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Historia del charco escondido (refugio de fantasmas y recuerdos de otros tiempos)

Después de la odisea “escandoniana” en la que se repueblan las villas de Tula, Palmillas y Jaumave situadas al sur de la provincia, se continúa con las fundaciones de las villas de Llera, Güemes, Padilla, Santander, Burgos y Camargo el 5 de marzo de 1749, la villa de Nuestra Señora de Guadalupe de Reynosa el 14 de marzo y el 19 del mismo mes se funda San Fernando, siendo el caso de que algunas de ellas como Camargo y Reynosa, se asentaron en terrenos que ya eran conocidos por los pastores procedentes de las villas del Nuevo Reino de León.

Casa de la familia Gutiérrez Domínguez en El Charco.Historia del charco escondido (refugio de fantasmas y recuerdos de otros tiempos)

Con posterioridad a los primeros asentamientos se fundaron las villas de Revilla, el 10 de octubre de 1750; Mier, el 6 de marzo de 1753 por el capitán José Florencio de Chapa y San Agustín de Laredo, el 15 de mayo de 1755, las que se asentaron en terrenos que ya tenían propietario, por lo que se suscitaron controversias en los juzgados y Escandón tuvo que encarar y resolver los pleitos, algunos pagando con dinero las propiedades y otros, mediante permutas.

Pocos años después de la colonización iniciada por don José de Escandón y Helguera, hubo quienes en la Ciudad de México se interesaran en las despobladas e inhóspitas tierras de la provincia del Nuevo Santander que conocían sólo por referencia. Así fue que algunas ricas familias obtuvieran del virreinal gobierno grandes extensiones de los agrestes terrenos de las planicies del norte y del noreste.

Don Antonio Vicente de Urízar, rico comerciante de la capital del virreinato en compañía de don Bernardo de Sauto, fueron agraciados en 1781 con la venta de 658 sitios de tierra de ganado mayor —un sitio de ganado mayor es igual a mil 755 hectáreas—. La propiedad adquirida abarcaba al sur desde el río Conchos o Conchas en la villa de San Fernando hasta el norte en el río Bravo o Grande del Norte. Al poniente, lindaba con la provincia del Nuevo Reino de León y al oriente hasta la costa del seno mexicano.

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Cementerio de El Charco donde se encuentra la sepultura de Mariano Reséndez Vera y su esposa doña María Nazaria Garza de Reséndez, padres de Mariano Reséndez Garza, victimado y sepultado en Agualeguas, Nuevo León.

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Laguna de El Charco donde abrevan las reses.

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Don Ernesto Garza Sáenz y su esposa doña Eva.

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EL POBLAMIENTO DE ‘EL CHARCO ESCONDIDO’

Como ya se dijo anteriormente, gran parte de los terrenos ubicados en la colindancia con la provincia del Nuevo Reino de León, ya habían sido transitados por multitud de pastores que llevaban sus manadas de ganado mayor y menor a pastar a las desoladas planicies del Nuevo Santander mucho antes de que este se fundara y poblara. Aparte de esta situación, varios terrenos de estas colindancias ya habían sido escriturados a familias ubicadas en el Nuevo Reino de León y en la provincia de Coahuila. 

Algunos rancheros que tenían grandes hatos de ganado se vieron en la necesidad de invadir los terrenos que eran propiedad de la hacienda La Sauteña,  de los señores Antonio Vicente de Urízar y Bernardo de Sauto. Con el transcurso de los años, los herederos de ambos señores se vieron en la necesidad de vender parte de sus propiedades a sus posesionarios. Posiblemente ese haya sido el caso de El Charco y también entregaron al Gobierno del Estado de Tamaulipas parte de sus tierras cuando se hizo la Independencia para liquidar cargas fiscales que se adeudaban. 

No se sabe con certeza la fecha en que se inició el poblamiento del rancho “El Charco Escondido”, pero don Ernesto Garza Sáenz —qepd—, reconocido historiador y cronista de Ciudad Camargo, ubica la adquisición del rancho por don José María Garza Adame hacia 1831 o 1832. 

Dice don Ernesto Garza Sáenz en sus historias que don José María Garza Adame comerciaba con ganado que traía de las villas del sur de Tamaulipas y que formó su rancho en los terrenos que ya anteriormente los vaqueros y pastores habían denominado “El Charco Escondido”. 

El nombre de tal predio se originó, según una versión, porque algunos pastores vieron salir de unos tupidos matorrales a uno de sus perros que se venía sacudiendo el agua. A punta de machete abrieron una entrada y descubrieron una gran superficie de agua que se acumulaba por la lluvia que escurría hacia esa depresión del terreno. Con el paso del tiempo, el lugar se conoció como “El Charco Escondido". 

Recientemente hicimos un viaje a ese poblado y don Agustín Martínez Rodríguez, residente del mismo, nos contó otra versión del suceso. Dice don Agustín, cuando le preguntamos por el origen, que fue una manada de jabalíes los que salieron mojados del charco y de esa manera se descubrió el mismo. De todas maneras, la historia es, si no la misma, parecida. 

De cualquier manera, el predio donde se ubicó “El Charco Escondido” fue muy buena selección, pues está situado 50 kilómetros al sur de la cabecera municipal de Reynosa en un sitio donde se acumula el agua de lluvia y que sirve para el mantenimiento de sus ganados. Entre Reynosa y “El Charco Escondido” no existe ninguna fuente permanente de agua más que los arroyos que llevan agua cuando llueve ocasionalmente. También en línea recta hacia el sur se localiza la villa de Burgos fundada por las mismas fechas que Camargo y Reynosa y al sureste, la villa de San Fernando.

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CON EXCELENTE UBICACIÓN GEOGRÁFICA

Varios factores intervinieron para que “El Charco Escondido” figurara en la historia. Uno fue que en 1820 cuando todavía México pertenecía a España, las Cortes de Cádiz otorgaron la autorización para que la Congregación de Nuestra Señora del Refugio de los Esteros Hermosos, ahora llamada Matamoros, fuera elevada a la categoría de puerto de altura y se estableciera una aduana. 

Ya en el México independiente lo que vino a darle verdadera importancia estratégica fue su situación geográfica con relación al puerto de Bagdad, localizado en la desembocadura del río Bravo o Grande del Norte alrededor de 60 kilómetros al oriente de Matamoros.

El puerto de Bagdad cobró un inusitado crecimiento con el inicio de la Guerra Civil norteamericana suscitada entre los años de 1861 y 1865. La importancia vino a radicar en la considerable distancia que se reducía al viajar en línea recta desde la costa hacia las poblaciones que ya tenían cierta importancia como Monterrey, Linares y Cerralvo.

Las caravanas de carretas con carga y diligencias lo hacían por el Camino Real llamado posteriormente Sendero Nacional y el paso obligado era la comunidad de “El Charco Escondido”. Con este recorrido las caravanas se ahorraban  tiempo y dinero que el hacer el viaje por las villas del norte.

En la ranchería de “El Charco Escondido” pronto se levantaron edificaciones en las cuales se instalaron las principales familias y crearon los servicios primordiales para las caravanas como lugares de descanso para los conductores y caballerizas o corrales para las bestias de tiro, el aprovisionamiento de víveres, agua, herrería para el mantenimiento de las carretas, guayines y diligencias. Estos servicios con el transcurso del tiempo se fueron mejorando y ampliando hasta llegar a ser El Charco un lugar muy necesario e importante para el servicio de las caravanas de carretas y viajeros.

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‘EL CHARCO ESCONDIDO’ EN LA HISTORIA

Terminada la intervención francesa en 1867, don Benito Juárez, que había prorrogado su permanencia en el poder por dos años más que el legalmente establecido por la lucha contra los franceses, decidió jugar en las elecciones  que el Congreso declaró válidas para el período de 1867 a 1871. Era el tercer período consecutivo para don Benito Juárez y en el pueblo se suscitó un sentimiento de disgusto porque el gobierno ejerció gran presión para otorgarle el triunfo a Juárez.

La declaratoria del Congreso causó gran desazón entre los mexicanos y estallaron varios levantamientos en varios lugares, siendo los más importantes los de Sinaloa, Yucatán y la sierra de Puebla. Narra el historiador Octavio Herrera que en 1870 se realizó un pronunciamiento armado en el noreste de Tamaulipas. Se levantó en contra de la reelección de Juárez el general Pedro Martínez, quien se hacía acompañar de los jefes Jesús Toledo, Ignacio Martínez, Pedro Hinojosa e Irineo Paz. El general neoleonés Jerónimo Treviño salió de Monterrey con su tropa en busca de los pronunciados sorprendiéndoles en el “El Charco Escondido” descansando a la hora de la siesta. De nueva cuenta “El Charco Escondido” aparece en la historia de México. Sucede que don Benito Juárez muere inesperadamente el 18 de julio de 1872 a causa de una afección cardiaca. Por ministerio de ley, le sucede en la presidencia don Sebastián Lerdo de Tejada, quien era presidente de la Suprema Corte de Justicia. 

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CUANDO TERMINE EL HOMBRE, TERMINARÁ  LA HISTORIA

El esplendor y la fama de “El Charco Escondido” vinieron a terminar estrepitosamente. Grandes familias lo habían poblado y tenían sus ranchos, ganado y negocios en la región. Los apellidos que más se nombraban eran: Garza, De la Garza, Gutiérrez, Reséndez, Saldaña, Domínguez, Villarreal, Reyna, Adame y Velasco. Con la inauguración del ferrocarril en 1905 vino el decaimiento y las familias tuvieron que emigrar, algunas hacia Estados Unidos y otras a la villa de Reynosa.

Decayó la actividad comercial, el contrabando, el flujo de mercancías por el Sendero Nacional y el movimiento de dinero que todo esto traía consigo. Ahora es un pueblo abandonado donde moran los fantasmas y recuerdos de otros tiempos.




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