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El maltrato a las mujeres del rock en los noventa: los locos eran ellos

La crítica las convirtió en una falla del sistema cultural por su discurso contra el ‘establishment’ aunque vendieran millones de discos

Hay dos ideas muy presentes cuando se recuerda la música de los noventa. La primera es que fue una década floja, según repite una parte de la crítica musical. La segunda tiene que ver con la aportación de las mujeres a esa supuesta mala cosecha. Sus trabajos quedaron relegados a la hoguera del olvido. No solo hacían discos “nefastos”, es que además estaban “locas”. Esos son los adjetivos que usó la prensa especializada de la época, representada en su mayoría por hombres blancos de clase media. Sus trabajos vendieron millones de copias, llenaron estadios y sonaron hasta rallarse en los walkman, discman y minicadenas de las mujeres que nunca encontraron sus propios referentes ni en Kurt Cobain ni en la batalla testosterónica entre Oasis y Blur.

Las artistas Alanis Morissette, Fiona Apple y Lauryn hill, en la década de los noventa.El maltrato a las mujeres del rock en los noventa: los locos eran ellos

Morissette tuvo poco margen para disfrutar de la fama. No solo recibió las críticas demasiado rápido, sino que como le contó a Oprah Winfrey en 2014, sufrió estrés postraumático tras la salida del disco. Durante dos años no logró sonreír y además recayó en sus problemas de alimentación después de que un ejecutivo de su discográfica le dijera que estaba engordando. Meredith Brooks se vio arrastrada por este fenómeno: en un momento dado la prensa atribuyó su single Bitch (donde se definía como una zorra) a Morissette como parte de ese fallido disco que contribuyó a enterrar la década de los noventa.

A principios de la década siguiente, en 2002, a Lauryn Hill la condenaron por Unplugged 2.0. Tras años de recibir el beneplácito de la industria y la prensa por discos como The Miseducation y su trabajo con The Fugees, la cantante publicó una obra donde criticaba al sistema capitalista, consumista y patriarcal en temas como I Find It Hard to Say (Rebel). No solo lo plasmó en sus letras, subió su hartazgo a los escenarios donde aparecía vestida de colores y con un maquillaje extravagante para gritar: “Haced peligrar el consumismo, rebelaos…”. Como recordaban Isabel Calderón y Lucía Lijtmaer en su podcast Deforme Semanal Ideal Total, no lo hacía para entretener, sino para “abrir los ojos, con la idea de subvertir”.

Su propósito se topó con el calificativo manido y ramplón que persigue a las mujeres: “Loca”. Su expareja y compañero en The Fugees, Wycleff Jean, ya había dejado por escrito en la revista Rolling Stone que necesitaba ayuda psiquiátrica. Imagen que se reforzó cuando ella criticó la pedofilia en la Iglesia católica.



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