Una fiesta polémica llamada Halloween
Ha llegado esa maravillosa época del año en que las redes sociales se llenan de imágenes maravillosas de calaveras y calabazas; de ofrendas, vampiros y fantasmas. Me gustaría decir que tienen mensajes positivos, o incluso esperanzadores, pero la realidad es un poquito diferente. Lo que pasa es que los mexicanos (que casi no nos gusta quejarnos de las cosas), tenemos esta noción de que festejar Halloween hará dejemos de celebrar el Día de Muertos, como si una fuera excluyente de la otra.
“¡Di no a las fiestas extranjeras, mejor celebra el Día de Muertos!”, reza una imagen de Facebook, donde una catrina de púrpura patea con furia una calabaza propia de la noche de brujas.
Lo cierto es que la fiesta de Halloween se ha afianzado en el inconsciente del mexicano como una fecha para hacer lo que nos gusta más: hacer fiestas y divertirnos. Nos encanta disfrazarnos, tomarnos muchas fotos para las redes sociales, beber con los amigos, y tener una noche diferente; o bien echarnos un maratón de películas de terror y hasta recordar leyendas de miedo que nos contaban nuestras abuelas.
Hemos hecho nuestra una fiesta que no lo era, al grado que los niños piden su calaverita o se pintan de catrinas para los concursos de disfraces. Al igual que con la navidad y los nacimientos de barro, las esferas de vidrio soplado, y las posadas. El mexicano hace suya la fiesta y la adapta a su cultura, y eso no tiene por qué afectar el Día de Muertos, que se desarrolla en otro tenor, la burla hacia la muerte y el recuerdo de los que ya no están con nosotros (y al mismo tiempo, nunca nos han dejado).
En mi opinión, festejar Halloween no nos hace más o menos mexicanos, lo que no debemos olvidar es el bello arte de poner un altar con papel picado, pan de muerto, cigarros, botellas, mole, incienso, sal, y flor de cempasúchil; visitar los cementerios para hacerle compañía a nuestros seres queridos, las calaveritas de dulce, y escribir poemas para amigos y familiares donde nos burlamos de la muerte.
Dejaríamos de ser mexicanos si no encontráramos razones y formas para festejar lo que somos.
Más de la sección
Así que, por mi parte ¡Feliz noche de brujas!