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Golpe a golpe (militar)

Roberto Muñoz Bolaños publica valiosa documentación inédita sobre las conspiraciones durante la Transición, pero yerra al interpretarla

Adolfo Suárez “fue más allá de los límites que le habían marcado algunos de los sectores que le elevaron” a la presidencia del Gobierno: “la élite económica y política, apostando por el establecimiento de una democracia plena”. Esta es una de las conclusiones en parte ambiguas, en parte erróneas, del sin embargo meritorio libro El 23-F y los otros golpes de Estado de la Transición, firmado por el profesor Roberto Muñoz Bolaños. La magnitud de algunos de sus yerros no desdice del riguroso trabajo de documentación que la obra exhibe ni de la tesis general, que comparto, respecto a la multiplicación de intentonas golpistas españolas contra la Constitución de 1978.

De izquierda a derecha, Antonio Tejero, Camilo Menéndez y Ricardo Sáenz de Ynestrillas, condenados por la Operación Galaxia, en 1980.Golpe a golpe (militar)

Abonar la sospecha de que el rey mantuvo una actitud indecisa respecto a Armada no se compadece con los hechos

Es un trabajo importante, pero dudosamente podrá convertirse en referencia indiscutible. En cierta medida induce a equivocaciones no menores respecto al significado de la Transición misma y singularmente al papel de Juan Carlos I. Es por eso relevante que se publique precisamente en el 40º aniversario del golpe y cuando el hoy rey emérito está sumido en el desprestigio popular como consecuencia de su irregular comportamiento fiscal, rayano en la delincuencia. El sinuoso relato que se hace respecto a la actitud del monarca la noche del 23-F, sugiriendo una especie de doble juego por su parte, en nada beneficia a la verdad histórica. Una cosa es que las aventuras galantes y la codicia personal acaben ahora por destruir el mito juancarlista que se construyó en la Transición y otra pretender negar o poner en duda su personal y decisiva actuación tanto en el proceso democrático como en la noche de las pistolas.

El relato se basa en una diversidad de fuentes entre las que el autor destaca testimonios orales y documentos como el sumario, actas de la vista y sentencias del juicio contra los golpistas. Tan valiosos papeles le fueron prestados por el abogado defensor del coronel Tejero, Ángel López-Montero. Muñoz Bolaños pone de relieve que el libro no lo hubiera podido hacer sin él, quien le animó a “descubrir la verdad del 23-F” y le puso en contacto con sus principales protagonistas. ¿Será preciso insistir en que las versiones filtradas por representantes de los golpistas merecen una más que razonable duda sobre su veracidad? Otros informes del general Fernández-Monzón, que trabajó para la inteligencia militar tanto en el franquismo como durante la Transición, sirvieron también “de particular utilidad” en la construcción del relato. 

Nuevamente esta es una fuente valiosa, aunque siempre teñida de la ambigüedad inherente a todo espía profesional. En cualquier caso, los textos documentales que se ofrecen son en gran parte inéditos para el gran público, y de indudable interés. 

Cosa distinta es la habilidad en su interpretación.

Por lo demás, es muy acertado el análisis que en el libro se hace de la composición del Ejército y los intentos de muchos generales y oficiales de interferir la acción de los Gobiernos de turno

Se narran numerosos encuentros y conciliábulos de personajes del sector financiero y empresarial con políticos del antiguo régimen y mandos militares, aunque hay mucha menos información sobre reuniones similares entre los partidos de izquierda y representantes de la sociedad civil, que también menudearon. 

El Madrid del posfranquismo fue un verdadero hervidero de reuniones informales, y he de decir que me tocó asistir a no pocas.



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