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El odio al africano es una elección

La italiana Melania Mazzucco borda un retrato de la xenofobia en un país en el que solo con alzheimer los ancianos ‘aceptan’ una cuidadora negra

El odio al africano es una elección

La pandemia impide o dificulta el viaje, pero Babelia propone aquí un recorrido por Europa y sus problemas, miedos, obsesiones y heridas de la mano de cinco autoras. En la primera entrega: Estoy contigo, de Melania Mazzucco. Un viaje memorable por lo que ocurre con el inmigrante africano después de su llegada.

El único detalle que ha tenido el coronavirus en su malevolencia es que no llegó en patera, sino más bien en clase business, y que países donde tanto está creciendo la xenofobia como Italia de la mano de Salvini tuvieron que corregir rápidamente prioridades. 

Es poco realmente para darse una alegría, pero es el contexto que acoge una novela surgida de las entrañas de la necesidad.

Toda obra es un choque. De personajes, de situaciones, de problemas. Y Estoy contigo, de Melania G. Mazzucco (Anagrama), es el choque entre una enfermera congoleña, Brigitte, que ha tenido que huir de torturas, violaciones y represión por atender a siete heridos en una manifestación opositora, con la realidad de Italia, de Europa, donde el submundo de los sin papeles te puede arrastrar a circuitos tan desgraciados como aquellos de los que escapaste. 

Mazzucco disecciona el caso de esta mujer refugiada en el que brillan con luz propia las personas que la detectaron sola, fugitiva, enloquecida, enferma y hambrienta en la estación Termini de Roma, y la lograron acompañar en un largo proceso de acogimiento, asesoramiento y ayuda minado en muchas ocasiones por la tentación de la locura, del autoabandono, por la burocracia inhumana y por la xenofobia.

Porque no hay soluciones simples en Estoy contigo, como no las hay en la vida misma: el proceso de inmigración, como la construcción de esta novela, no es una línea recta entre en el horror y la salvación, sino una ruta circular, un bucle infinito en el que tras un enorme éxito que dibuja constantes puntos de inflexión frente al abismo (acceso a una cama, a un comedor social, a una audiencia para solicitar asilo) llegan siempre otros con un brutal potencial de hundimiento: la imposible búsqueda de trabajo, el rechazo por ser negro, entablar relaciones, la triste reagrupación familiar con unos hijos que ya no te reconocen y sus respectivos rechazos en los entornos que van a encontrar.

“El mal siempre es una elección”, aprendemos de la mano de Mazzucco (Roma, 1966). Y el odio al extranjero, al africano, al pobre también lo es, podríamos añadir.

La autora tomó este libro como un cincelado limpio y sin escondites de una historia real. Quién dijo Nuevo Periodismo. La escuela forjada por Truman Capote en A sangre fría, consagrada como piedra angular de las novelas de no ficción, tiene ya una nueva obra en su cantera.

La novela parte de la llegada a Roma de Brigitte, donde se va a aferrar al primer espacio conocido, la citada estación Termini, pese a los guardas que le ordenan “circule” si la ven parada porque parece dar más miedo una negra loca y quieta que un delincuente en movimiento. Come de la basura y malvive enferma hasta que un sacerdote la detecta y empieza el lento proceso de resurrección. Costará que cuente las vejaciones, delitos tan brutales “que no tienen derecho a ser dichos”, propios de una “dimensión que no pertenece a los hombres”.

Pero si no pertenece a los hombres a quién si no pertenecen el rechazo, el insulto, el odio, la deshumanización, la violencia de una sociedad italiana (europea) que en general no te mira y si te mira es para excluirte. 

 

“Los libros pueden cambiar vidas”

Melania Mazzucco.

P. ¿Por qué decidió abordar la inmigración ? ¿Cree que los libros pueden cambiar realidades, pueden ayudar, o la literatura es el objetivo?

R. Hace algunos años escribí la novela Vita. Era una historia de familia inspirada en los relatos de mi padre sobre la emigración de mi abuelo a América al principio del siglo XX, algo muy personal. Pero era también la historia colectiva de millones de italianos y no solo, porque asomaban ya todas las migraciones.



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