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La complejidad educativa del regreso a clases

La SEP propone un modelo que brinde flexibilidad al combinar estrategias, métodos, herramientas y recursos de las modalidades escolarizada y no escolarizada, pero ¿cómo hacerlo?

Cada día aumenta la presión por regresar a una vida parecida a la que teníamos antes de marzo de 2020. En lo económico se habla de volver a niveles de empleo parecidos a los de antes de la pandemia. El 27 de julio, se redefinió quiénes son las personas en condiciones de vulnerabilidad, abriendo el paso a la reactivación de la vida social. 

Un niño y una madre de familia esperan afuera de un plantel escolar.La complejidad educativa del regreso a clases

CLASES, LLUEVE O TRUENE

En educación, el presidente López Obrador declaró el 24 de julio pasado que las clases presenciales iniciarán a finales de agosto “llueve, truene o relampaguee”.

El regreso a clases requiere de acciones concretas para asegurar el bienestar de los docentes y los estudiantes. Educadores y analistas han examinado la necesidad de crear un programa de recuperación de alumnos en riesgo de abandonar la escuela; de resarcir lo robado en escuelas vandalizadas, dar mantenimiento y limpiar los planteles cerrados desde hace más de un año; de hacer los cambios necesarios a las aulas para conseguir una ventilación adecuada y asegurar la repartición oportuna de agua, jabón, y cubrebocas. Todas estas acciones requieren de presupuesto adicional urgente y tiempo para realizar los trabajos de reparación, limpieza y mantenimiento para organizar el funcionamiento de las escuelas en estas condiciones.

  • Suponiendo que estos aspectos puedan resolverse en tiempo y forma, queda por discutir cómo va a funcionar la escuela en los meses y años que vienen. 

El debate que realmente nos hace falta es qué vamos a hacer en la escuela con los métodos y con la concepción misma de aprendizaje, con el papel de las y los docentes, y con los contenidos que se enseñan. Aquí es donde todavía hay menos claridad. Tanto la Secretaría de Educación Pública (SEP) como los gobiernos estatales reconocen que en este momento el regreso a la escuela sólo será posible si se combinan encuentros presenciales con actividades a distancia, lo que se conoce como modalidad mixta o híbrida, muchas veces apuntando al uso de tecnologías digitales —ver, por ejemplo, el documento del Consejo Técnico Escolar—.

Tanto Puebla como Jalisco se han pronunciado a favor del desarrollo de una propuesta “híbrida”; han destacado que, si bien se plantea el retorno a las aulas, también se ofrece la opción de seguir a distancia. Por su parte, el presidente de la República ha señalado: “Vamos a ser respetuosos, nada se puede hacer por la fuerza. Se abren las escuelas, se regresa a clases, ¿no quieren que vayan sus hijos a las escuelas? Pues no los manden”. Al respecto, una pregunta crucial es: ¿cómo se organiza el trabajo educativo bajo estos lineamientos para estudiantes que asisten, otros que se quedan en casa y unos más que alternan su presencia en distintos esquemas temporales?

Si bien existe un consenso sobre que lo mixto se refiere a una combinación de lo presencial con una modalidad a distancia, la dimensión pedagógica —las actividades para aprender y cómo llevar simultáneamente el trabajo en casa con el trabajo en el aula— queda imprecisa.

MODELO FLEXIBLE

La SEP señala que se requiere un modelo que brinde "flexibilidad al combinar estrategias, métodos, herramientas y recursos de las modalidades escolarizada y no escolarizada”, pero este tipo de pronunciamientos dan pocas pistas sobre lo que los docentes y los estudiantes van hacer.

"Flexibilidad al combinar estrategias, métodos, herramientas y recursos de las modalidades escolarizada y no escolarizada”

En concreto: ¿qué significa integrar ambientes?, ¿en qué consiste la flexibilidad?, ¿cuáles son las estrategias y los métodos por combinar?, ¿con qué herramientas y recursos cuentan los profesores y los estudiantes? Sobre los materiales para el trabajo a distancia, la SEP también propone que “televisión, radio, libros de texto gratuitos, visitas personalizadas de maestros a alumnos en sus casas y materiales en lenguas indígenas, son medios para continuar con la difusión del conocimiento en las y los estudiantes”.

Resulta, entonces, que lo híbrido señala simultáneamente la modalidad presencial y la modalidad a distancia; el aprendizaje autónomo y el acompañamiento; el trabajo en línea y las visitas a domicilio; así como el empleo de múltiples materiales, entornos y medios de distribución de contenidos y ejercicios. 

Tenemos que reconocer que se requiere precisar con mayor definición lo que podría ser una modalidad híbrida o mixta; esas respuestas dependen del contexto, de las experiencias acumuladas en la pandemia, así como de los recursos disponibles en la comunidad y en la escuela.

En teoría, la posibilidad de movilizar distintas opciones organizativas, materiales y formas de interacción suena enriquecedora, pero en la práctica exige resolver cuestiones como: ¿qué significa en el día a día en la vida en las escuelas?, ¿cómo se organizan los grupos? Si el grupo se divide: ¿la o el profesor debe planear para dos grupos a la vez, el que está en el aula y el que está en la casa?, ¿cómo —ante jornadas y grupos fragmentados— articular esfuerzos, contenidos, materiales?, ¿las actividades a realizar en la casa son las mismas que en el aula?, ¿el trabajo académico continúa de una modalidad a otra, de una organización colectiva a una individual? Mientras unos estudiantes están trabajando a distancia y otros en el aula, ¿quién los atiende?, ¿cómo son atendidos?, ¿cuál será el horario real de trabajo para el profesor? 

Las grandes desigualdades en la conectividad y en los espacios físicos para asistir a las sesiones de clase a distancia, así como la disparidad en los dispositivos digitales y su distribución en las familias, impactan en las posibilidades de participación del personal docente y de las y los alumnos y sus familias. El Inegi reporta, por ejemplo, que en la gran mayoría de los casos los estudiantes de primaria y secundaria (72?% y 70?% respectivamente) cuentan con un celular inteligente para realizar las actividades escolares, y que el 75.6?% de los alumnos de primaria y 52.6?% de secundaria deben compartir los dispositivos con el resto de su familia. 

Una alumna con una computadora y módem a su disposición tiene mejores condiciones materiales que una alumna cuya única manera de conectarse es con el celular que comparte con el resto de su familia y que su papá lleva al trabajo todos los días. Esta joven sólo puede escribirle a su maestra por WhatsApp para pedirle la tarea en la noche, cuando su padre llega de trabajar.

A ellos hay que sumarles la porción de estudiantes que —por sus condiciones de creciente precariedad— no cuentan ni con conectividad, ni con soportes para la comunicación con sus profesores. Muchos estudiantes, sobre todo los más pobres, no cuentan con lo mínimo necesario para participar plenamente en una modalidad educativa a distancia. Pedir las tareas y entregarlas no es participar al igual que los demás. 

  • Ante la falta de propuestas claras, en muchos casos los docentes han regresado a actividades escolares antes superadas: el dictado, el pase de lista en voz alta, el uso extendido de cuestionarios.

Esto significa que, para efectos prácticos y debido a la alta heterogeneidad en las experiencias de los alumnos, los grupos serán, potencialmente, similares a los grupos multigrado; es decir, con diferencias importantes entre los saberes y experiencias de los estudiantes.



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