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Hervé Le Tellier: “El juego es algo muy serio, aboca a cuestiones existenciales”

Paladín de la literatura experimental y, hasta ahora, autor de culto, el escritor francés ha vendido casi un millón de ejemplares en Francia con su novela ‘La anomalía’.

Hervé Le Tellier, escritor con una carrera prolífica y anónima a sus espaldas, vive inmerso desde hace unos meses en la anomalía, una situación desconcertante que perfectamente podría haber salido de su fecunda imaginación.

El escritor francés Hervé Le Tellier, esta semana en París.Hervé Le Tellier: “El juego es algo muy serio, aboca a cuestiones existenciales”

“Hacía tiempo que no me divertía tanto escribiendo”, confiesa en el salón de su apartamento en el barrio parisiense de Montmartre. “El éxito me sorprende y me alegra”.

Le Tellier saca el móvil y muestra una foto de la tripulación real de un vuelo de Air France 006 París-Nueva York exhibiendo todos el ejemplar de La anomalía en la editorial Gallimard. Es el mismo vuelo que, en la ficción, constituye el núcleo de una trama descabellada. En plena tormenta, y por motivos inexplicados, el avión se desdobla y aterriza dos veces en Nueva York. La primera, el 10 de marzo de 2021; la segunda, tres meses después, el 24 de junio. Los tripulantes y pasajeros son los mismos, pero cada uno en doble: el que aterrizó en marzo y el que aterrizó en junio. Y ambos acaban encontrándose.

“Es una novela que, en un momento en que estamos confinados. Tiene muchos personajes en un momento en que no podemos vernos con mucha gente”

¿La clave del éxito? “Es una novela que, en un momento en que estamos confinados, hace viajar”, responde. “Y tiene muchos personajes en un momento en que no podemos vernos con mucha gente. Es una novela de evasión y de distracción, en el sentido etimológico: te empuja hacia fuera”.

La anomalía, ¿una metáfora de la otra anomalía que es la pandemia y los confinamientos? “Sí, puede leerse así ahora, pero no era buscado”, precisa. “Lo acabé de escribir en diciembre de 2019, no se hablaba del coronavirus entonces”.

Le Tellier pretendía conjugar la alta literatura con la cultura popular, “un libro que te hiciese pasar las páginas sin cesar”, describe usando el término inglés page-turner para las narraciones que atrapan al lector en la primera línea y no lo sueltan hasta el final. Para ello, usa técnicas del folletín del siglo XIX o de las series de televisión. Una de estas técnicas es el cliffhanger, la escena al final del capítulo en la que el héroe queda colgado de un acantilado —o en una situación incierta— y el público se queda con la incógnita de si caerá o no.

Lo que le gusta a Le Tellier es un tipo de literatura construida sobre las ficciones más que sobre la vida. O, si se basa en la vida, con la membrana literaria entre ambas. Y eso que algunos episodios de su vida darían para varias novelas y, de hecho, los ha abordado de forma más o menos velada en obras anteriores. A los 17 años, simuló durante meses ante sus padres que asistía a diario a las clases preparatorias para acceder a los estudios superiores de matemáticas. En realidad se pasaba el día paseando por París. Le acabaron pillando. A los 20, su novia se suicidó embarazada de cuatro meses. Él tardó décadas en procesarlo.

“No soy capaz de hacer autoficción, me parece indecente y me parece muy francés”, dice. “Prefiero hacer ficciones y, aunque a veces cuente historias próximas de lo que he vivido, las escondo, las enmascaro”.

Todo en La anomalía —la estructura, los personajes, los 106 días en los que se desarrolla la acción, el número de capítulos— está calculado al milímetro, como una fórmula matemática. No es casualidad que Le Tellier sea el presidente del Oulipo, el legendario taller de literatura experimental que contó entre sus miembros ilustres a Georges Perec e Italo Calvino. La especialidad del Oulipo es la contrainte, la traba o la restricción: no hay literatura sin límites. Perec, por ejemplo, escribió toda una novela sin la letra e. Esa era su contrainte.



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