Su castillo de amor
Creo que tuve el privilegio de recibir una de las últimas comunicaciones escritas del Contador Castillo
Cuando enviudé, recibí un correo electrónico de él. El asunto decía: “¿Y qué hacer cuando el motivador necesita ser motivado?”. Y en su muy peculiar estilo, elocuente y elegante, me dijo lo siguiente:
Bendito sea el nombre del SEÑOR». Job 1:21
El dolor, sufrimiento que se siente por la pérdida de un ser querido es muy personal, nadie lo puede medir, nadie lo puede valorar, el duelo es personal. Cómo enfrentar la vida el día después
Para mí es difícil expresar con unas palabras el mensaje que debo darle a una persona que aprecio, con la intención de que perciba que no es un mensaje más de condolencia, por compromiso, y aún más difícil para la persona que nos habla, nos alienta a seguir adelante, a ver la vida con optimismo, que nos habla de longanimidad, entre otras muchas cosas.
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A estas alturas de la vida he decido pensar que no existen cosas buenas o malas, que existen eventos que debemos enfrentar y lo importante es encontrarle sentido en nuestra vida, en la vida y esto es personal, cada quién decide cómo vivir.
Comenté en una ocasión: Somos extranjeros en la tierra, porque nuestra casa, nuestra morada está con el Señor, estoy feliz en la tierra y no me quiero ir, pero sé que me espera un lugar mejor, donde está Dios y quiero ir allá, verlo a la cara y hablar con él. (Como cuando voy a McAllen, al extranjero, soy feliz en las tiendas, aunque a veces no compre algo, pero al final regreso a mi casa, a mi hogar, hogar dulce hogar).
Contador, su Sra. Esposa ha partido físicamente y estará en camino hacia el Señor o está con el Señor, pero no ha muerto, una persona muere cuando dejamos de recordarla, de nombrarla. Si Dios vive en nosotros, en nuestro corazón y ese ser querido está con Dios, entonces ese ser querido vive en cada uno de nosotros, nunca se ha ido.
Cuando muere un ser querido, “mientras podamos su sonrisa evocar, aun con lágrimas en los ojos y dolor en el corazón, podemos decir: no se han ido del todo, estarán siempre aquí”.
Me decidí a escribir los renglones anteriores pensando finalmente que al buen entendedor pocas, muchas, rebuscadas o simples palabras, lo que sea le basta. Sinceramente, Carlos Arturo Castillo Moreno”.
Nunca se irá
Cuando me escribió esto, él estaba luchando con su enfermedad, seguramente ya muy avanzada. Pienso que él sabía o sentía que, más temprano que tarde, él estaría siendo llamado a recorrer el sendero que mi esposa acababa de emprender en ese momento.
Ahora que se ha ido, me consuela saber que, por lo que se percibe en sus palabras, él había aceptado lo que la vida le había puesto, y no lo veía como algo malo. Estaba en paz con Dios. Era un evento que tenía qué enfrentar y él decidió enfrentarlo gallardamente y con valentía. Él tenía la certeza de que le esperaba algo mejor, en donde seguramente él ya está, disfrutando de ver el cariño que le prodigamos, fruto de lo que él sembró en vida. Seguro estoy de que él también disfrutaría de saber que, quienes le amamos, también estamos en paz con Dios después de su partida.
Mi contadorazo, seguiremos evocando su sonrisa, aún con lágrimas en los ojos y dolor en el corazón, por lo que, téngalo por seguro, usted nunca se irá del todo, usted estará siempre aquí.
Feliz retorno y estancia eterna a su hogar, a su dulce hogar. A su CASTILLO de amor. Ese castillo en donde vivirá eternamente con el Rey.