta de atención y disposición como padres, de la escuela o cualquier persona “encargada” de satisfacer las demandas “naturales y propias” del niño, sin darnos cuenta que dichos comportamientos no son más que el resultado de sólo haber hecho énfasis en el placer y en el complacer. 

Esta pérdida de perspectiva del rol crea muchas perturbaciones y dificultades, pues constantemente el núcleo de nuestro “niño interior” puede sabotear la necesidad de organizar una estructura real de los roles de cada miembro de la familia.

EL EQUILIBRIO ENTRE SER MAMÁ Y MAESTRA

Estas reflexiones nos llevan a comprender, saber y ejercitar las diferentes dimensiones del yo frente a nuestros hijos y a buscar un equilibrio en nuestras posturas.

Por supuesto que a los padres se nos hace difícil encontrar el equilibrio. Pero desde mi perspectiva como maestra y testigo de la conformación de muchas dinámicas familiares diferentes, lo que observo realmente es que lo que se hace muy difícil es la necesidad de comprender el concepto de equilibrio.

Si bien recibimos muchos mensajes de estimular, de activar experiencias llenas de placer inmediato, proveer a los niños actividades llenas de presencia y atención de los adultos, también es cierto que en la mayoría de las veces en el contacto con nuestros hijos prevalece la condición de ese “niño interior” que forma parte de nuestro “yo”. Esta condición nos hace perder la perspectiva de nuestro rol de adulto y de padre en la crianza y educación de nuestros hijos.




DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD