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¿El nuevo ogro del sector del libro?

Las librerías alzan la voz contra Amazon, que empieza a situar sus libros autoeditados en las finales de premios de prestigio, como ha ocurrido con el Renaudot

El premio Renaudot es uno de los más prestigiosos de las letras francesas junto al Goncourt y tiene entre sus premiados a escritores de la talla de Louis-Ferdinand Céline, Georges Perec o Emmanuel Carrère.

Una de las seis librerías que Amazon opera en Estados Unidos.¿El nuevo ogro del sector del libro?

Hace unas semanas entre la terna de finalistas de este año el jurado eligió una obra autopublicada en la plataforma Createspace de Amazon. Era la primera vez que sucedía y aunque Bande de Français, de Marco Koskas, no pasó de las primeras rondas, las librerías francesas no tardaron en dar la voz de alarma, ya que al ser publicada en esta plataforma sólo puede distribuirse a través del canal de la empresa de Jeff Bezos.

“Los libros autopublicados son igual de libros que los libros de una editorial tradicional y te diría más: los libros autopublicados exclusivamente en formato digital también son igual de libros que los tradicionales y es en ese sentido en el que te diría que tampoco creo que debieran participar en premios destinados a obra inédita”, comenta Claudio López de Lamadrid, editor en Penguin Random House.

Otros como Enrique Redel, editor de Impedimenta, ven casi como una labor imposible que un autopublicado pueda llegar incluso a una terna de finalistas de libros ya conocidos por los lectores.

“Si obligamos a los jurados de los premios a tener que leerse también todo lo que la gente se publica, sin que muchas veces exista un verdadero valor literario detrás, su labor nunca acabaría. Lo veo como algo puntual”.

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DESCONFIANZA ENTRE LAS LIBRERÍAS

No obstante, las librerías no se muestran tan confiadas y observan con ciertas reservas que un libro autopublicado en Amazon ya haya llegado a ser finalista de un premio tan importante. Juancho Pons, presidente del Gremio de Librerías (CEGAL), coincide con sus colegas franceses en que si algún día llegara a ganar un libro no editado de forma tradicional, “no sería bueno para el sector”.

Como contrapunto pone los premios concedidos a obras publicadas en editoriales tradicionales, ya que “favorecen a todo el canal que vuelve a mover el libro. Es como cuando le dan un Goya a una película que vuelve a las salas”.

Esta controversia recuerda a lo que ya ocurrió no hace demasiado tiempo con Netflix y el sector del cine. Fueron muchos los que no vieron con buenos ojos que películas producidas por esta plataforma pudieran conseguir un galardón en un festival y que después sólo pudiera verse en la propia plataforma.

“Yo se que habrá mucha gente que diga que somos unos reaccionarios y viejos pero, ¿qué pasa si se da un premio a un libro y ninguna librería puede venderlo?

Los premios sirven para ensalzar lo bueno del libro y mejorar las ventas. Le estás dando una segunda vida, ¿pero si sólo lo mueve Amazon?”, argumenta Pons.

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LA BATALLA POR LOS LIBROS DIGITALES Y EN PAPEL

Desde hace años las librerías ya venden libros digitales y en papel de forma online. Pero si antes la batalla se encontraba en la venta de libros, muchos de ellos ya ven las orejas al lobo de Amazon en su papel como editor.

Recientemente, otro caso ha levantado las suspicacias en el gremio. Los derechos de edición de la novela de Dolores Redondo, “Todo esto te daré”, que obtuvo el premio Planeta en 2016, fueron vendidos a Amazon Publishing en Reino Unido, por lo que desde el pasado mes de septiembre este es el único canal que vende el libro.

“Es un movimiento que está empezando, pero imaginemos que por ejemplo los derechos de un autor como Stephen King se vendieran a Amazon como editor y su obra sólo se vendiera a través de este operador”, resume Pons.

Las librerías no se sienten preocupadas. Consideran que si un libro es bueno deberá poder premiarse, haya sido publicado en la plataforma que sea. Pero sí señalan que: “no nos gusta que se mire a corto plazo. Cuando dentro de unos años se hayan perdido una serie de librerías, que no nos vengan a buscar”, resalta Pons.




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