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La génesis de un genio

Una nueva edición rescata las grabaciones de la primera época del músico para demostrar que antes que el célebre cantante estaba el pianista, de enorme talento e influencia en el jazz

Algunos años antes de encandilar a todo Estados Unidos con su sofisticada voz, de convertirse en el artista más vendido de su generación, y mucho antes de seducir a propios y extraños cantando en español “si Adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar”,  Nat King Cole (1919-1965) ya era un músico extraordinario y precoz, con variadas y diferentes facetas. Entre ellas, una destaca particularmente: Cole enseguida se convirtió en un pianista brillante e influyente, cuyo legado y aportaciones al desarrollo del jazz entre finales de los años treinta y principios de los cuarenta ha quedado inevitablemente eclipsado por el enorme éxito de su perfil como cantante melódico, en el que se concentró a medida que su potencial comercial fue creciendo.

La génesis de un genio

La mayor parte del material son “transcripciones”, grabaciones hechas para la radio y no comercializadas

Como pianista, Cole ejerció una influencia no menos importante en numerosos gigantes del instrumento: si bien él era un fiel heredero de maestros como Earl Hines, Teddy Wilson y, en menor medida, Art Tatum y Count Basie, su articulado fraseo y cierta modernidad en su discurso lo convierten en un pianista clave para entender el devenir del lenguaje jazzístico del instrumento en esa transición que fue de la era del swing hasta el bebop. Desde ­Erroll Garner a George Shearing, Hank Jones o el propio Oscar Peterson, que llegó a publicar un álbum dedicado a Cole cuando murió, son innumerables los solistas que acusan influencia del piano grácil y vivaz de aquel Cole que aún no imaginaba que un día sería el cantante más popular de América.

El trío ya estaba en circulación tiempo antes de la publicación de sus primeros discos, gracias a las denominadas “transcripciones”: grabaciones realizadas ex profeso para su difusión radiofónica, no comercializadas entre el público, y que solo sonaban en las emisoras o en los jukebox que uno encontraba en bares, cafeterías, etcétera. Así, la música del King Cole Trio (como se hacían llamar entonces) llegó a muchos hogares americanos gracias a la radio, y cuando el sello Decca los grabó por fin para publicar discos que serían comercializados, a finales de 1940, el grupo era ya una refinada máquina de swing que produjo, entre otros, el primer éxito de Cole: una preciosa versión de ‘Sweet Lorraine’, que se convertiría para siempre en uno de sus temas recurrentes.

A partir de ahí, su ascensión fue imparable: más transcripciones radiofónicas, más discos, su encuentro con Norman Granz, cuyo primer disco como productor es una sesión de 1942 con Cole, el contrabajista Red Callender y nada menos que el saxofonista Lester Young, un encuentro en el estudio con el trompetista Harry Sweets Edison y un jovencísimo Dexter Gordon, e innumerables grabaciones con su trío y diferentes vocalistas.

Todo esto está en este Hittin’ the Ramp, una edición que recoge íntegro el material que se conoce de Nat King Cole entre 1936 y 1943, la mayor parte sacado de esas transcripciones radiofónicas junto a su trío: más de un centenar de piezas.



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