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La Nobel que salvó del nazismo a otra Nobel

La escritora sueca Selma Lagerlöf facilitó en 1940 el salvoconducto para la huida de la poeta Nelly Sachs.

El 10 de diciembre de 1966 la poeta alemana Nelly Sachs (1891-1970) recibió el Nobel de Literatura en Estocolmo compartido con Shmuel Agnon. En su discurso había algo más que gratitud: “en el verano de 1939 una amiga alemana vino a Suecia a visitar a Selma Lagerlöf para pedirle que encontrase un refugio para mi madre y para mi. En la primavera de 1940, después de meses tortuosos, llegamos a Estocolmo. Ya se había producido la ocupación de Dinamarca y Noruega. La gran novelista ya no estaba”.

La escritora sueca Selma Lagerlöf, en 1909, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura.La Nobel que salvó del nazismo a otra Nobel

SELMA LAGERLÖF, “LA GRAN NOVELISTA”

La primera mujer en ganar el Nobel de Literatura (1909), la autora traducida a medio centenar de idiomas, murió el 16 de marzo de 1940 sin saber si su intervención había bastado para salvar a la poeta y a su madre de raíces judías de la maquinaria de exterminio nazi.

Gracias a su mediación, huyeron de Berlín en el último avión que despegó hacia Estocolmo. El salvoconducto había llegado al mismo tiempo que la orden de deportación de las dos mujeres a un campo nazi, según recordó Belén Yuste, comisaria de la exposición “Mujeres Nobel” en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, donde se rememora esta historia.

Nelly Sachs se salvó del nazismo, pero como tantas otras víctimas, malvivió con el trauma de la superviviente. Dejó de escribir. Aquella poesía romántica que había cultivado no servía para el holocausto. Calló hasta recibir el siguiente golpe: la desaparición de un amor de juventud en un campo de concentración. La poesía volvió de otra manera, al servicio de la memoria, del horror. Plegarias por el novio muerto fue su primer poema en Suecia incluido en el libro “En las moradas de la muerte”, publicado en 1986 en España en una colección de Orbis dedicada a los premios Nobel.

HIPERACTIVIDAD EPISTOLAR

Lagerlöf y Sachs jamás se encontraron, pero su relación comenzó mucho antes de 1940 cuando la alemana leyó deslumbrada “La saga de Gösta Berling”, de la escritora sueca. Tenía 15 años y decidió escribirle movida por la admiración. Lagerlöf le contestó e inauguró uno de los muchos hilos epistolares que alimentaría durante su vida.

“LEYENDAS Y RELATOS”

Más adelante, en 1921, la primera publicación de Nelly Sachs en Alemania, “Leyendas y relatos”, está dedicada a la escritora nórdica, que elogia la obra en una breve postal: “mi más sentido agradecimiento por tan hermoso libro. Yo misma no lo hubiese podido escribir mejor”. Humor y seguridad. Dos rasgos de Lagerlöf, que salpican su descomunal archivo epistolar que contiene más de 40 mil cartas según Elizabeth Lagerlöf, secretaria de la Fundación Marbacka, que gestiona el legado de la autora sueca sobre el que impartió ayer una conferencia en la Biblioteca Nacional.

“Sigue siendo una autora viva en todos los niveles de la vida cultural. Ahora mismo se están representando obras suyas en Estocolmo y Gotemburgo y en la región donde nació hay un teatro que adapta sus libros por el que pasan unas 20 mil personas cada año. Es también un icono para el movimiento feminista, inauguró la Conferencia Internacional de Sufragistas celebrada en Estocolmo en 1911 y escribió sobre mujeres fuertes que podían hacer las mismas cosas que los hombres”, señala Elizabeth Lagerlöf, sobrina-nieta de la autora.

Selma Lagerlöf nació en 1858 en una región cercana a la frontera con Noruega en una familia acomodada que iría a menos. A los tres años sufrió una parálisis que la incapacitó para caminar durante los siguientes cuatro años y que lastró su movilidad de por vida.

Estudió para ser profesora, la única ocupación permitida a las suecas entonces y ejerció durante una década hasta que su primera novela, “La saga de Gösta Berling”, triunfa -antes en Dinamarca que en Suecia- y le permite concentrarse en la literatura. “Seré elegida para la academia sueca y ganaré el Premio Nobel. Eso no debería inquietarte”, confía Lagerlöf en una carta de 1903 a la escritora Sophie Elkan con la que viajará por Egipto y Palestina, entre otros lugares.

Lagerlöf no hacía autoficción, pero extraía buena parte de sus argumentos de la realidad como “El emperador de Portugalia”, donde aborda una historia de amor, enajenación y prostitución que ocurrió cerca de su casa de Marbacka o “El dinero del señor Arne”, que se inspira en el crimen real de la familia de un sacerdote y el reencuentro de la única superviviente con uno de los asesinos años después. (EP)





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