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Las Brontë nunca decepcionan

La autora Isabel Greenberg dedica su tercer cómic, 'La ciudad de cristal', al mundo imaginario creado en la infancia por la saga familiar más famosa de la literatura

Cómic Ciudad de Cristal.Las Brontë nunca decepcionan

Isabel Greenberg sorprendió con su primer libro, La Enciclopedia de la Tierra Temprana, por un original imaginario fantástico, que la convirtió en 2013 en una de las autoras de cómic que logró el reconocimiento total. El éxito a los 25 sin pasar por la industria de los influencer, ese vivero de triunfos fulgurantes con o sin mucho trabajo detrás, comienza a resultar una extravagancia. Tampoco la presión de la segunda obra defraudó. Las cien noches de Hero resultó una fábula bastante más oscura que homenajeaba a Las mil y una noches pasada por un tamiz feminista: mujeres que se amaban entre sí y que eran castigadas por aspirar al conocimiento. Las religiones monoteístas, con sus omnívoros patriarcados, en el punto de mira.

Una semana antes de la visita de Greenberg a Madrid en 2017 para promocionar aquella segunda novela gráfica, había visitado la rectoría de Yorkshire donde se criaron las hermanas Brontë. Ya tenía en la cabeza su nuevo proyecto: la puesta en escena de la infancia que condicionó a la que acaso sea la saga familiar más literaria del mundo. De aquella excursión y de muchas lecturas ha nacido La ciudad de cristal, el tercer cómic de Greenberg donde sus lectores se reencontrarán con su singular dibujo de falso trazo infantil y grandes alegrías a doble página. Hay, también, más color que en sus anteriores. El color, de hecho, va invadiendo nuevos dominios en cada álbum, desde el bitono del primero hasta el actual, donde recurre a fondos cambiantes para acompañar la trama (grises para las conversaciones entre Charlotte Brontë y su amigo imaginario, rosas para las vidas reales y coloristas para la sucesión de hechos ficticios de los personajes creados por los cuatro hermanos (Charlotte, Emily, Ann y Branwell).

Biografías de las Brontë hay muchas –más si cabe tras el bicentenario del nacimiento de Emily celebrado en 2018- y Greenberg ha demostrado su sutileza esquivando la tentación de realizar una más. En su lugar ha optado por reconstruir los días de su infancia y juventud, donde se arman los pilares sobre los que luego se asentarían sus novelas. Y ni siquiera aquí cae en la mera reconstrucción biográfica de sus años de formación. Aunque está el marco y están los acontecimientos (las muertes prematuras y sucesivas de sus dos hermanas mayores, el libre acceso al conocimiento a través de la biblioteca de su padre o el desapacible paso por varios internados), la dibujante ha elegido ahondar en el mundo de fantasía construido por ellos para entretener sus ocios en los páramos, donde la desolación no solo fluía del paisaje. La ciudad del cristal fue un imaginario mundo real, creado a partir de los soldados que les había regalado su padre, el reverendo Patrick Brontë.

Las pugnas entre ellos por el desarrollo de las vidas de sus personajes de ficción (Zamorna, Quashia, Zenobia…) abrirán una brecha entre los hermanos, que se bifurcan en dos bandos creativos: Charlotte y Branwell continuarán con las riendas de Angria, mientras que Emily y Ann crearán una isla de ficción llamada Gondal. Finalmente todo el espacio quedará en manos de Charlotte, erigida en el eje central de este cómic y única superviviente del clan en 1849, punto de arranque de la historia. Una Charlotte obsesionada con la fantasía de Angria, donde la vida podía discurrir con menos limitaciones que las impuestas por la realidad del siglo XIX a una mujer con mucho más talento que dinero como era su caso. El cómic de Greenberg explora esa frontera entre lo que es y lo que podría ser, también la seducción que puede despertar la imaginación en los espíritus inconformistas. La ciudad de cristal fue la claraboya de las Brontë para huir de la realidad. Sin ella probablemente no habrían existido Agnes Gray, Jane Eyre o Cumbres borrascosas.



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