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Para pequeños lectores, grandes libros

Es importante que los niños lean, pues la lectura salva vidas

Las adaptaciones infantiles de obras clásicas son, en muchos casos, el primer contacto de los niños con la auténtica literatura. Son tan importantes que incluso Arturo Pérez-Reverte cuenta con una en su bibliografía, en su caso de “El Quijote” y por encargo de la Real Academia Española.

Para pequeños lectores, grandes libros

Para Enrique Castillejos, pedagogo con 25 años de experiencia, acercar la cultura adaptada al alumno siempre va bien.

“No es que las adaptaciones sean obligatorias. Tenemos la costumbre de hacer divisiones de todo, bueno o malo. Cuando un niño de primaria lee una obra adaptada y diez años después se topa con la original, no la verá como una nueva, sino que va a recordar que la leyó y que existe”, apunta Castillejos.

“Si nos limitamos a ser puristas, vamos a alejar a los niños de gran parte de la literatura. Las adaptaciones infantiles de los clásicos los acercan a ella. Otra forma de hacerlo es a través del cine, más popular y sencillo intelectualmente”, apunta Ana Cobos Cedillo, que pone como ejemplo “Piratas del Caribe” como puerta de acceso a “La isla del tesoro”.

“Estamos en la sociedad de la información. Si está ahí el texto, ¿por qué no acceder a él antes? Se trata de que los niños sepan que los libros no son un tostón”, opina la doctorada en Psicopedagogía, que asegura que es más fácil que un adulto se acerque al Quijote original si cuando era pequeño leyó una versión.

La lectura de adaptaciones infantiles debe acompañarse de los libros que elija el alumno, que debe ver en todo momento a sus profesores y padres leyendo, ya que “los lectores imitan”, según Castillejos.

“Si le gustan las motos, pues que lea sobre motos. ¿Pero leer sólo sobre motos? Empobrecería su abanico de posibilidades. Hay que ser complementario en toda la oferta cultural; es la clave del éxito”.

Los clásicos se empiezan a adaptar a los niños en el siglo XIX, ya que antes no existía un sistema educativo. La cultura pertenecía a las clases altas, que accedían a ella a través de tutores o colegios de élite.

“Ahora se ha extendido a todas las capas sociales. Por eso hay que facilitar que todos los niños se acerquen, porque no todos ellos van a ser una élite de formación”, apunta Cobos. Castillejos critica que no haya un plan lector y de ello deben encargarse las escuelas

“Así estamos: todos compramos libros y no los leemos. Si se consigue que los menores no asocien leer a obligaciones o notas, no creo que den por leída la obra por haber pasado por la adaptación. Si hemos conseguido crear un lector, sentirá curiosidad. El niño que un día disfrutó leyendo ‘El Quijote’, un día querrá leer el original”, señala el pedagogo.

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Adaptaciones infantiles de obras clásicas actualmente a la venta.

RESPETAR LA OBRA ORIGINAL SIN PERDER ATRACTIVO, NI DIVERSIÓN

¿Cómo es una buena adaptación, capaz de despertar el gusanillo lector?

Cobos detalla: “deben ser atractivas y emocionantes, con un lenguaje accesible, ilustraciones que ayuden a comprender la historia, notas de humor y personajes con los que los niños se identifiquen”. Los expertos disienten en si es respetuoso hacia el original inventarse personajes.

Castillejos considera que no tiene mucho sentido, aunque pedagógicamente sea aceptable. La psicopedagoga cree que basta con respetar el argumento, el carácter de los personajes y las moralejas.

“Si podemos reconocer el original que hay detrás, es que ahí está su esencia”, dice. Todos coinciden en que no hay una edad para las adaptaciones, ni para pasar al texto puro. Depende del alumno, de si su familia lee, de su madurez, comprensión lectora, vocabulario y experiencia.

Castillejos considera que la televisión y los videojuegos son la gran competencia de los libros entre los niños. “Biológicamente el humano es un ser vago que busca gastar la menor energía posible. Una actividad sencilla, quedarse ante una pantalla, tiene muy poco gasto. Leer requiere más esfuerzo e imaginación, lo cual no significa que haya que prohibir nada. Hay momentos para jugar, otros para ver la tele y otros para leer periódicos, obras adaptadas, libros. Todo es una cadena complementaria en la que podemos elegir la actividad más provechosa en cada momento”, aconseja.

¿VETAR ‘LA CAPERUCITA ROJA’? ¡NUNCA!

Los expertos se declaran en contra del veto a “La Caperucita Roja” y otros cuentos clásicos por sexistas que han llevado a cabo algunas bibliotecas.

Adaptarlos resulta muy atractivo porque se acercan a la realidad y desmitifican los roles establecidos. Pero hay que recordar que el niño conecta con los personajes de una manera lúdica y a nivel emocional, sin darle el significado ofuscado de un adulto.

En los cuentos clásicos encontramos representaciones simbólicas que ofrecen un mensaje moral sin conceptos abstractos y dan forma y coherencia a las imágenes mentales de los menores.

Es más fácil que los menores lean los cuentos originales y explicarles las diferencias culturales, que las van a entender muy bien, que prohibir una lectura.




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