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Los supercontaminadores que más contribuyen al cambio climático

Un estudio calcula que un 1% de la población mundial es responsable de más de la mitad de las emisiones de la aviación de pasajeros

Aparte de la crisis ambiental, el cambio climático pone delante de la humanidad sus escandalosas desigualdades. Un nuevo estudio publicado en la revista Global Environmental Change estima que un 1% de la población del mundo es responsable de más de la mitad de las emisiones de la aviación de pasajeros que causan el calentamiento del planeta. Como muestra el investigador Stefan Gössling, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Linneo (Suecia) y autor principal de este trabajo, mientras buena parte de la humanidad nunca se ha subido a un avión, existe una pequeña proporción de supercontaminadores que no paran de viajar en vuelos comerciales o incluso tienen sus propios jets privados.

Los supercontaminadores que más contribuyen al cambio climático

En realidad, este enorme desequilibrio en la forma de contaminar está ligado al uso que se hace de la energía y al nivel de rentas. En un estudio de 2015, los economistas franceses Thomas Piketty y Lucas Chancel ya pusieron en evidencia las enormes diferencias de los habitantes del planeta con las emisiones que causan el cambio climático en general. Si bien se estima que, de media, un africano emite apenas dos toneladas de CO2 al año, un europeo cerca de ocho y un estadounidense 20, este trabajo incidía en que hay una parte de la población repartida por los diferentes continentes que supera con creces estas cantidades. En concreto, Piketty y Chancel llamaron la atención sobre el 1% de las personas más ricas de EE UU, Luxemburgo, Singapur, Arabia Saudí y Canadá, que rebasan las 200 toneladas de CO2 por persona y año. En el caso de EE UU, los economistas estimaron que ese 1% corresponde a 3,16 millones de individuos que emiten cada uno más de 318 toneladas de CO2 anuales: 2.500 veces más que los que menos emiten de Honduras, Mozambique o Ruanda.

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“Mi opinión sobre estos grandes emisores es que hemos creado un sistema que obviamente está fuera de control. Las personas en Europa emiten mucho más de lo que es sostenible, pero los supercontaminadores han aumentado estos valores en varios órdenes de magnitud”, señala Gössling. “Todo el mundo que vuela debería pagar por el daño que causa en términos de cambio climático y ayudaría que aquellos que vuelan más también paguen más, pero esto no resolverá el problema”, añade.

De forma global, Piketty y Chancel calcularon que el 10% de los habitantes del planeta que más emiten generan el 45% del conjunto de las emisiones mundiales, mientas que el 50% de los que menos emiten son responsables de apenas el 13% de las emisiones. En el caso de la aviación, el nuevo estudio de Gössling incide en que una de las particularidades de estos supercontaminadores es que se desplazan mucho más que el resto.

A partir de los datos de número de viajeros anteriores a la pandemia, el estudio publicado en Global Environmental Change estima que todos los aviones de pasajeros que despegaron y aterrizaron en 2018 fueron tomados por no más de un 11% de los habitantes del planeta (unos 845 millones de personas), un porcentaje que baja a entre el 2 y el 4% cuando se trata de vuelos internacionales. Luego, considerando las emisiones por el uso del combustible (y otros factores como el mayor espacio requerido en primera clase), los investigadores llegan a la conclusión de que cerca de un 1% de la población contribuye a más del 50% de las emisiones de la aviación de pasajeros.

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“Incluso si estuviéramos muy equivocados con nuestras estimaciones (lo que es muy improbable), los resultados difícilmente cambiarían. Al contrario, si nuestros cálculos fallan es por ser conservadores”, comenta Gössling. Como explica, si bien los aviones privados son los que suponen un mayor gasto de energía por pasajero, los supercontaminadores no son solo los dueños de los cerca de 22.295 jets, 14.241 turbohélices y 19.291 helicópteros contabilizados en el estudio en el mundo, sino también aquellos viajeros que usan de forma frecuente los aviones comerciales.

A partir de diferentes encuestas nacionales en EE UU, Alemania, Taiwán o Reino Unido, el trabajo del sueco determina que incluso en los países más desarrollados entre un 53% y un 65% de la población no vuela en un año entero. Sin embargo, en el lado contrario, hay personas que realizan un gran número de viajes al año; el investigador asegura que en algunos extremos se llega a los 300 vuelos anuales, lo que supone casi volar a diario.

“Con estos estudios se ve de forma muy clara que el causante principal del cambio climático no es el exceso de personas, lo que importa aquí es el nivel de rentas y el uso que se hace de los recursos”, comenta el ambientólogo valenciano Andreu Escrivà, autor del libro Y Ahora yo qué hago. Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción. “Esto no solo es culpa de los superricos que van con sus jets privados a sus islas y tienen cochazos, su impacto es mucho mayor, pero el modelo de consumo y nuestra forma de consumir en España también resulta insostenible”, asegura.

En otro estudio de este mismo año, Diana Ivanova, investigadora de la Universidad de Leeds (Reino Unido), analiza de forma específica las desigualdades de los hogares de la Unión Europea en relación con las emisiones de cambio climático. El trabajo estima que el 10% de los individuos con una mayor huella de carbono generan el 27% de todas las emisiones de la UE y que el 1% de los más contaminadores son responsables del 6% del total.

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Una de las aportaciones más interesantes de este estudio es que identifica qué categorías de consumo son las que generan más emisiones entre los europeos (comida, casa, ropa, viajes...). Así, se pone de manifiesto que una de las principales diferencias de los mayores contaminadores con el resto está en su mucha mayor huella relacionada con los coches y los aviones. “Estos son algunos de los productos que parecen ser altamente elásticos, el gasto en estas categorías aumenta drásticamente a medida que la gente se enriquece”, comenta Ivanova. La investigadora considera necesario actuar sobre el transporte aéreo y el terrestre, pero también advierte de los efectos que esto puede tener en el caso de los coches para otra parte de la población: “Los viajes en automóvil requieren mucha atención, ya que también hay hogares de bajos ingresos con una alta proporción de uso. Este ocurre particularmente cuando existe una fuerte dependencia del automóvil relacionada con la vida rural, la discapacidad, la falta de alternativas de transporte…”, subraya.

En el caso particular de España, Ivanova explica que el estudio considera que un 3% de los hogares de este país está dentro del 10% de los europeos que más emiten, con una huella de carbono mínima de 15 toneladas de CO2 por persona y año. Asimismo, según la investigadora, el conjunto de los hogares españoles es responsable del 7,7% de las emisiones de la UE que causan el cambio climático.



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