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¡Que viene el lobo... bueno!

Migraciones, machismo. Las nuevas lecturas para niños están llenas de valores actuales. Pero, ¿y los clásicos? ¿Se corre el riesgo de edulcorarlos a base de corrección política?

Al calor de una fogata, generaciones de niños y niñas han escuchado truculentos relatos de lobos feroces, muchachos desobedientes que robaban en los cementerios la carne que no pudieron comprar porque se lo gastaron en dulces y la muerte venía después a reclamar lo suyo subiendo las escaleras.

Ilustración del cómic “Mexique”, de Ana Penyas y María José Ferrada.¡Que viene el lobo... bueno!

En todos los países y en todas las épocas se oía a esos niños muertitos de miedo pedir, al acabar el relato: “cuéntamelo otra vez”.

En la actualidad se ha apagado ese fuego en medio mundo y las familias, el profesorado y los autores han encontrado vías más dulces para transmitir las enseñanzas precisas a sus pupilos. Los libros infantiles y juveniles revelan un mundo amable lleno de valores nuevos. Bienvenidos sean esos textos, dicen los que entienden. Pero, ¿es la hoguera el destino de aquellos cuentos viejos?

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TEXTOS CON MENSAJE

La juventud está interesada por los temas de siempre: quieren reírse, hablar de chicos y chicas, lo clásico. Sólo una parte demuestra interés por asuntos como la violencia de género, la desigualdad, las guerras, la pobreza, la injusticia, pero no hay mayor demanda de estos temas ahora, más bien cuesta introducirlos. Todos estamos necesitados de la evasión que facilita la literatura.

La demanda de estos textos con mensaje, repletos de valores sociales de nuestro tiempo sí encuentra sin embargo una amplia oferta. Son libros de ediciones exquisitas, donde no sobra una palabra, ni falta una idea correcta. Estamos padeciendo indigestión de libros hechos para transmitir un mensaje químicamente puro y unívoco. Hay colecciones enteras de esos libros de tesis. Se está haciendo muy buena literatura urgida por los nuevos planteamientos sociológicos que tratan la homosexualidad, las migraciones, el machismo, pero alerta del revisionismo sobre los textos antiguos, pues se están retirando libros que se consideran racistas.

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LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA

Hay dos elementos a tener muy en cuenta a la hora de determinar un cambio en las lecturas del alumnado actual y uno de ellos no es precisamente la escuela, donde los textos obligados o recomendados no han cambiado tanto, o los chicos los siguen tomando como deberes.

Lo que sí está influyendo decisivamente son las familias, mucho más formadas que antes y las nuevas tecnologías. El docente o los padres pueden mediar, pero la quiebra es la alfabetización digital que excede las decisiones que se puedan tomar en la escuela o en casa. El alumnado ya elige lo que quiere por sí mismo, es completamente autónomo: qué escritor, qué lectura y cómo quiere leerlo. Lo digital está rompiendo cualquier tutela.

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LOS ‘INFLUENCERS’ Y ‘BOOKTUBERS’

Quizá no tanto, pues a los domicilios de los nuevos prescriptores de literatura infantil y juvenil no dejan de llegarles cajas con las novedades en papel. Estos nuevos líderes de opinión son muy tomados en cuenta por las editoriales. Se les llama “influencers” y sus recomendaciones a través de varios formatos digitales causan furor entre los adolescentes.

Lo que antes eran colecciones, ahora se llaman sagas y el universo de las lecturas juveniles se ha llenado de muertos vivientes, juegos del hambre y todo un mundo digital donde por supuesto tienen cabida los primeros amores. Estos influyentes recomendadores digitales se llaman “booktubers”.

Entre los nuevos valores se ha extendido también la costumbre editorial de acercar a los más jóvenes a realidades que nos rodean de la mañana a la noche: las guerras, el exilio, los migrantes, los refugiados, los holocaustos, etcétera. “Mexique” es un cuento de María José Ferrada ilustrado por Ana Penyas que relata el viaje en barco de cientos de niños del exilio español a México. Lo hacen sin concesiones, pero con belleza. Especializada en asuntos de guerra, dictadura y memoria histórica, la paleta de colores de Penyas para “Mexique” apenas sale del negro y el blanco.

“Creo que los niños están acostumbrados a ver imágenes tristes y quizá desde estos relatos puedan acercarse al dolor buscando otras sensibilidades”, dice. Ferrada tampoco busca un lenguaje especial para tratar el texto. “No hay temas de niños, ni de adultos porque compartimos un mismo mundo con sus alegrías y dolores. Lo que intento hacer ante un texto así es ponerme en la piel de los pequeños”.

“Está de moda tomar los clásicos y reeditarlos dándoles una vuelta. Por ejemplo con princesas que salvan a los príncipes, pero publicar los tradicionales sin más”, dice el editor de Anaya Infantil, Pablo Cruz. “A las editoriales nos dan cada tunda en las redes sociales. Es un momento delicado”. Los editores también tienen miedo al lobo. 




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