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La batalla por resucitar el teatro venezolano

El Festival de Jóvenes Directores de Caracas se ha convertido en una cantera de talento que resiste en un país donde los jóvenes se van y los teatros cierran

Dos personajes recorren una ciudad arrasada, que ha perdido la escala y se ha vuelto miniatura. No tiene centro ni periferia. No queda gente, “porque a veces hay que irse”. Queda un cuadro derretido y la columna de un mercado, no hay avenidas principales. A los carteles le faltan letras. Los dos personajes deben ponerse un nombre para existir en La ciudad rota, un texto de la dramaturga española María Prado, cuyos ecos venezolanos resuenan en un pequeño teatro en Caracas adaptados por la joven directora caraqueña Aguasanta Rojas.

Los directores de teatro Verónica Etienne (25), Aguasanta Rojas (25), Glenda Medina (26), Francisco Aguana (28), Natacha Pérez (31), Danny Cruz (34) y Raquel Zapata (26).La batalla por resucitar el teatro venezolano

Caracas es mi ciudad rota y creo que todos somos ciudades que vamos cambiando y necesitamos reconstruirnos todo el tiempo”, dice Rojas, de 25 años, que se abre camino en la dirección teatral con esta obra en la que guía los pasos de los también jóvenes actores Jeslin Valbuena y José Alejandro España. “Es impresionante cómo un texto de una persona que no conozco y tiene otra realidad pueda encajar tan bien. He hablado por Skype con la autora, que vive en Madrid, y el tema de la migración y la soledad lo entendemos muy bien. Es un texto que me conmueve mucho. Es un reto porque viene sin acotaciones, no especifica ni edades ni acciones ni lugares, es solo un diálogo, un juego con la palabra y el idioma para crear algo”.

Es la primera vez que La ciudad rota se monta en algún teatro. Ocurre también con Escindida, un texto del venezolano Elio Palencia -radicado en España- que dirige Francisco Aguana, de 28 años. Esta obra da una mirada fronteriza sobre el período especial cubano a partir de un drama familiar en el que se cruzan el racionamiento de alimentos o de electricidad, una historia que hace orilla con la Venezuela de hoy.

“Nuestra sociedad es bastante evasiva para abordar las crisis, es curva. Vuelve chiste la desgracia y las crisis dejan heridas para siempre”, dice el joven de Maracay. “Creo que desde esos miedos y esos dolores se sustenta mi dirección en esa obra. Hay países que entraron en crisis y las superaron, como Alemania e incluso Rusia, pero hay otros como los africanos que no salieron nunca y son pueblos diezmados. Y esto hay que hablarlo y confrontarlo porque si no todo esto nos va a pasar por encima como sociedad”.

Los miedos de Aguana sobre ser el último, el que deba apagar la luz, tienen asidero. Tras una riada de cierres durante los últimos años, en la capital quedan alrededor de unas 40 salas. Este mes se despedirá el llamado Teatro de 1/4 o microteatro, uno de los espacios donde jóvenes dramaturgos como Aguana tenían cabida. Las funciones se realizaban en un centro comercial de Caracas, con una frenética programación de martes a domingo, con 30 obras simultáneas de 15 minutos, de todos los géneros y calidades, que por seis años sirvió para el fogueo del talento.

Año de mujeres

Eva Ivanyi, del comité de programación del Trasnocho, asegura que el festival que ha servido para la renovación de un talento que ha migrado dejando solas las salas. Las obras de Trasnocho son también un mapa de las inquietudes del país. Seis de los ochos directores que compiten son mujeres. El año pasado solo compitieron dos mujeres y fueron las ganadoras. “Las mujeres hoy se atreven a mostrar que son más consistentes en roles en los que el hombre ha tenido la hegemonía como es la dirección”, dice Ivanyi. “Ojalá llegue un momento en que deje de ser noticia ver mujeres dirigiendo”, replica Rojas.



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