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“La monarquía para sobrevivir no debe dar titulares”

Un nuevo ensayo indaga en la figura de María Cristina, la poderosa reina de España que se enriqueció con corruptelas durante la industralización de España

En el origen de la corrupción monárquica y, por extensión, política y social española hay una mujer. Su nombre es María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Nació en Palermo, pero como toda aspirante a algún tipo de trono sabía lo que iba a encontrarse cuando llegase a España. Llegó para casarse con Fernando VII. Lo hizo. Cuando él murió, en 1833, ella accedió al trono. María Cristina —la reina de ese famoso verso de canción “María Cristina me quiere gobernar”— reinó durante siete años como regente, entre los tres y los diez de su hija, la verdadera heredera al trono, Isabel II, y utilizó su posición para enriquecerse tanto como pudo.

Paula Cifuentes.“La monarquía para sobrevivir no debe dar titulares”

María Cristina es uno de ellos. ¿Por qué? Porque ha sido la reina más ambiciosa que ha tenido España. Conspiró, robó, fue al exilio dos veces y no hubo negocio lucrativo que no intentara controlar. “Cuando veo lo que ocurre hoy en España, me digo: ‘Mira, María Cristina’. Todo lo que pasa es culpa suya. Ella lo inició”, dice la escritora. Por ejemplo, cuando lee sobre las comisiones de la construcción del tren de alta velocidad a la Meca, recuerda que María Cristina compró negocios relacionados con el material que iba a necesitar el ferrocarril justo antes de dar luz verde a su construcción en España. “Los bancos de hoy se fundaron en su época, con empresarios llegados de las colonias a los que benefició”, dice.

Por eso, entre los apellidos de empresarios cuyos negocios cotizan hoy en el Ibex 35 hay aún alguno de los que traficaban con esclavos y azúcar, en Cuba, y que llegaron aquí de mano de la reina regente. “Casi todos los marquesados son de esa clase nueva, que ella inventó, y de la que sacó provecho”, cuenta Cifuentes, que cree que las malas prácticas de hoy se gestaron en plena época absolutista bajo su mandato. “Como gobernadora fue nefasta, pero como persona es interesantísima”, dice. Dos facetas de ella le intrigaban especialmente. La de madre, y la de personaje público. “Quería tener una vida burguesa, plácida y feliz, y amó con locura a su segundo marido, algo poco común entonces”, cuenta.

“Me fascinaba la manera en que parecía no sentir nada por sus hijos legítimos y sentirlo todo por sus hijas ilegítimas. Es como si los primeros formaran parte de ese mundo impuesto, el del poder. Con las ilegítimas, en cambio, podía limitarse a ser madre”, relata Cifuentes, que también ve en el espejo de esa época la división de partidos políticos que tenemos hoy en día y la necesidad de la reina, entonces, de mantenerse al margen. “Si la monarquía quiere persistir, no debe dar ningún titular”, dice, aunque tiene claro que “es una institución anacrónica” y que “en el siglo XXI ni los monárquicos pueden defenderla como moderna”.

¿Y qué hay de su aproximación a la figura, que tiene aspecto de novela de no ficción? “No quería un ensayo académico, sino un libro ilustrativo, que acercase la época, ese siglo XIX en el que tantas cosas pasaron y tan rápido, a este”, contesta.

Entre los momentos clave del libro está la gestación del famoso verso antes mencionado —ese María Cristina te quiere gobernar— que, cuenta Cifuentes, ocurrió con María Antonieta. “Fue creado por sus enemigos políticos, a modo de eslogan, para denigrarla”. ¿El motivo? “En España siempre se han preferido las reinas piadosas y sumisas, y ella defraudó al pueblo cuando echó a volar sola”. María Cristina fue expulsada finalmente de España en 1854 y se le retiró la pensión vitalicia. “El pueblo estaba harto de su corrupción, porque no había proyecto industrial en España en el que no tuviera intereses”, añade Cifuentes. Así fue, dice, cómo empezó todo.



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