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Refundar el capitalismo (otra vez)

Una década larga después de que los políticos avanzasen la idea, son los economistas, filósofos y sociólogos los que pretenden suprimir los excesos y abusos del mercado para que éste sobreviva

Pocos días después de la quiebra de Lehman Brothers, el gigantesco banco de inversión norteamericano, en septiembre de 2008, un acobardado presidente francés, el conservador Nicolas Sarkozy, hizo unas declaraciones célebres que retumbaron en el mundo entero: “La autorregulación para resolver todos los problemas se acabó: le laissez-faire c’est fini. Hay que refundar el capitalismo (…) porque hemos pasado a dos dedos de la catástrofe”.

Dos hombres caminan frente a Wall Street.Refundar el capitalismo (otra vez)

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‘CAPITALISMO. NADA MÁS’ Autor: Branko Milanovic.

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‘BUENA ECONOMÍA PARA TIEMPOS DIFÍCILES’ Autores: Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo.

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‘CAPITAL E IDEOLOGÍA’ Autor: Thomas Piketty.

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‘CAPITALISMO PROGRESISTA’ Autor: Joseph E. Stiglitz.

El principal debate es sobre si el capitalismo está tomado de muerte o es más fuerte que nunca

Después de ese paréntesis de casi una década, cuando ya empieza a existir la distancia temporal suficiente para analizar los efectos de la Gran Recesión como una secuencia de acontecimientos que han llevado a una gigantesca redistribución negativa de la renta y la riqueza a la inversa en el seno de los países (el llamado efecto Mateo: “Al que más tiene, más se le dará, y al que menos tiene se le quitará para dárselo al que más tiene”), son los académicos y no los políticos los que multiplican las teorías sobre las características del capitalismo del primer cuarto del siglo XXI y protagonizan un gran debate extremo entre ellos: si el capitalismo está tocado de muerte porque no funciona; o, por el contrario, si una vez más en la historia está mutando de naturaleza y esa transformación lo llevará a ser de nuevo el sistema político-económico más fuerte y único. Hay dos coincidencias en la mayor parte de los libros publicados: el capitalismo se ha propagado a todos los escenarios geográficos del planeta y direcciones (no tiene alternativas), y anida en cualquier actividad y mercado, incluida la política.

El capitalismo es ahora el único sistema socioeconómico del planeta (antes se llamaba a esto imperialismo) y apenas quedan rastros del comunismo como una posibilidad sustitutiva, como ocurrió en la primera mitad del siglo XX. A esta característica central se le añade el reequilibrio del poder económico entre EE UU y Europa por un lado y Asia por otro debido al auge experimentado por los principales países de esta última región. El dominio planetario ejercido por el capitalismo se ha logrado a través de sus diferentes variantes. Algunos autores distinguen entre el capitalismo meritocrático liberal, que ha venido desarrollándose gradualmente en Occidente a lo largo de los últimos 200 años, y el capitalismo político o autoritario ejemplificado por China, pero que también existe en otros países de Asia (Singapur, Vietnam…) y algunos de Europa y África (Rusia y los caucásicos, Asia Central, Etiopía, Argelia, Ruanda…).

En los últimos tiempos se ha hecho popular otra tipología, que ha tenido su momento de gloria en el Foro Económico Mundial celebrado en Davos en el mes de enero de este año. El Manifiesto de Davos 2020 desarrolla básicamente tres tipos de capitalismo: el de accionistas, para el cual el principal objetivo de las empresas es la maximización del beneficio; el capitalismo de Estado, que confía en el sector público para manejar la dirección de la economía, y el stakeholder capitalism, o capitalismo de las partes interesadas, en el que las empresas son las administradoras de la sociedad, y para ello deben cumplir una serie de condiciones como pagar un porcentaje justo de impuestos, tolerancia cero frente a la corrupción, respeto a los derechos humanos en su cadena de suministros globales o defensa de la competencia en igualdad de condiciones, también cuando operan dentro de la “economía de plataformas”.

Se evoluciona hacia una economía y una democracia del 1%, por el 1% y para el 1%

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‘EL FUTURO DEL CAPITALISMO’ Autor: Paul Collier.

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‘CONTRA LOS ZOMBIS’ Autor: Paul Krugman.

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‘EXCESOS’ Autor: Emilio Ontiveros.

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‘¿FUNCIONA EL CAPITALISMO?’ Autores: Jacob Field y Matthew Taylor.

Hasta ahora, el capitalismo de accionistas ha sido ampliamente hegemónico. Recibió un apoyo teórico muy fuerte a principios de los años sesenta, cuando el principal ideólogo de la Escuela de Chicago, el premio Nobel Milton Friedman, escribió su libro Capitalismo y libertad, en el que sentenció: “La principal responsabilidad de las empresas es generar beneficios”. Friedman sacralizó esta regla del juego a través de diversos ar­tículos que trataron de corregir algunas veleidades nacidas en EE UU acerca de la extensión de los objetivos empresariales a la llamada “responsabilidad social corporativa”. En el capitalismo de accionistas, el predominio es del corto plazo y de la cotización en Bolsa, lo que en última instancia llevó a la “financiarización” de la economía.

Esta filosofía dominante ha durado prácticamente hasta la actualidad. Hace poco tiempo, la British Academy hizo público un informe sobre la empresa del siglo XXI, fruto de la iniciativa colectiva de una treintena de científicos sociales bajo la batuta del profesor de Oxford Colin Mayer, que hablaba de “redefinir las empresas del siglo XXI y construir confianza entre las empresas y la sociedad”. Y la norteamericana Business Roundtable, una asociación creada a principios de la década de los años setenta del siglo pasado en la que se sientan los principales directivos de 180 grandes empresas de todos los sectores, publicó un comunicado en el que revocaba, de facto, el solitario criterio de la maximización de los beneficios en la toma de decisiones empresariales, sustituyéndolo por otro más inclusivo que además tuviera en cuenta el bienestar de todos los grupos de interés: “La atención a los trabajadores, a sus clientes, proveedores y a las comunidades en las que están presentes”. Pronto, las principales biblias periodísticas del capitalismo, Financial Times, The Economist, The Wall Street Journal, comenzaron a analizar este cambio que no se debe a la benevolencia y la compasión de los ejecutivos de las grandes compañías, sino al temor a la demonización del capitalismo actual y de las empresas, por sus excesos: financiarización desmedida, globalización mal gestionada, poder creciente de los mercados, multiplicación de las desigualdades. El capitalismo ha ido demasiado lejos y no da respuesta a problemas como estas últimas o la emergencia climática. Recientemente, un sondeo elaborado por Gallup y publicado en The Economist revelaba que casi la mitad de los jóvenes estadounidenses prefieren algún tipo de “socialismo” al capitalismo rampante. Quizá ello explique lo que está sucediendo alrededor de Bernie Sanders en las primarias del Partido Demócrata.

El capitalismo de hoy es un capitalismo tóxico y está en crisis al menos desde que comenzó la Gran Recesión en el año 2007. En términos tendenciales, el capitalismo ha fomentado un rápido crecimiento; en relación con la renta per capita, ha enriquecido al mundo de modo casi constante (con picos de sierra) y la esperanza de vida actual prácticamente duplica la de, por ejemplo, hace dos siglos. Ha sido el psicólogo americano Steven Pinker uno de los que más han desarrollado estas tendencias positivas: “Si creía que el mundo estaba llegando a su fin, esto le interesa: vivimos más años y la salud nos acompaña, somos más libres y, en definitiva, más felices; y aunque los problemas a los que nos enfrentamos son extraordinarios, las soluciones residen en el ideal de la Ilustración: el uso de la razón y la ciencia” (En defensa de la Ilustración; Paidós). Haciendo uso de las cifras, Pinker muestra que la vida, la salud, la prosperidad, la seguridad, la paz, el conocimiento y la felicidad han ido en aumento no sólo en Occidente, sino en todo el mundo.

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‘SOMBRAS. EL DESORDEN FINANCIERO EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN’ Autores: Michael Ash y Francisco Louça.

¿Por qué muchos científicos sostienen que el capitalismo no funciona, a pesar de las descripciones de Pinker? Esencialmente porque las distintas desigualdades no paran de crecer, polarizan las sociedades y ponen en peligro la calidad de la democracia. En algunos de los textos se defiende que el capitalismo realmente existente es incompatible con la democracia: aumenta el sentimiento ciudadano de que la civilización tal como la conocemos, basada en la democracia y el debate, se encuentra amenazada. Lo que hace que la situación actual sea particularmente preocupante es que el espacio para ese debate se está reduciendo; parece haber una “tribalización” de las opiniones de política y de sociedad.



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