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Etapa prelectora: jugar, imaginar y aprender con los libros

Enseñar a los niños a amar los libros, es uno de los mejores regalos que se les puede hacer

Etapa prelectora: jugar, imaginar y aprender con los libros

La lectura es un excelente hábito que se incuba antes incluso de aprender a leer, en la etapa prelectora, que abarca de los cero a los cinco o seis años y en la que tanto papás y maestros desempeñan un papel fundamental.

No tiene contraindicaciones, al contrario, son todo ventajas: los libros les ayudan en su evolución, les abren las puertas a mundos desconocidos, despiertan su curiosidad y su imaginación, les transmiten valores y enriquecen su vocabulario, les permiten adquirir conocimientos y enfrentarse a nuevas situaciones y sentimientos, en ocasiones conflictivos y les acercan al mundo del arte y favorecen su empatía.

Pero la principal ventaja que tiene leer a los niños, sobre todo cuando se empieza en una etapa tan temprana de su desarrollo, es que les permite asociar los libros a una actividad divertida y por lo tanto, necesaria.

BENEFICIOS

Los beneficios se dejan sentir a corto, pero también a medio y largo plazo. La lectura habitual con los niños es el factor que más impacto tiene en su rendimiento escolar.

Con el escaso tiempo que generalmente se le puede dedicar al ocio con los pequeños, reservar un ratito a diario para la lectura (el cuento de todas las noches, por ejemplo) es un ritual maravilloso que intensifica la relación afectiva entre padres e hijos. Es una forma de estar, de permanecer unidos, de encontrar y compartir un espacio especial en el que se mantiene un gran contacto físico y que puede prolongarse durante toda la infancia.

LIBROS PARA BEBÉS

Más o menos a partir de los seis meses se puede empezar a “jugar a los libros” con el bebé, que querrá sobre todo mordisquearlo, lanzarlo o golpearlo contra el suelo. Es lo normal, por eso lo mejor en esta etapa es elegirlos resistentes y fáciles de manipular: de plástico, tela (tienen la ventaja de que se lavan) o cartón grueso.

Dada además su escasa capacidad de atención, conviene que sean muy coloridos y que en vez de contar una historia, nombren objetos que le sean familiares: un plato, un perro, una manzana, un bebé, acompañados de una ilustración por página e ir señalando con el dedo y nombrar el objeto en cuestión, siempre con las mismas palabras. Se puede asimismo imitar los sonidos que hacen o incluso cantar. Las reglas las ponen los padres de familia en casa o los maestros en la escuela.

LIBROS PARA NIÑOS DE UNO A TRES AÑOS

Poco a poco el bebé empieza a hablar (pasará de balbucear algunas palabras a decir frases completas en poco tiempo) y que le lean le ayudará mucho en ese proceso. Juntos y con paciencia, se irá acostumbrando a abrir y cerrar un libro, a hojear sus páginas, a fijarse cada vez más en las ilustraciones, a entender si señalan el texto con el dedo, que se lee de izquierda a derecha y a comprender en suma el funcionamiento de un libro.

A partir de los 18 meses y hasta más o menos los tres años, descubrirá el placer de que le cuenten historias.

En este etapa es importante decidirse por libros que contengan ilustraciones concretas y fáciles de comprender (los dibujos abstractos son para niños mayores). A esta edad les gustan los libros que tratan sobre cosas cercanas a ellos: sus padres, sus juguetes, su cuerpo, la música o sus vivencias cotidianas.

LIBROS PARA NIÑOS DE TRES A SEIS AÑOS

A esta edad los niños manejan más vocabulario, dicen frases más largas y son capaces de entender cuentos más complejos, estructurados, por ejemplo en torno a un problema y una solución.

Empieza también su interés por lo maravilloso y lo mágico: cuentos de hadas, genios y princesas encantadas. Y por supuesto, la magia de lo cotidiano. Lo importante, una vez más, es captar su atención.



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