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Tres bailarinas de Picasso, en busca y captura

El dibujo desapareció entre 1933 y 1942 del Cau Ferrat de Sitges

Los neandertales frecuentaron la cueva de Ardales, Málaga, desde hace unos 80 mil años. Encontraron allí un buen lugar para refugiarse que, además, tenía cerca manantiales de agua. También valles, bosques y montañas donde vivía la fauna de la que se alimentaban. Fueron los autores de algunas de las muestras del arte más antiguas del planeta, no figurativas y datadas en algo más de 65 mil 500 años, según una investigación cuyos resultados se publicaron como tema de portada de la revista Science en febrero de 2018. Los hombres volvieron a pintar puntos, rayas y líneas 20 milenios después, pero la huella de los neandertales se pierde hace 45 mil años. El siguiente grupo en aparecer, hace 38.000 años, es el Homo sapiens. José Ramos, catedrático de Prehistoria en la Universidad de Cádiz, explica que ambas especies “nunca coincidieron allí”.

La obra desaparecida “Tres bailarinas de can-can”, pintado por Picasso entre 1900 y 1901.Tres bailarinas de Picasso, en busca y captura

Se trata de “Tres bailarinas de can-can”, de Pablo Picasso, un dibujo de la etapa parisina (1900 y 1901) del pintor, que ha permanecido ignoto durante casi 80 años desde que desapareció ente 1933 y 1942, hasta que un investigador ha establecido que este dibujo es una de las seis obras que el pintor y creador Santiago Rusiñol legó al morir en 1931 a la ciudad de Sitges y a todos sus habitantes.

Se trata pues de una obra pública perteneciente al Consorci del Patrimoni de Sitges, que es el organismo que ha comunicado oficialmente a la policía catalana que esta obra está a partir de ahora en busca y captura.

TRAS LA PISTA

El culpable es Eduard Vallès, conservador del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y gran especialista en Picasso, que ha establecido unas fechas claves para determinar primero cuál era la sexta obra de Picasso propiedad de Rusiñol y segundo, que la obra estaba entre las heredadas por los sigetanos y por lo tanto era una obra pública y que en 1942 ya había desaparecido.

“En 2008 publiqué que el sexto picasso de Rusiñol que estaba en el Cau Ferrat era ‘Tres bailarinas de can-can’. Hasta ese momento nadie sabía cuál era ni cómo era. Lo afirmé después de localizar una publicación de L’Esquella de la Torratxa de enero de 1917, donde escribía Rusiñol con el apodo de Xarau, que hablaba de cuatro dibujos inéditos de Picasso. Tres de los cuatros están en el Cau Ferrat por lo que el cuarto era el que faltaba. Pero no había ningún documento que lo confirmara. Ahora, después de localizar en el Arxiu Fotogràfic del Consorci del Patrimoni de Sitges dos fotografías de los años 1932 y 1933 no hay duda, ya que puede verse la obra colgada en una de sus paredes junto a las otras cinco y el resto de las pinturas”, explica Vallès.

NO HAY EXPLICACIÓN

SOBRE SU PÉRDIDA

El conservador no se aventura a lanzar ninguna hipótesis sobre cómo pudo extraviarse. “Yo me he limitado a realizar la trazabilidad de la obra a partir de cuándo se compra: en 1900 o 1901, hasta su desaparición, pero tesis de desaparición no hay ninguna. Hay que pensar que entre medio está la Guerra Civil”. Lo que sí tiene claro es que de los cinco dibujos era el mejor, ya que refleja ese momento del primer viaje a París y el primer impacto que le produce esa ciudad a Picasso”.

El dibujo desaparecido aporta otro dato sobre el pintor. “La obra está realizada entre 1900 y 1901 en un momento en el que Picasso está en una encrucijada personal y conformando su personalidad artística. En julio de 1901 comienza a firmar como ‘Picasso’ pero esta obra la firma como ‘Pablo Ruiz Picasso’ entre guiones y subrayado”. Eso tiene que ver con el hecho de quien compra el dibujo, según Vallès.

“‘Tres bailarinas de can-can’ y ‘Dos mujeres bailando’ pertenecen con toda probabilidad a un mismo álbum, ya que tienen tamaño, técnica y temática idéntica. Un álbum es por naturaleza una obra de carácter íntimo que contiene obras que no se venden, pero probablemente Picasso, en estas subastas públicas improvisadas que hacía en Els Quatre Gats, vendió los dibujos a Rusiñol. Los arranca del álbum y los firma enfatizando ante quien los compra (Rusiñol) que por entonces era una de las personalidades más relevantes de la época, aunque ahora nos parezca al revés”, señala.




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