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Shigeru Onishi, la fotografía como potencia y raíz

Una exposición recuperan los trabajos del matemático japonés, activo en los cincuenta del pasado siglo, cuya figura cayó después en el olvido

A mediados de los años 50, irrumpía en la escena de la fotografía japonesa un singular actor: Shigeru Onishi (Takahashi,1928-1994). Este topólogo, graduado por la Universidad de Hokkaido, que escribía poesía, —y cuya adolescencia se desarrolló iluminada por clasificación filosófica del universo que le aportaba el estudio del oráculo del I Ching—, compaginaba su estudio sobre el espacio euclidiano con su quehacer artístico. De la misma forma que aplicaba sus complejas teorías matemáticas a la fotografía, resolvía a través de su arte muchos de los problemas teóricos que estudiaba. De ahí que su paso por la fotografía, tan fugaz como sorprendente, quedaría definido por una metodología muy poco ortodoxa y basada en el azar; “en la posibilidad de la existencia y en la posibilidad de la elección arbitraria”, tal y como lo describía el autor en un texto en el que razonaba el cómo y el por qué de la realización de sus imágenes. “Si su fotografía consiste solamente en elementos calculados, no se diferenciara, en esencia, del dibujo de un triángulo equilátero”, aseguraba.

Título desconocido. 1950.Shigeru Onishi, la fotografía como potencia y raíz

Desde sus primeros pasos en la fotografía, como miembro del club fotográfico amateur de Sapporo, Onishi buscó expresar su rico universo interior. Incitado por su afán experimental desafiaba y trastocaba cualquier técnica fotográfica establecida en el cuarto oscuro; utilizaba un pincel o una esponja para pintar el papel emulsionado, con la intención de provocar irregularidades en el proceso del revelado; el ácido acético le servía para conseguir una decoloración intencionada; variaba la temperatura entre 8 y 80 grados persiguiendo una alteración en el color. Así, de la misma manera que los pintores informalistas exploraron las posibilidades expresivas de la pintura como materia en sí misma, a través de la gestualidad y en un intento por redefinir lo que constituye una obra pictórica, Onishi “buscó alterar el marco de la fotografía moderna”, sostiene Ryuichi Kaneko en un texto que se incluye en el monográfico. “La fotografía de Onishi tiene un elemento de performance, se presenta como un acto”, matiza Vicente Todolí, director artístico de Bombas Gens y comisario de la exposición. “Aporta libertad al proceso fotográfico, Agrediendo al negativo, incorpora un elemento gestual que convertía cada una de sus imágenes en piezas únicas”.



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