buscar noticiasbuscar noticias

En la frontera de México, fue...

La plaza principal y al fondo se ven los cabarets “Las dos Naciones”, “México Libre Salón” y el “Joe’s Place”.En la frontera de México, fue...

Los cofrades del Club de Veteranos de Reynosa se reunieron el pasado jueves en el lugar de siempre y en la mesa que para el efecto tienen reservada.

Se escrutaron entre sí con inaugurales ojos para certificar la asistencia y la presencia de cada uno de ellos estrechándose las arrugadas manos con la verdadera amistad que sólo da los años de conocerse y ser amigos.

El sabroso cotilleo de cuentos y chismes se desparrama como una constelación  súper nova que explota en el universo. Es el ánimo de vivir intensamente cada día con toda la felicidad de que se es capaz,  cuando se sabe que son pocas las rasuradas que les quedan.

Estuvieron presentes Jesús Ríos, Héctor Vera, Roberto Reyna, Jorge Orfanós, Donaciano García, Armando Anzaldúa, Víctor López, Reynaldo López, Aristeo González y José Eliseo Hinojosa, quienes hicieron remembranza de aquellos años en que las leyes de Estados Unidos prohibían la venta de bebidas alcohólicas y que los restaurantes, bares, cantinas, cabarets y salones de baile proliferaron en Reynosa.

Durante su reunión, recordaron que había “La Casa Blanca”, el “U.S. Bar”, “El Patio”, el “Joe’s Place”, el “Sam’s”, el “Tampico Bar”, “El Valle Saloon”, el “Río Grande Saloon”, el “Caballo Blanco”, el “Montecarlo”, el “McAllen Café”, el “Texas Bar”, “El Meca Bar” y otros menos importantes.

Venían los gringos y las gringas a pasar un “good time” a la frontera mexicana. Cuenta Jorge Orfanós “El Yorgo” y lo segunda Roberto Reyna, que de entre los muchos americanos que nos visitaban asiduamente había uno muy especial.

Conocido en todas las cantinas del puente como Mr. Kelly, generalmente se emborrachaba en lugares de postín y acostumbraba a dar la generosa propina de una peseta —25 centavos de dólar—.

En uno de los cabarets trabajaba como pianista el muy estimado músico reynosense padre de una cauda de músicos y artistas locales, don Faustino Gutiérrez, quien tocaba el piano de forma excelente y a Mr. Kelly le gustaba la bella melodía intitulada —así diría don Juan Granados, “intitulada”— “At South the Border Down México way” —“En la frontera de México, fue”—, canción original, no me lo van ustedes a creer, de un súbdito de la corona inglesa y popularizada por nuestro inolvidable artista Tito Guizar, allá por los años 20 en una difusora de Nueva York. A Mr. Kelly le fascinaba esa composición que le producía añoranza y nostalgia y le daba a don Faustino una peseta cada vez que la interpretaba.

Pues sucede que cierta ocasión, el gringo de marras se emborrachó en la cantina donde tocaba don Faustino y fue a rematar la borrachera al “Río Grande Saloon”, donde solicitó a un conjunto de fara fara que le tocara la melodía que a él le gustaba. Como esos músicos no estaban actualizados y solamente sabían tocar polcas, redobas y corridos, no lo pudieron complacer, cosa que al gringo  mucho le disgustó y se puso a insultar a diestra y siniestra a todos los presentes.

Se hizo un zafarrancho y pronto llegó la cumplida policía y cargó en la “julia” —así llamaban antes a una camioneta tipo panel que servía para acarrear a los detenidos— con el extranjero convertido en un energúmeno. Pasó la noche en la fresca e higiénica preventiva que estaba en el patio trasero de la presidencia municipal y a la mañana siguiente fue llamado para que pagara la multa.

El presidente municipal por ministerio de ley hacía las veces de juez calificador, pero ese día no se encontraba en la ciudad y don Faustino Gutiérrez, el músico, lo suplía.

Como a las ocho de la mañana el policía de guardia gritó hacia el interior del corralón: “¡ese Mr. Kelly, a las rejas con todo y chivas!”. El gringo salió despacito de la celda y lo trasladaron a la oficina del juez de barandilla que como ya se dijo era don Faustino, que estaba sentado atrás de un escritorio de madera y al verlo el gringo gritó entusiasmado: “¡oh, my God!. ¿What are you doing here?” —“¡Dios mío”. ¿Qué está usted haciendo aquí?”—. “I am the judge” —“yo soy el juez”— contestó el señor Gutiérrez, sin inmutarse. “And you most paid ten dollars of  fine” —“y debe pagar diez dólares de multa”—.

Pagó el gringo la cantidad estipulada mediante recibo foliado y se fue muy contento a curarse la cruda tarareando su melodía preferida: “en la frontera de México, fue”. No se sabe si el extranjero volvió a darle propina a don Faustino. Fin.

imagen-cuerpo

Conjunto musical del “Palais Royal Café” ubicado frente a la plaza Hidalgo.

imagen-cuerpo

La plaza Hidalgo, el kiosco y la presidencia municipal de Reynosa en los años 20.

imagen-cuerpo

Trío musical del “Tampico Bar” en la época de 1920.




DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD