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Max Born, el Nobel humilde de la mecánica cuántica

Destacó además por sus investigaciones teóricas sobre la dinámica de los sistemas cristalinos, la óptica y la química

Cuando lo que trasciende de la ciencia es el eco de los artículos publicados en revistas especializadas, la presentación de experimentos o la concesión de los premios Nobel existe la posibilidad de dejar en el olvido a auténticos investigadores de laboratorio o profesores vocacionales que con sus descubrimientos, han contribuido a mejorar el mundo. El caso del físico y matemático alemán Max Born, es un claro ejemplo de ello.

Max Born, el Nobel humilde de la mecánica cuántica

PREMIO NOBEL

Born recibió el máximo premio compartido con Walter Bothe por su valiosa contribución a la mecánica cuántica, de la que es el padre junto a Niels Bohr en 1954, pero esa justificación es insuficiente porque debería haberlo recibido 20 años antes. Además, tenía otras grandes virtudes como científico y ser humano, ya que siempre fue humilde, generoso, le gustó trabajar en equipo. Ayudó siempre a los jóvenes investigadores, tuvo gran conciencia social y fue un incansable luchador por la paz.

Muchas de estas cualidades le vinieron a Max Born sin duda dadas por las circunstancias y es que nació en el seno de una familia judía en Breslau, reino de Prusia en aquel tiempo, un 11 de diciembre de 1882. Su padre, Gustav Jacob Born, era anatomista y embriólogo. Tuvo una hermana y quedó huérfano de madre cuando tenía cuatro años.

Born superó la escuela con buenas notas y estudió de forma sucesiva en las universidades de Breslau, Heidelberg y Zurich. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Götinga en 1907 bajo la supervisión del famoso matemático Felix Klein con la tesis titulada “Estudios sobre la estabilidad de la línea elástica en el plano y el espacio bajo diferentes condiciones de contorno”.

En la universidad entró en contacto con muchos destacados científicos y matemáticos de la época como profesor ayudante y colaborador, entre ellos el ya mencionado Felix Klein, David Hilbert, Hermann Minkowski, David Carle Runge Tolm, Karl Schwarzschild y Woldemar Voigt.

En Götinga, Born, Klein, Hilbert y Minkowski fueron conocidos como los “sumos sacerdotes” de la matemática y de hecho los apodaban “Los mandarines” por su inalcanzable nivel y brillantez.

Desde la primera clase congeniaron y el joven Max estrechó lazos no sólo profesionales, sino también de amistad con estos investigadores. Hilbert vio que Born tenía habilidades excepcionales y se convirtió en su mentor, además de elegirlo para ser el primero en ocupar el puesto semioficial como su auxiliar, aunque sin remunerar.

Max Born fue nombrado profesor de Física Teórica en la Universidad de Götinga en 1921, donde comenzó a funcionar una escuela autorizada para las investigaciones de física cuántica. Gracias a él, esta última institución se convertiría en la escuela de física teórica más importante del mundo. Trabajó junto a Werner Heisenberg y llegaron a descubrir las “matrices de números” que podrían ser empleadas para preparar la primera teoría cuántica profunda.

En 1926, Born y su ayudante formularon una explicación completa de la nueva teoría, aunque poco después su gran trabajo se convirtió en decepción para Born al no compartir el Premio Nobel de Física 1932 con él.

IMPORTANTES INVESTIGACIONES

Max realizó destacados estudios sobre dinámica de las estructuras reticulares cristalinas como “Dynamik der Kristallgitter” (1915) y acerca de la teoría de la relatividad “Die Relativitätstheorie” (1923) y estableció una esencial clarificación crítica de la mecánica cuántica en “Atommechanik” (1925); “Atomdynamik” (1926) y “Física atómica” (1935).

SU AMISTAD CON EINSTEIN

Algo tal vez no muy conocido es que Max Born mantuvo siempre una relación muy especial con Albert Einstein y fueron amigos toda la vida, aunque las discrepancias científicas sobre la naturaleza descritas por la mecánica cuántica fueron notables entre ambos, ya que Einstein no creía que la naturaleza estuviese regida por leyes estadísticas.

De hecho, Born fue a quien iba dirigida la famosa frase “Dios no juega a los dados” escrita por Einstein. A pesar de todo mantuvo toda su vida una admiración inmensa por Einstein al que consideraba un maestro, reconociéndole una influencia incalculable en su trabajo y siempre trató de difundir la Teoría de la Relatividad, cuyo desarrollo consideraba genial y como él mismo afirmó, “decidí no trabajar en la Teoría de la Relatividad porque nunca podría llegar a la aportación genial de Einstein”.

SU CONTRIBUCIÓN A LA CIENCIA

En este renglón destacan sus investigaciones teóricas sobre la dinámica de los sistemas cristalinos, óptica y mecánica cuántica. La frase de que “en ningún lugar puede hacerse física sin topar, de forma directa o indirecta, con el nombre de Max Born” refleja la trascendencia de su vida y de sus investigaciones, aunque quizás la más influyente a la teoría cuántica era su concepto de que la función de onda sólo podría ser empleada para predecir las probabilidades de diferentes resultados siendo concluidas en mediciones. Más precisamente, que el cuadrado de la función de la onda simboliza una densidad de probabilidad. El concepto se denominó como la Interpretación Estadística de la Teoría Cuántica.

SU VIDA PRIVADA

Contrajo matrimonio con Hedwig Ehrenberg, también de origen judío como él aunque de religión cristiana, pero Born se convirtió al luteranismo poco después. El matrimonio tuvo tres hijos y uno de ellos, Irene, como anécdota, fue madre de la famosa cantante Olivia Newton John.

Max Born falleció el 5 de enero de 1970 en Götinga a la edad de 87 años, considerado uno de los investigadores más decisivos en los campos de la física y las matemáticas, pero fue mucho más al saber demostrar con humildad en su trabajo docente que se puede influir, potenciar y favorecer el trabajo de los más jóvenes para inculcarles el amor por la ciencia con el que él se convirtió en padre de la mecánica cuántica. (EP)




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