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Qué es, en pintura, la poesía

El universo de Sabine Finkenauer impregna la galería Rafael Pérez Hernando con un lenguaje formal simple y riguroso

Podemos usar las palabras con la tosca intención de explicotear las cosas, volcar meramente informaciones, o con la más paradójica y frecuente en este inflacionario terreno del arte, de hacerlas servir, como decía Groys, al desfile triunfal de la teoría crítica, que sin embargo se pretende en rebeldía, o sea, al pensamiento institucional. Ese pensamiento es hoy fundamentalmente discursivo, por no decir discurseante. Verbal. Sin embargo, la crítica de arte (de ser algo) es un género literario, al que por tanto hay que demandar, primero, alguna exactitud. Por ejemplo, cada vez que en un comentario de serie B se califica apresuradamente, a cualquier pintor, de poeta, la exactitud ha volado. A la vista de sus obras, seguramente estemos ante simples ilustraciones o, como mucho, ante pretendidas equivalencias visuales de un previo objeto verbal. Pero los términos “poesía” o “poeta” tienen en el arte moderno y contemporáneo su referencia histórica precisa, su exactitud.

Obras de Sabine Finkenauer en la Galería Rafael Pérez Hernando.Qué es, en pintura, la poesía

No se trata, tampoco, de una genealogía estilística: Jürgen Partenheimer —sus Cantos, sus leves acuarelas— pudo declarar haber comenzado su trabajo donde Klee lo dejó. Pero en las obras de la que es a mis ojos la última descendiente de esta familia, Sabine Finkenauer (Rockenhausen, Alemania, 1961), asentada en Barcelona desde los primeros noventa, afluyen ecos muy diversos y quizá contradictorios. El de Klee, claro está. Pero la inocencia rescatada de sus figuras infantiles evoca —quién lo diría— a un cierto Guston adelgazado; los vestidos femeninos, a un Malévich postrero; los primeros planos corporales, a Miriam Cahn… No es, pues, cuestión de estilo. Se trata, sobre todo, de una renuncia y un vaciamiento; sólo así se hace posible el cuidado de lo mínimo: una insignificante (nunca mejor dicho) gradación del color, un esquema figural que evoca sin representar. En la galería de Rafael Pérez Hernando (y en un montaje que parece competir con las pinturas en artisticidad) vemos Bosque; no sabemos de dónde viene, pero sí que es un ejemplo de esa particular poesía de la pintura en la que, si atendemos, encontraremos la alegría perdida y recobrada de cuando fuimos inocentes. La quietud de lo mínimo de la que habló Klee: “Móvil la forma grande / quieta la forma pequeña, / eso es lo que significa ‘pintura”.



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