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La cámara fotográfica más cara de la historia

Una Leica de 1923 se vende en una subasta en Viena por 2.4 millones de dólares, el precio más alto jamás pagado

Una cámara de fotografía Leica de 1923 se subastó en la Galería Westlicht de Viena por 2.9 millones de dólares 2.4 millones de euros con lo que se convirtió en la más cara del mundo y de la historia.

La cámara más cara del mundo es una Leica de 1923 se vende en una subasta en Viena por 2,4 millones, el precio más alto jamás pagado.La cámara fotográfica más cara de la historia

“Es el precio más alto que se haya pagado por una cámara en una subasta”, afirmó la galería en un comunicado.

Varios coleccionistas en la sala y por teléfono participaron en la emocionante guerra de ofertas y elevaron el precio inicial de 400 mil euros a un resultado seis veces mayor, añadió. Según la nota, el excelente estado de la cámara, el número 122 de la “serie 0”, la primera en salir al mercado, contribuyó a animar a los postores.

“Sólo cerca de 25 cámaras de este tipo fueron producidas como prueba para el mercado en 1923, dos años antes de introducir la Leica A. La serie 0 es una de las mayores rarezas de la historia de las cámaras y la que se ofrecía es probablemente el ejemplo más original y en mejores condiciones”, se explica en la web de la galería, donde se aclara que el objeto procedía de la famosa colección de Jim Jannard, el diseñador y empresario de Estados Unidos fundador de la compañía Oakley y de la firma de cine digital Red. 

La suma pagada batió el récord que mantenía hasta hoy la Leica número 116 de la misma serie, subastada por 2.16 millones de euros también en Westlicht, en 2012.

UN MITO QUE SE NIEGA A MORIR

El nacimiento del mito tiene una fecha: marzo de 1914, está marcado por una frase de su creador, “la cámara liliput está terminada” y la leyenda que se ha creado en torno al nacimiento de la cámara fotográfica Leica señala que el ingeniero y mecánico de precisión Oskar Bernak, un fotógrafo aficionado de salud frágil, tenía problemas para cargar las grandes cámaras de placas que se usaban en la época.

Bernak, que trabajaba como ingeniero en la empresa Leitz, sufría de asma, por lo que se propuso disminuir el tamaño y el peso de las cámaras fotográficas para poder realizar fotografías en exteriores. Entre 1913 y 1914 adaptó para uso fotográfico el formato de la película de 35 milímetros que se utilizaba en el cine. Los carretes de película perforada en el lateral permitían realizar un mayor número de fotos sin la necesidad de cambiar de placa en cada fotografía.

Tuvieron que pasar 10 años para que la primera Leica viera la luz. La guerra y la crisis económica que vivió Alemania retrasaron su salida al mercado, pero cuando la cámara fue presentada al público cautivó a los fotógrafos profesionales y aficionados, revolucionó la fotografía y cimentó el mito de la marca. Por primera vez, los fotógrafos tenían entre sus manos una cámara pequeña y casi silenciosa con la cual podían trabajar de forma rápida y casi desapercibida.

COMO NINGUNA OTRA

Es posible que no exista ninguna otra cámara en el mundo con la cual se haya documentado tanta historia. La Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial, los cambios sociales que estremecieron los años sesenta del siglo pasado, la guerra de Vietnam.

Henri Cartier Bresson, quizá el fotógrafo más importante del siglo XX y cuyo trabajo tuvo una influencia decisiva en varias generaciones de fotógrafos, admitió que sus Leica M, quizá la cámara más famosa construida en el siglo pasado, eran la “prolongación” de sus ojos.

La leyenda que impregnó la historia de las cámaras Leica hizo creer que la marca y la firma podían tener el futuro asegurado. Nadie podía competir con ella y la fama seguía creciendo hasta que se impuso la nueva revolución en el mundo de la fotografía: la cámara digital. Aunque el fabricante ofreció al mercado en 1996 una cámara digital —Leica S1—, la escasa demanda y la búsqueda infructuosa de un socio que ofreciera sensores de alta calidad hicieron que la empresa perdiera el interés.

Leica siguió construyendo cámaras analógicas, un error casi fatal —como el que cometió Kodak hasta precipitarse a la quiebra— que estuvo a punto de acabar con la leyenda y con la firma. En el año 2004, Leica, el orgullo alemán, considerada por profesionales y aficionados como la mejor cámara fotográfica que se haya construido nunca, estaba al borde la bancarrota. Con un volumen de negocios de 90 millones de euros, la firma registró entonces 18 millones de euros de pérdidas.

¿Cómo era posible que un inversionista multimillonario con domicilio en Austria decidiera apostar por una firma que no había sido capaz de adaptarse a los nuevos desafíos de la fotografía digital?

“Leica no se durmió cuando irrumpió la fotografía digital. Más bien parecía que el producto más importante, Leica M, no se podía digitalizar. Ya a partir de 1996, Leica fabricaba cámaras digitales, pero los sensores no eran suficientemente buenos”, dice Andreas Kaufmann, en un intento por explicar su decisión de adquirir la empresa. 

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Henri Cartier Bresson dijo que la Leica era “la prolongación de sus ojos”.




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