Pompeya, ‘la más viva de las ciudades muertas’

Fue la tragedia más grande de la antigüedad. Pompeya y la vida de sus habitantes sigue fascinando al mundo. 

El 24 de octubre del año 79 d.C., según las últimas investigaciones y el descubrimiento de una inscripción, era un viernes cualquiera para los habitantes de Pompeya. Pero a primera hora de la tarde, desde el cercano volcán Vesubio se liberó una cantidad de energía similiar a la de varias bombas atómicas. En menos de 24 horas, la antigua ciudad romana de Pompeya, con 12.000-15.000 habitantes, se vio asfixiada por el gas y un diluvio de cenizas, y fue sepultada bajo seis metros de lapilli.

Al mismo tiempo, su vecina Herculano, con unos 4.000 habitantes, quedaba bajo 20 metros de fango compacto. Miles de mujeres y hombres trataron de huir, pero quedaron atrapados. Fue una muerte horrible. 

Conservadas bajo las cenizas y lapilli, las dos ciudades permanecieron sepultadas durante poco más de 1.600 años. Su redescubrimiento y sus excavaciones, que comenzaron en 1.748 bajo el reinado de Carlos III, nos han traído a la luz, tras un colosal trabajo arqueológico e investigaciones, una ciudad viva y sus tesoros. El documental «Pompeya en vivo» nos la presenta como «la más viva de las ciudades muertas», expresión con la que desde el siglo XVIII hasta hoy es conocida.

Entre los invitados del documental figura el conocido chef italiano Giorgio Locatelli, propietario del restaurante Locanda Locatelli de Londres. 

El museo le había pedido en 2013 que recreara el pan de Pompeya, partiendo de los panes que se habían encontrado en las excavaciones en un horno abandonado durante la cocción. Uno de los objetos de la exposición sobre Pompeya fue precisamente una barra de pan carbonizado encontrada en las excavaciones. 

Aparte del hecho de sobrevivir a la erupción, ese pan llamaba la atención por tres características: hay un sello en el que se lee: Propiedad de Celer, esclavo de Q. Granius Verus; está envuelto en una cuerda y se divide en ocho partes.

Al chef Giorgio Locatelli le pareció fascinante reproducir el pan de hace 2.000 años. No le pareció tarea imposible; después de todo, la fabricación del pan ha existido durante 8.000 años. 

Locatelli investigó y obtuvo una receta, que ha publicado, logrando un sabroso pan sobre el que ha esparcido anís, amapola y sésamo, porque se sabe que fueron utilizados por los panaderos romanos.

Contacto con el mundo antiguo

En el documental figura también como invitada la historiadora Mary Beard, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016, con investigaciones y publicaciones sobre Pompeya. Cuenta Mary Beard que los muertos de Pompeya han sido siempre «una de las imágenes más fuertes, verdaderas atracciones, de la ciudad destruida. En las primeras excavaciones, los esqueletos eran oportunamente “descubiertos” en presencia de visitantes especiales y figuras eminentes».

Según la historiadora británica, la impresión que suscitan las víctimas de Pompeya (reproducidas en calcos), se debe al sentido de contacto inmediato con el mundo antiguo que ofrecen, mientras sus historias cotidianas nos permiten reconstruir sus decisiones y esperanzas de personas reales, con las que podemos identificarnos después de milenios. «Podemos entender el vano optimismo de quienes se metieron en el bolsillo las llaves de la casa antes de escapar, o identificarnos con el médico que decidió llevarse los instrumentos de su trabajo», concluye Mary Beard.

La ciencia moderna ha contribuido a hacernos comprender mejor las historias de vida individual. Hoy con esos esqueletos podemos obtener una serie de informaciones sobre su estilo de vida, alimentación y enfermedades.

De la misma forma, gracias a «Pompeya en vivo», se realiza un emocionante viaje a la antigua ciudad romana. 

El British Museum advierte que hay referencias sexuales y palabras gruesas, que pueden ser molestas para ciertas audiencias.