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Juntos hasta la muerte

No cabe duda que el ser humano tiene y ha tenido durante todo el tiempo de su existencia en el mundo un factor que es  universal y que además se extiende por todas las capas sociales, pobres o ricos, de una raza o de otra: es el amor.

La zona de tolerancia en 1933 (dibujo del maestro Artemio Guerra).Juntos hasta la muerte

Pero se ve, se nota, que los reynosenses han procurado toda la vida el mejorar, el cumplir con sus obligaciones y demostrar el cariño y el amor a sus semejantes y a sus amigos.

Tal fue el caso, muy sonado en su época, de un fatal acontecimiento cuya historia recorrió todos los ámbitos de la ciudad y de las comarcas vecinas y que fue contada por personas que vivieron esa época y trasmitida oralmente hasta llegar a los actuales tiempos. 

Todo empezó el 23 de noviembre de 1933, cuando el señor Abelardo López, policía velador de la zona de tolerancia, se presentó ante Margarito Guerra, síndico municipal del Ayuntamiento de esta municipalidad en funciones de agente del Ministerio Público y el policía-velador del salón París, le informó: “hoy en la tarde, como a las 15:00 horas, se encontraba en el salón París encargado de la vigilancia de dicha casa de asignación y en la vigilancia que hacía alrededor de dicha casa se acercó a las accesorias que están mediatas y se encontró con las meretrices Margarita Iñiguez, Juana Guzmán y Corina Garza, quienes le manifestaron que hacía dos días que no se veía a la Lili, quien salía a sentarse al corredor y que además les llamaba mucho la atención que los perros de la casa andaban inquietos alrededor de la finca y le solicitaron que fuera a asomarse y antes de hacerlo llamó al policía-velador Pedro Martínez del salón Monte Carlo, quien lo acompañó y ambos entraron por una puerta que estaba emparejada encontrando en una de las habitaciones el cuerpo de Abraham Gutiérrez, el cual despedía mal olor por su descomposición, persona que vivía en compañía de la señora Lili, por lo que dejaron la casa y el declarante decidió ir a dar parte al agente del Ministerio Público adscrito al Juzgado de Paz Mixto de esta ciudad. Que esto lo viene a poner en conocimiento de la autoridad judicial por si se tratase de algún crimen”.

Al tener conocimiento el agente del Ministerio Público en funciones y tomando en cuenta la información rendida por el señor Abelardo López, policía-velador, consideró que se trata de un caso de los que la ley persigue de oficio y castiga con pena corporal. Ordenó que el suscrito agente levante la averiguación previa correspondiente a los hechos que se denuncian practicándose todas aquellas agencias y diligencias que sean necesarias y conducentes para el perfecto esclarecimiento de los hechos que conduzcan a la verdad y detención del que o los que resulten culpables, para hacer en su caso la consignación respectiva al juzgado que corresponda. Para tal efecto, se nombran como peritos médicos al doctor Amadeo González Treviño y al práctico en medicina Alfredo Leal, quienes aceptaron el cargo y firmaron de conformidad. 

El mismo día siendo las 16:15 horas se trasladó el personal de ese juzgado juntamente con los peritos médicos nombrados a la zona de tolerancia y en el domicilio o finca de la señora Charlotte Lacroix, la cual era de madera con techo de tejamanil, tomaron nota de la ubicación de la residencia, la distribución de puertas y ventanas y la orientación de la misma. Hecha la descripción anterior, el personal procedió a entrar por la puerta que da al oriente, se dio fe que la construcción estaba dividida en tres habitaciones encontrándose en el cuarto que da a la esquina suroeste el cadáver de una persona del sexo masculino, boca abajo, de color moreno, estatura alta, complexión fornida, pelo castaño, frente ancha, rasurado, como de unos 30 años de edad, vestía pantalón plomo de casimir, camisa blanca, cinto negro, calzoncillos y camiseta blancos, zapatos negros enlodados, sin calcetines.

En el cuarto contiguo se encontró el cadáver de una persona del sexo femenino boca abajo, con la cabeza al sur y los pies al norte, siendo esta de color blanco, estatura baja, complexión fornida, como de unos 35 años de edad, pelo negro, frente chica, orejas regulares, boca regular, cejas negras, vestía vestido blanco, y medias de seda, fondo blanco. El cuerpo del primero descansaba en un charco de sangre ya coagulada.

A continuación, los peritos de identificación nombrados por el agente del Ministerio Público, Gregorio Gutiérrez y Nicanor García, dijeron que los cadáveres son de las personas que en vida llevaron los nombres de Abraham Gutiérrez y Charlotte Lacroix,  quienes estaban casados, mexicano el primero y francesa la segunda. 

Continuando con la investigación, encontraron en medio de los cadáveres una mesa color blanco de comedor y encima de esta tres platos de porcelana blancos conteniendo estos sardinas de aceite dos de ellos y el otro pan francés, una botella vacía de habanero y dos latas vacías de sardinas de aceite.

Los peritos médicos manifestaron que a su juicio la muerte de las dos personas se debió a la intoxicación producida por las sardinas en descomposición. Y se procedió a recoger en un frasco de vidrio los sobrantes de sardinas que dejaron en los platos para ordenar su análisis. 

El agente del Ministerio Público ordenó a su vez que los cadáveres fueran conducidos al panteón municipal para que los médicos legistas procedieran a practicar la autopsia correspondiente y en su momento, puestos sus cuerpos en cajas de madera, sepultarlos en la fosa común del panteón. Antes de esto, se solicitó al oficial del Registro Civil el levantamiento del acta de defunción de ambas personas.

También ordenó el agente que las muestras de las sardinas y las vísceras de los difuntos se remitieran al delegado sanitario federal residente en la ciudad para su envío a la Ciudad de México para el análisis respectivo. 

No habiendo otro motivo o causa de investigación, el agente del Ministerio Público da por concluido el caso siendo las 20:30 horas del 23 de noviembre de 1933 con los testigos de asistencia. Damos fe.

Arnoldo Gárate es miembro de la Sociedad de Historia de Reynosa, A.C. y del Club de Veteranos de Reynosa, A.C.

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Restos de locales y casas de la zona.

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Restos del local de la zona conocida como “El castillo de Dimas”.

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Cantina que existía en la esquina de Colón y Ocampo.




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