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En las playas de la vida

Elogio y crueldad conviven en el nuevo tomo de memorias del poeta Luis Antonio de Villena

Hay escritores que logran escribir una gran obra que inmortaliza su nombre aunque a veces borra su vida, otros se convierten en representantes inequívocos de una tendencia o una circunstancia histórica para aparecer y desaparecer con ella, algunos aciertan con el tono popular que pide la época y logran una ovación general que resultará inexplicable para generaciones posteriores... Pero también hay autores que insisten a lo largo de los años en una voz propia que unos aprecian y otros detestan aunque ninguno confunde, con temas recurrentes que les resultan necesarios y que terminan siéndolo también para sus lectores más fieles, que crecen, maduran y envejecen con sus libros. 

Luis Antonio de Villena en su estudio.En las playas de la vida

Creo que Luis Antonio de Villena pertenece a este género singular aunque haya sido adscrito a lo largo del tiempo a tal o cual tendencia poética. Porque Villena es ante todo un poeta, copioso y colorista, sensual, cultivado, cosmopolita y a veces deliberadamente provocativo. Pero siempre personal, sin cura ni remedio. Y además de poeta es ocasional novelista, ensayista agudo y erudito, traductor de clásicos griegos y latinos que conoce muy bien, articulista de prensa, comentarista radiofónico, profesor de humanidades… Aunque su figura nada borrosa sea controvertida, nadie se atreverá a negar que forma parte evidente del paisaje cultural de este país desde hace más de 40 años.

Lo autobiográfico está presente de un modo u otro, más o menos travestido, en casi toda la obra de Villena, tanto en verso como en prosa. Pero en unos libros claramente más que en otros. Así, por ejemplo, en Mi colegio (2006), en Malditos (2010) y más recientemente en Mamá (2018), homenaje emotivo a la persona que fue sin duda más relevante en su vida. Sin embargo, su autobiografía más detallada y hasta minuciosa se encuentra en tres copiosos volúmenes de memorias que abarcan cronológicamente su vida entera, aunque con ocasionales saltos en el tiempo que a veces pueden desconcertar al lector lineal: El fin de los palacios de invierno, recuerdos de infancia y primera juventud (2015), Dorados días de sol y noche (2017) y Las caídas de Alejandría (2019), fin de esas memorias (al menos por el momento, Luis Antonio aún es joven) y pretexto de esta nota.

En este tercer volumen de remembranzas, Villena repasa sus vivencias del mundo literario español e hispanoamericano, trazando unas veces retratos y otras ágiles viñetas de personajes muy destacados y también de otros menos conocidos. No siempre esos apuntes del natural son amables, a veces encierran un punto de crueldad aunque no faltan las valoraciones elogiosas. Los que nos hemos movido por esos mismos ambientes y frecuentemente hemos conocido a los mismos personajes a veces discrepamos íntimamente de la visión de ellos que ofrece esta crónica. Pero sería un error polemizar con el autor, porque no pretende ofrecer una estampa objetiva y desprejuiciada sino un fresco móvil de su propia personalidad reflejando otras, acariciándolas o chocando con ellas. Sin duda ofrece rasgos interesantes de tantas figuras literarias, pero sobre todo del propio Villena en contacto o en confrontación con ellas.

Por supuesto, esa galería de espejos no se refiere exclusivamente a poetas o novelistas. Gran parte del libro está dedicado a los amores del escritor con mozos muy jóvenes y de físico feliz. No es una simple galería de trofeos eróticos, sino el relato de una sed de urgencia existencial que inspira la obra de Villena y a la vez condiciona los pasos de su vida. Estas peripecias que van de lo tierno a lo obsceno adquieren especial fuerza en los capítulos finales, ambientados al otro lado del océano en Ecuador o Colombia. No agradarán por igual a todos los lectores, pero sin duda dejarán a pocos indiferentes. Es el destino de un talante poético que no se ha reservado sólo para la obra escrita, sino que sobre todo se ha derrochado generosamente en la vida.

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Portada del último libro de Luis Antonio de Villena.



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