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La abuela mexicana que aprendió a leer a los 96 años y quiere seguir estudiando

La curiosidad por saber qué decían los titulares de los periódicos y los libros impulsó a Lupita a salir del analfabetismo

Nunca es tarde para aprender, como lo demuestra la mexicana Lupita Palacios, quien a los 96 años decidió recuperar el tiempo perdido y retomó sus estudios para aprender a leer y a escribir.

Lupita Palacios en seis meses logró terminar la secundaria y siempre está en constante deseo de aprender.La abuela mexicana que aprendió a leer a los 96 años y quiere seguir estudiando

Gracias a su tesón, obtuvo el mes pasado el título de secundaria que muestra con orgullo, pero su vuelta a la vida académica no se quedará ahí, ya que asegura que tiene fuerzas para seguir estudiando.

La curiosidad por saber qué decían los titulares de los periódicos y los libros la impulsó a salir del analfabetismo, cuenta Lupita, quien recibió la ayuda del Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos, organización que la motiva para que siga ampliando sus estudios.

“Ahí buscaba cualquier cosita, mirando si lo podía descifrar”, explica ojeando un periódico local del Estado de Chiapas, donde reside. “En seis meses saqué mi secundaria y todo eso me ha motivado a querer saber, leer, escribir y servir”, añade entusiasmada.

Originaria de la comunidad indígena Vicente Guerrero, del municipio chiapaneco de Ocozocoautla, es la mayor de cinco hermanos y no tuvo la oportunidad de asistir a la escuela con regularidad durante su niñez hace casi un siglo. Sus padres consideraban “que la escuela era una pérdida de tiempo” y a ella le daba pereza. Por ello pasaba gran parte del tiempo jugando “arriba de los árboles” y acabó abandonando los estudios. Desde joven trabajó como comerciante y empleada doméstica y fue una de las fundadoras del Mercado Cinco de Mayo en Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas.

CONOCER LA HISTORIA DE MÉXICO

“Estudiando puedo aprender la historia de México. La historia de Chiapas ya la he vivido en persona: los sufrimientos, los fracasos, la pobreza”, explica sentada en el sofá naranja de la humilde sala de su casa. El camino de Lupita por la vida no ha sido fácil. Hoy vive en compañía de una de sus nietas con parálisis cerebral en una colonia popular en el sur de Tuxtla Gutiérrez, donde los asesores del instituto educativo la visitan para que no vuelva a abandonar sus estudios.

Le suministran el material que necesita, como un libro de ciencias naturales que lee con cierta dificultad mediante unas gafas encima de otras. A su avanzada edad, también ha aprendido a escribir, un logro que pone en práctica escribiendo relatos en una libreta escolar con una caligrafía que evidencia el temblor de sus manos.

De pelo blanco y una eterna sonrisa esculpida en el rostro, es una inspiración para sus seis hijos y decenas de nietos, bisnietos y tataranietos, que intentan visitarla siempre que pueden. Su hijo, Enrique Vázquez Palacios, cuenta que Lupita está muy motivada para seguir estudiando: “es la más longeva terminando sus estudios de secundaria y dice que quiere seguir estudiando”.

PRÓXIMO RETO: EMPEZAR EL BACHILLERATO

Lupita cuenta que tiene decidido cursar el bachillerato, que es lo que más la motiva. “Yo me siento muy bien, como ve. Así como le digo, poquito a poquito voy aprendiendo a ver cómo puedo servir a esta santa tierra a mis 96 años”, relata animada y moviendo un dedo en forma de aprobación. “Nadie me va a dar trabajo”, dice entre risas, pero añade: “si me pongo abusada sí puedo servir de algo”. 




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