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El mensaje en la botella Tenkis

En el juego llamado “vida” a veces es necesario pedir “tenkis” para poder seguir adelante, sin rendirteEl mensaje en la botella Tenkis

Veía hace días en internet una pequeña caricatura con dos imágenes. Una decía “Recreo en 1970” y la otra decía “Recreo hoy”. En la primera se veía un patio escolar con niños corriendo, saltando la cuerda, jugando a la pelota, etcétera.

En la segunda se ve el mismo patio escolar con igual cantidad de niños, pero todos sentados interactuando individualmente con sus tablets o celulares.

Seguramente la caricatura incluye cierta dosis de exageración, pero lo cierto es que en mi infancia, al no tener más, sólo nos quedaba buscar la diversión en juegos con actividad física. “La roña”, “el 18”, “los quemados” (“uno, dos, tres por mi y por todos mis amigos”), son algunos de los que recuerdo.

Y recuerdo también la palabra mágica asociada a todos esos juegos: “tenkis”.

Pedir tenkis era una medida de último recurso a la que uno recurría cuando necesitaba tiempo, ya fuera porque estabas agotado y necesitabas “agarrar aire” para poder seguir corriendo, para recuperarte porque te dolía algo o por algún otro motivo desesperado.

Decías “tenkis, tenkis” y ganabas un tiempo valioso para después seguir con el juego en mejores condiciones físicas (y anímicas) y te evitaba tener que rendirte o abandonar el juego. Jugar sin derecho a tenkis era casi, casi como practicar un deporte extremo.

EN LA VIDA ES IGUAL

En este juego llamado “vida” (ciertamente a veces agotador), pide tenkis cuando sientas que lo necesitas, pero no te rindas, ni abandones. Haz lo que decía Rudyard Kipling en su famoso poema “No desistas”: “cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir / cuando sólo en tu camino haya cuestas que subir / cuando tengas poco haber, pero mucho que pagar / y precises sonreír, aún teniendo ganas de llorar / cuando ya el dolor te agobie y no puedas más seguir / descansar acaso debas, pero nunca desistir”.

Veo a veces en el Facebook publicaciones que son una verdadera expresión de agotamiento, de cansancio espiritual. Cuando puedo, trato de dar alguna palabra de aliento, aunque se que hay ciertas batallas que uno tiene que luchar solo y que son necesarias para nuestro crecimiento personal.

Los fisicoculturistas tienen una frase que dice: “no pain, no gain” (“sin dolor, no hay progreso”). Ellos lo aplican en el sentido de que si al hacer el ejercicio el músculo no te duele, ese músculo no se está fortaleciendo. En la vida es igual. Tenemos que pasar a veces por experiencias difíciles, de esas que duelen en el alma, para poder progresar como seres humanos.

LA FORMA ES LO DE MENOS

Por eso es bueno a veces pedir tenkis para recargar la pila y poder seguir adelante librando nuestras propias batallas hasta que el buen Dios considere que hemos aprendido la lección que quería enseñarnos.

Cada uno podemos pedir tenkis de diferente manera. A algunos les funcionará el salir a caminar para despejar la mente o irse a ver una película. Otros lo lograrán escuchando música, o leyendo, o saliendo a ver un atardecer. La forma es lo de menos, lo importante es recibir el oxígeno, la energía que necesitamos en ese momento de extremo agotamiento.

Y si todo lo demás falla, hay algo que no lo hará: recurrir al creador de todo. Él es el creador del oxígeno, de la fuerza y de la energía.

En una reunión social, un elocuente orador se levantó y con elegancia recitó el Salmo 23, ese que dice: “Jehová es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar”. Al terminar, toda la gente le aplaudió entusiasmada. Cuando los aplausos se calmaron, una ancianita se adelantó entre la gente y con una voz tierna y dulce, temblorosa ya por los años, repitió el mismo salmo. Cuando terminó, nadie aplaudió. Todos estaban conmovidos, con sus ojos llenos de lágrimas y guardaban un silencio reverente. Cuando le preguntaron al orador qué había ocurrido, respondió: “yo conozco el salmo, ella conoce al pastor”.

El conocer al pastor y buscar una relación personal con él, te ayudará a encontrar esas praderas de delicados pastos donde podrás descansar en medio de los oscuros valles que a veces tendrás que cruzar.

Dios escuchará tu “tenkis, tenkis” (se por experiencia propia que lo hace) y te dará el oxígeno y la fuerza que necesitas para poder seguir corriendo hasta que él determine que el juego ha terminado.





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