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Fuera de página

El arte impreso vuelve a agitar el pulso de la historiografía más convencional con un renovado espíritu inconformista y una apuesta por nuevos formatos

La idea es despeinar cualquier cosa asociada a la lectura única. Salir de la página. Defender la edición como un laboratorio de ideas en el que se pueden gestar muchos de los grandes hallazgos que después descansan en las obras de arte consideradas de más valía.

Postal de las Guerrilla Girls reeditada con motivo de la décima edición de ArtsLibris.Fuera de página

TODO EMPEZÓ CON EL COLLAGE

Era el año 1912 cuando los papiers collés inauguraban una larga tradición de fijar hojas de periódicos, billetes de transporte, envoltorios de caramelos, sobres de cartas o anuncios publicitarios que justo habían salido de la imprenta. Un año más tarde, el poeta Blaise Cendrars hizo, con ilustraciones de Sonia Delaunay, “La prose du Transsibérien”, un libreto en formato de acordeón donde forma y contenido comenzaban a volverse indisociables en ese terreno equidistante entre literatura y artes visuales. Esa puerta la abrió antes Mallarmé con “Un coup de dés”, liberando el libro de su tradicional disposición en la página. Un referente absoluto para lo que vino después: Marinetti y su “Parole in libertà”, los tracks de los surrealistas, el letrismo para los dadás y hasta la “Boîte-en-valise” de Marcel Duchamp.

Gracias a su inmediatez y su edición en serie, los artistas pronto llevaron la idea de arte impreso a una acción radical. Materializaron el desafío a un sistema marcado por el elitismo y las jerarquías propias de un incipiente libremercado artístico, al mismo tiempo que sirvieron como estrategia de comunicación de ideas políticas y estéticas al margen de los circuitos tradicionales.

John Cage introdujo silencio y Fluxus muchas cajas, estuches o sobres, evitando el formato de libro encuadernado para propagar su gran ideal: el arte como actividad simple, carente de requisitos, masiva e idéntica a la experiencia de la vida. No estaban lejos de los libros de ZAJ, que lejos de suscitar respuestas, ofrecían una permanente pregunta carente de interrogantes.

En aquellos años 60 y 70, mientras Lucy Lippard hablaba de la “desmaterialización del arte”, la edición se convirtió en un espacio de experimentación conceptual, verbal y material. Los impulsos de artistas, movimientos, colectivos y otros agentes destinados a modificar el statu quo intelectual, artístico y político se canalizaron en la producción de abundante material impreso.

Ahí se abrió otra genealogía que todavía hoy resuena: las publicaciones de Dieter Roth, Ed Ruscha, Ian Hamilton Finlay, Boltanski, Hanne Darboven, Richard Long, Lawrence Weiner, Peter Downsbrough, Hans-Peter Feldmann, Stanley Brown, Juan Hidalgo, Yoko Ono, José Daniel Castillejo, Joan Rabascall, On Kawara, Eulàlia Grau, Muntadas, Richard Prince, Isidoro Valcárcel Medina y un largo etcétera.

UN NUEVO GÉNERO SE ABRE CAMINO

En 1975, Ulises Carrión fundó en Ámsterdam la librería-galería Other Books & So, el primer espacio dedicado a la presentación y a la venta de este nuevo género nacido de la conmoción en las formas, las ideas y los medios. El propio Carrión creó numerosos libros de artista explorando la concepción y el lenguaje visual. Un fondo que está hoy en el Archivo Lafuente, un absoluto referente en este campo. Aunque el arte impreso de la época no sólo indagó en cuestiones de lenguaje. Unas veces fue fruto de acciones contestatarias y políticas, como los carteles en torno al Mayo del 68 en manos de los situacionistas. Otras fueron producto de movimientos contraculturales que respondían a reivindicaciones raciales como las de Black Panther Party o de género como las de Barbara Kruger o las Guerrilla Girls.

Justo ArtsLibris reedita este año una de sus icónicas postales, en colaboración con el colectivo feminista, para celebrar los diez años de esta feria dedicada a los libros de artista. También para rescatar el peso de aquella emergencia underground de los 70 que se encuentra en la base de la nueva edición como soporte artístico. La producción de los últimos 15 años tiene una deuda directa con esa tradición inconformista con el elitismo del mundo del arte y su esfuerzo por extender los canales de distribución de lo artístico más allá de las galerías y museos, saltando del mail art a las manifestaciones de la cultura sumergida, pasando por los zines y cómics. Una oda al punk y al do it yourself que desplaza la idea de obra a la de proyecto y que marca mucha de la edición independiente hoy.

Ahí las etiquetas empiezan a quedarse cortas. Seguramente uno de los trabajos más difíciles de encasillar sea el de Mariana Castillo Deball o el de Raimond Chaves & Gilda Mantilla. Estos últimos lo dicen desde el título de su exposición en CentroCentro: “El calor derrite los estilos”. Hablamos de cómic expandido (Francesc Ruiz, Martín Vitaliti), de flipbook (Javier Peñafiel) y de postprint en aquellos proyectos que han abandonado el papel por el formato digital. De hecho, es la primera vez que ArtsLibris acoge cuatro de ellos: Continent (continentcontinent.cc), Avant (avant.org), dpr-barcelona (dpr-barcelona.org) y Brand New Life (brandnewlife.org).

La actual crisis del catálogo de exposición también aviva la urgencia de buscar nuevas ideas de la mano de un nuevo modelo de editor que se ha convertido en un ejemplo de autogestión y edición alternativa de las grandes empresas editoriales.




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