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¿Quién es Puntos Suspensivos?

Quienes han leído mi libro saben que el prólogo lo escribió una alumna mía de la cual desconocía su nombre en ese momento y que solo se identificó como “Puntos Suspensivos”.

Puntos Suspensivos era una chica tímida, pero al mismo tiempo muy inteligente y noble con un alma interior bella.¿Quién es Puntos Suspensivos?

Ese sobrenombre se lo puse cuando me empezó a enviar correos de una cuenta común que habíamos abierto para el grupo del cual yo era tutor, comentando algunos de mis mensajes. En el asunto solo ponía unos puntos suspensivos, por lo que así la bauticé al no querer decirme su nombre.

Me llamaba mucho la atención su forma de escribir, demasiado elocuente, espontánea, amena y con un amplísimo vocabulario, no muy común para la edad promedio de los alumnos. Pero por más que le pedía que me dijera quién era, no daba su brazo a torcer. Me devané los sesos tratando de adivinarlo; repasé la lista de alumnos, los “psicoanalicé”, los empecé a observar con más detenimiento y ya en un acto de extrema desesperación, “le puse precio a su cabeza” diciéndole a todos en el grupo que le subiría diez puntos al que me ayudara a encontrar a la misteriosa y escurridiza escritora, la cual yo intuía que era alguna de las chicas más sobresalientes y participativas.

Obviamente lo de los diez puntos era broma, pero igual de nada sirvió. La susodicha se seguía evadiendo como las pelusitas de polvo en los rayos de sol cuando tratas de agarrarlas, tal como lo expresé en una columna que le dediqué, todavía sin saber quién era.

SORPRESAS TE DA LA VIDA

Habiéndome resignado a no poder identificarla y a punto de salir mi libro, le pedí que me escribiera el prólogo. Primero me dijo que sí y luego me salió con “la chupaleta” de que se había deprimido y que mejor no. Le dije: “bueno, está bien, no será el primer libro que salga sin prólogo”. Me sermoneó hasta el cansancio sobre lo ruin que era recurrir al chantaje emocional, pero me mandó mi prólogo.

Ya luego supe que no me lo quería enviar porque si veía la sección de “propiedades” del archivo de Word, podría ver el nombre de su creador, pero mi agudeza tecnológica no daba para tanto. Así que, aún teniendo ese dato frente a mis chatas narices, no fui capaz de descubrirlo. Y así siguieron pasando varios meses.

Un día, un maestro que también daba clases al grupo, me pidió que hablara con cuatro alumnas que casi no participaban, así que fui hablando con cada una. La última con la que hablé era una chica tímida que se mostró muy renuente al pedirle que participara más. Decía que le daba pena, que le costaba mucho trabajo pararse frente al grupo, que tenía temor y casi lloró cuando le dije que si no cambiaba, podría reprobar y perder su carrera. Le seguí “echando un rollo mareador” (como dicen los chavos) y ella solo me observaba y escuchaba no muy convencida, hasta que de pronto me dice: “¿le digo una cosa profe?” y yo: “¿qué?”. Y me dice ella: “Yo soy Puntos Suspensivos”. Toda mi verborrea se me congeló en el cogote en ese momento y no puedo imaginar la cara de imbécil que debo haber puesto, pero debe de haber sido bastante graciosa, porque ella empezó a contener la risa.

Intuyendo que tal vez no le creería, me explicó lo que ya mencioné del archivo donde me mandó el prólogo. Me fui a la computadora sin dejar de mirarla con desconfianza y todavía mudo de la impresión, abrí el archivo, desplegué la sección de propiedades y efectivamente, ahí estaba su nombre. Me vino a la mente la canción de Pedro Navajas. “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Oh, sí. Creo que me tomó varios días reponerme de esa sorpresa.

UN NUEVO APODO

Después de eso llegué a conocerla un poco más (por ser muy tímida, casi no había interactuado con ella). Descubrí que es una chica inteligente y noble (por ejemplo, le gusta adoptar perros callejeros, tiene seis viviendo con ella), pero no le gusta que se sepa. Durante todo este tiempo, no ha querido que le diga a sus compañeros que ella era quien me escribía. Esta columna la publico casi (más bien, totalmente) en contra de su voluntad. Así que ya no la llamé más “Puntos Suspensivos”, pero le cambié el apodo a “Rapunzel”, pues como le he dicho: “tienes un alma bella dentro de ti (una princesa), pero la mantienes cautiva en una torre, no dejas que los demás la vean”.

Ahora ella ha terminado su carrera. El jueves pasado tuvo su ceremonia de graduación y vendrán nuevas etapas en su vida, pero le debía este reconocimiento y este agradecimiento y me pareció que este era el momento perfecto para hacerlo. Gracias por todo y que Dios te bendiga, Citlalli Yazmín Landa Viveros, ex Puntos Suspensivos. Y espero algún día, ex Rapunzel.




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