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Rosita Moreno, la actriz hispana que asesoró a Marlon Brando en Hollywood

Fue una de las actrices hollywoodenses en los años 30. Trabajó junto a Carlos Gardel y Cary Grant. Creció entre México y Nueva York y está sepultada en el cementerio de las grandes estrellas, donde también descansan Rita Hayworth o John Ford

Algunas fuentes dicen que nació en España, otras en México y en esa confusión sobre su origen podría estar la causa de que todos, en una orilla o en otra, se hayan olvidado de quién fue Gabriela Viñolas.

Rosita Moreno, la actriz hispana que asesoró a Marlon Brando en Hollywood

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Rosita Moreno.

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Rosita Moreno y Carlos Gardel fueron pareja en un par de películas.

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LA CALMA LES DURÓ POCO

Al llegar a Pachuca de Soto, a unos 100 kilómetros de la Ciudad de México, abrieron un hotelito que tuvieron que cerrar cuando estalló la revolución de 1910. Entonces se vieron obligados a cruzar la frontera e instalarse en Estados Unidos. Viñolas era aún pequeña. Como ambos tenían ciertas dotes para el canto y la danza, probaron suerte en Broadway. Así fue como Juan se convirtió en Paco, Ascensión en Pilarica y Gabriela en Rosita.

Juntos formaron el trío Dancing Morenos. Los críticos de Nueva York pronto observaron a la hija. Una reseña de la época destaca la interpretación que hizo de La violetera en el Palace Theatre, templo del vodevil en el que reinaron los Hermanos Marx.

Después cruzó el charco para probar suerte en los escenarios de París. Ahí fue descubierta por un productor de Hollywood que le ofreció rodar su primer largometraje: “Una película versionada”. En 1930 el cine mudo ya había muerto, pero aún no existían el doblaje, ni los subtítulos. Cerca de la capital parisiense se encontraban los famosos estudios Pathé, donde se rodaban versiones de las películas estadounidenses en lenguas europeas. La película llevaba el título de “Amor audaz” y también contó con la participación del padre de la artista. El galán de la cinta era Adolphe Menjou, una de las primeras estrellas con las que Moreno trabajaría a lo largo de su prolífica carrera.

Gracias a ese tipo de cintas, directores como Luis Buñuel o Edgar Neville y actrices como Rosita Díaz o Catalina Bárcena se dieron a conocer en la meca del cine. Pero el resultado no siempre era el mismo que el de los largometrajes americanos. Para empezar, tal como recuerda el profesor András Lénárt en un artículo titulado Hispanic Hollywood, ni siquiera el presupuesto se parecía: el rodaje del original de “Drácula” que encarnó Béla Lugosi tuvo un costo de 440 mil dólares, mientras que en el español, protagonizado por Carlos Villarías, sólo se invirtieron 66 mil. La duración también era distinta: la versión española duraba media hora más y no porque fuera más detallista, sino porque no se ponía el mismo mimo en la edición.

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SU PASO POR EL HOLLYWOOD DORADO

Rosita Moreno era bilingüe, lo que le permitió dar el salto a los filmes originales, algo vetado para la mayoría de actrices españolas o mexicanas de la época. Aunque es posible que esa habilidad suya de manejarse con varios acentos no la ayudara a pasar a la historia del cine: para unos era española; para otros, americana. Ni España, ni México, ni Estados Unidos, le dedicaron atención a su trabajo.

Por ejemplo, en el libro “Los que pasaron por Hollywood” (editorial Verdoux), una recopilación de entrevistas con artistas españoles que trabajaron en la meca del cine estadounidense en los años 30, Moreno sólo aparece en algún pie de foto. En cambio, sí que profundiza sobre la vida de las actrices Conchita Montenegro, Catalina Bárcena o Rosita Díaz.

En 1931 Moreno rodó seis películas, al siguiente dos y entre 1932 y 1933 siete. Pero fue en 1934 cuando dio un salto adelante al participar en “Atención, señoras”, que coprotagonizó con Cary Grant, pero el británico no era todavía muy conocido.

Un año después le llegó otra gran oportunidad: “cuando me dijeron que tenía que cantar ‘El día que me quieras’ con Carlos Gardel me temblaron las piernas”, dijo Moreno en una cita recogida en el obituario que le dedicó el diario argentino La Nación en 1993.

La cinta, que cuenta la historia de un multimillonario —Gardel— que se enamora de una chica pobre —Moreno—, estaba producida por la Paramount y se grabó en Nueva York. Moreno y Gardel repitieron como pareja artística en “Tango bar”, otro éxito cinematográfico que hizo que la actriz fuera más recordada en Argentina que en cualquier otro lugar del mundo.

A pesar de su prolífica carrera en la gran pantalla, Moreno no abandonó el teatro y fue en los escenarios donde consiguió la popularidad que el séptimo arte le negó. Sin embargo, sí que contó el star system con ella para participar en las actividades de la Hollywood Victory Committee, una organización de artistas que se creó durante la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de animar a las tropas estadounidenses. En el grupo había actrices como Bette Davis y su presidente era el mismísimo Clark Gable, el galán de “Lo que el viento se llevó”.

En la década de los 30 participó en un espectáculo en el teatro Apolo de Barcelona, en el que compartía elenco con la cantante Estrellita Castro. Hay poca información sobre los trabajos que hizo en España y las escasas reseñas que se escribieron sobre ella destacaban “sus piernas de seda”.

Moreno seguía luchando por hacerse un nombre en Hollywood. Rodeada siempre de galanes del celuloide, las malas lenguas le adjudicaron un falso romance con su compañero Gardel, pero la única pareja que se le conoció fue Melville A. Shauer, un ejecutivo de la Paramount con el que se casó y fundó la productora Victoria Films en 1937.

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PRODUCTORA Y ASESORA DE MARLON BRANDO

Con este sello, Moreno pudo ser por fin protagonista en “Tengo fe en ti”, una película que le costó al matrimonio 60 mil dólares. El director fue John Reinhardt, el mismo que la había dirigido en “El día que me quieras”. El guión original lo firmaba otra mujer: Carmen V. Brown, de la que no se sabe nada y no figura en los créditos de otras películas.

En 1949 rodó su última secuencia. Fue un episodio de “The clock”, serie de televisión basada en relatos radiofónicos de crímenes y misterio. Su último contacto con el cine fue en 1961, cuando Marlon Brando la contrató como asesora mientras él dirigía “El rostro impenetrable”.

Hasta donde se sabe, Rosita Moreno nunca más pisó un escenario. Su última aparición pública tuvo lugar en 1990 en Los Ángeles, su ciudad de residencia, donde acudió a una fiesta que conmemoraba los 100 años del nacimiento de Carlos Gardel.

Falleció tres años después, a los 86, sin que nadie en España, México o Hollywood le dedicara una línea a su vida y a sus obras. Sus restos descansan en el cementerio católico de Holy Cross, en la ciudad californiana de Culver City. En ese panteón, en una zona conocida como The Grotto, están enterrados Rita Hayworth, Béla Lugosi y John Ford, entre otros. Moreno está en otra parcela. Un paso por detrás de las estrellas. 




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