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La vida en las primeras ciudades: violencia, enfermedades y desnutrición

Un tercio de una urbe de hace nueve mil años tuvo infecciones, pedradas en la cabeza y problemas dentales

Después de cientos de miles de años deambulando por el planeta, hace unos diez milenios los humanos dejaron de hacerlo. En la gran revolución que fue el Neolítico, unos pocos adelantados se asentaron y vivieron de lo que cosechaban y pastoreaban. Ahora, el estudio de los muertos de una de aquellas primeras ciudades muestra que sus habitantes cogieron nuevas enfermedades, sufrieron niveles de violencia nunca vistos y pasaron hambre. Sin embargo, hoy la mayoría de las personas vive en ciudades y la práctica totalidad se alimenta con productos criados o cultivados.

Panorámica parcial del yacimiento de Çatalhöyük (Çatalhoyuk Research Project).La vida en las primeras ciudades: violencia, enfermedades y desnutrición

En la llanura de Konya, en el sur de la región central de la actual Turquía, se descubrió en los años 60 la ciudad de Çatalhöyük. Las primeras casas, hechas de ladrillos de adobe, tienen 9.100 años. No es la primera urbe de la Prehistoria, hay aglomeraciones urbanas varios siglos más antiguas (Ain Ghazal, Beidha o Shkarat Msaied, todas en el cercano oriente), pero sí es la mejor conservada. En la ciudad, que ocupa unas trece hectáreas, llegaron a vivir hasta 8.000 personas, una densidad de población de unos 600 habitantes por kilómetro cuadrado (h/km2). No son los 6.000 h/km2 de Madrid o Ciudad de México, pero es una cifra muy elevada para una aglomeración de casas de una altura.

"Çatalhöyük fue una de las primeras comunidades protourbanas del mundo y sus residentes tuvieron los problemas que implica reunir a mucha gente en un área reducida durante mucho tiempo", dice el profesor de Antropología de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU) y coautor del estudio Clark Larsen. La revista PNAS publica ahora los resultados de 25 años de investigación de una decena de científicos capitaneados por Larsen, la mayoría bioarqueólogos, que buscan en los restos humanos (sobre todo huesos y dientes) saber cómo vivían aquellos primeros urbanitas. Y han tenido bastante con qué investigar: Hasta 470 individuos completos y restos de otros 272. Enterrados en su inmensa mayoría bajo el suelo de las casas.

Tal superpoblación en una ciudad donde ni siquiera había calles y se entraba al hogar por el tejado, debía generar estrés social y este degenerar en actos violentos. Una submuestra de casi 100 cráneos desvela una violencia no encontrada antes en el registro fósil. 25 de las cabezas tienen marcas de al menos una fractura (los hay con más de una). Salvo una lesión provocada por algún objeto punzante, el resto tienen una forma ovalada y con aplastamiento del hueso craneal. Esto encajaría con golpes provocados por una piedra. En muchos casos, en especial en los de las mujeres, la pedrada fue por la espalda.

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La inmensa mayoría de los más de 700 cuerpos recuperados estaban enterrados bajo el suelo de las casas. Este aparece decapitado y no es el único (Çatalhoyuk Research Project/Jason Quinlan).




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