buscar noticiasbuscar noticias

Poderoso caballero

Del Arcipreste de Hita a la actualidad, una antología recoge poemas sobre el dinero, un tema que la literatura suele evitar

Desde el “maldito parné” de la copla, que le amargó la existencia a María de la O, hasta el “maldito dinero” al que cantaba el Sr. Chinarro hace unos años, no cabe duda de que el vil metal condiciona nuestra vida cotidiana y nuestra memoria cultural. 

Leonardo di Caprio, en ‘El lobo de Wall Street’.Poderoso caballero

También la música ha sonado a menudo con la melodía de una tragaperras: los cuatro miembros de ABBA repitieron tres veces money en uno de sus estribillos discotequeros. 

Y aunque hablar de dinero nos suele poner serios, es posible tomarse la cosa con filosofía: así ocurre en la citada canción del Sr. Chinarro, protagonizada por un pobre diablo que se entretiene emitiendo papel moneda de dudosa autenticidad (“he hecho uno con mi cara feliz, / dos de Juan Ramón Jiménez / y tres de Letizia Ortiz”).

Frente a la avasalladora preponderancia de la economía en casi todos los ámbitos, la cuestión financiera ha cotizado a la baja en la lírica, cuyo único capital conocido es el simbólico. 

Si bien sigue proliferando una “poesía con cien palabras” que ha desterrado de su vocabulario cualquier referencia mundana, las relaciones entre el medio poético y el crematístico se remontan al cash contante y sonante de los tiempos áureos y desembocan en la calderilla virtual de esta época de bitcoines, criptomonedas y otras remuneraciones digitales. 

Tomándole prestado un verso a Antonio Machado, A mi trabajo acudo, con mi dinero pago se presenta como una antología temática donde José Carlos Rosales ha reunido a más de 90 poetas del orbe panhispánico, desde el Arcipreste de Hita hasta dos autores nacidos en 1984: el español Jesús Montiel y la chilena Begoña Ugalde Pascual. En su introducción, el antólogo hace suya la divisa de Wallace Stevens (“el dinero es una forma de poesía”) para trazar un jugoso recorrido por los distintos rostros de una misma moneda que ha sido, simultánea o sucesivamente, musa desdeñosa y retribución justa, “salario del miedo” y pasaporte hacia la libertad, instrumento de coerción y herramienta emancipatoria. 

No faltan en estas páginas los greatest hits de nuestro patrimonio literario: el “poderoso caballero” quevedesco, la oda becqueriana escrita al dorso de un billete de banco, los “enjambres furiosos” de monedas que convocó Lorca en su aquelarre neoyorquino, o el “alto jornal” que avalaba la mística telúrica de Claudio Rodríguez. 

Asimismo, en el volumen tienen cabida aproximaciones recientes, como la prosa de las transacciones sentimentales en Pablo García Casado, la épica del consumo en Manuel Vilas o los balances de economía doméstica en Ángeles Mora.

Tal como sucede en las operaciones antológicas (y la que nos ocupa es ejemplar en fondo y forma), habrá quien eche de menos otros enfoques, ya sean los patrocinios engañosos de la publicidad (piénsese en La semana fantástica, de Fernando Beltrán), las secuelas microeconómicas de la reciente crisis (muy presentes en los econopoemas de Sergio C. Fanjul) o las tensiones dialécticas entre ideología e intimidad (patentes en una pieza como Leer El capital, de Javier Egea). 

Ya saben que el tiempo es oro. Les garantizo que no lo gastarán en balde si deciden invertir en comprar este libro.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD