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El futuro les pertenece a ellas

De Rosalía a Janelle Monáe, de Mary Halvorson a Cardi B

Pop-rock internacional

Low. “Double negative” (Sub Pop Records).El futuro les pertenece a ellas

Por Xavi Sancho

The Washington Post publicaba el 22 de enero de 2017 un artículo titulado “La muerte de la guitarra eléctrica”, partiendo de la bancarrota de uno de los mayores fabricantes de estos instrumentos, Gibson. El 22 de mayo de este 2018, la edición estadounidense de Rolling Stone sacaba una pieza titulada “Las guitarras son cada vez más populares, ¿por qué pensamos que están muriendo?”. Su tesis era que la quiebra de Gibson era algo de lo que eran responsables solo los gestores de la casa, que no era una tendencia global. Unos meses más tarde, un estudio del otro gran fabricante de estos instrumentos, sobre los que se ha sustentado el auge del rock, Fender, arrojaba unos resultados inesperados: tanto en EE UU como en Reino Unido, la mitad de quienes adquirían guitarras eléctricas eran mujeres. Un breve vistazo a lo más destacado en el terreno del rock, del indie guitarrero o incluso del folk de este año confirmaba que las guitarras serán salvadas por las mujeres. Desde la suavidad y la perfección pop de Mitski hasta el feminismo indie de Camp Cope, pasando por la delicadeza y la orfebrería folk de Boygenius, la personalidad apabullante de Courtney Barnett o la sorprendente madurez compositiva de promesas como Snail Mail o Soccer Mommy. Dejar las guitarras en manos de las féminas ha sido una de las mejores cosas que le han pasado a 2018. Ha sido también este un año en el que, por fin, el sexo ha dejado definitivamente paso al género. Incluso iconos de la seducción y la procacidad como Miley Cyrus —y en menor medida (tanto física como metafísicamente) Ariana Grande— se han pasado al activismo de cuello alto. Lo no binario ha dado un paso adelante para colocarse en el epicentro del discurso pop gracias a artistas como la francesa Christine and the Queens, al norteamericano Ezra Furman o a la rapera CupcakKe, activista a favor de los derechos LGTB y uno de los pocos artistas hip-hop que han mantenido cierta vocación radical, en un año en el que se ha echado de menos a mentes politizadas y lúcidas como las de Run the Jewels o Kendrick Lamar. Nipsey Hussle ha escrito sobre bandas y las desventuras del emprendedor; Vince Staples y YG, solo sobre bandas. Pusha T ha despachado un álbum maravilloso sobre cocaína, su consumo y su tráfico, y sobre odiar a Drake. Drake ha hecho mantequilla. Kanye West se ha hecho papilla. Así pues, la crónica social ha quedado en manos de gente como Idles, quienes desde Reino Unido lideran el resurgir de un nuevo punk; Young Fathers, que ya no son un combo de hip-hop, sino un ente pop activista de primer orden, o Parquet Courts, que volvieron más politizados que nunca para confirmar que son la banda más consistente de la década.

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Pop-rock nacional

El fenómeno Rosalía

Por Blanca Lacasa

El recién anunciado cartel del Primavera Sound sirve como perfecto resumen del año. Por un lado se ha hecho realidad eso de que the future is female. Así lo atestigua el huracán Rosalía encabezando un festival, por fin y por primera vez, paritario. Y por otro lado, la constatación definitiva de que el trap, el dancehall, el reguetón y demás ritmos urbanos han barrido ¿para siempre jamás? al indie. La culpa es de la solvencia de nombres como La Zowi, Bad Gyal, C. Tangana o Yung Beef. Pero si Rosalía ha tenido que sobreponerse a toda una legión de haters incapaces de entender que lo suyo era un milagro (milagro que la ha llevado hasta los Grammys en una noche en la que reinó Jorge Drexler con tres premios), no olvidemos que Amaia Romero, responsable de convencer a media España de que OT podía estar bien, ya hizo lo propio en su momento. Fue en el último Primavera, enfrentándose a hordas de indies en shock por estar viendo a una estrella de la tele codeándose con Nick Cave y demás monstruos sagrados. ¿El fin de las fronteras? Ojalá. También 2018 será recordado como el año en el que TVE incluyó un programa de música cuyo formato no era el de un concurso y cuyo horario no era el de los búhos. El invento se llama La hora musa y lo presenta Maika Makovski. Este año también supuso el Premio Nacional de las Músicas Actuales para Christina Rosenvinge. Imposible terminar sin reseñar el regreso de Julio Iglesias. El rey del meme ha conseguido más atención mediática que, por ejemplo, el dignísimo tour de despedida de Rosendo. Pero, aunque para algunos (cada vez menos) la vida siga (casi) igual, el futuro es ahora.

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Hip-hop, R&B y electrónica

Apasionante, vital y enérgico

Por David Broc

Si ya el año pasado las mujeres tuvieron un protagonismo destacado en la cosecha hiphop, R&B y electrónica, en 2018 su importancia y presencia han sido aún más significativas. Desde debutantes con carisma —Cardi B, Tirzah, Kali Uchis o SOPHIE— hasta estrellas reinventadas o renacidas —como Ariana Grande, Beyoncé, Mariah Carey o Neneh Cherry—, desde regresos inmaculados —los de Robyn o Noname— hasta figuras en su mejor momento —como Janelle Monáe—, el balance no puede ser más apasionante, vital y enérgico. Mandaron ellas de inicio a fin, y tan solo Drake y su multiventas Scorpion, Travis Scott, Lil Wayne o The Weeknd han plantado cara en las alturas. Y todo ello en un año especialmente frenético y productivo para el hip-hop y el R&B en sus múltiples facetas y escenas: Jay Rock, 6lack, Kendrick Lamar y su BSO de Black Panther, Blood Orange, Brockhampton, serpentwithfeet, Pusha T, Playboi Carti, Earl Sweatshirt, Sheck Wes o sellos como Griselda Records, entre otros de una lista imposible de reproducir, han sido protagonistas destacados de una temporada que una vez más tiene que lamentar desapariciones prematuras. Las muertes de Mac Miller o XXXTentacion vuelven a señalar el componente trágico del género. Por último, la escena electrónica también ha regalado momentos que es de justicia resaltar: los nuevos discos de Rival Consoles, Objekt, DJ Koze, Shinichi Atobe o Jon Hopkins han peleado por hacerse con la segunda y tercera plaza de un podio dominado por Yves Tumor y su memorable Safe in the Hands of Love.

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Janelle Monáe. “Dirty computer” (Atlantic).

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Música del mundo

La taxonomía imprecisa

Por Javier Losilla

Se complica el asunto. En ausencia de mejor taxonomía, se convino en llamar músicas del mundo a ese cajón de sastre en el que cabe desde el canto de las ballenas hasta el kuduro angoleño. Pero ha llegado el momento de repensar esa clasificación que tan bien funcionó comercialmente en los últimos 20 años del siglo XX. Hoy, ni los festivales sirven para delimitar terrenos, pues convocatorias conceptualmente distintas intercambian artistas como cromos. Asúmase, mientras el panorama se aclara, el epígrafe músicas del mundo como animal de compañía y hagamos recuento. Anotemos el brutal descenso de la edición en España de los discos de la categoría y la vitalidad sonora africana encabezada por ese hechicero del siglo XXI llamado Baloji. Suenan con brío, además, Fally Ipupa (¿el nuevo Papa Wemba?), los revulsivos Kokoko, BCUC y Batuk, y las vibrantes camerunesas Lornoar, Patricia Essong, Teety Tezano y Adango Salicia Zulu. En Latinoamérica siguen marcando estilo sonoro revitalizadoras del folclore como Mon Laferte, Sofía Viola y Natalia Lafourcade, además de la cumbia psicodélica de Sonido Gallo Negro. Por cierto: el reggae, declarado patrimonio inmaterial de la humanidad, tiene en el marfileño Alpha Blondy uno de sus cultivadores más ilustres y guerreros. Desde Europa (Reino Unido) atacan Sons Of Kemet (sus conciertos, como los de esos chatarreros de ritmo y furia llamados Kokoko, son explosivos), faraones del afrokunk, y desde Oriente Próximo, 47Soul. Y cerrando, el obligado y resumido obituario: Rachid Taha, Geoffrey Oryema, Kasse Mady Diabaté y Hugh Masekela.

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Idles. “Joy as an act of resistance” (Partisan).

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Clásica

Porvenir y pasado reciente

Por Luis Gago

Dos de las mayores alegrías del año que termina las ha deparado el mundo de la ópera: tras una larguísima espera, György Kurtág ha desvelado por fin su devastadora Fin de partie, basada en la obra teatral homónima de Samuel Beckett y estrenada con gran éxito el 15 de noviembre en Milán. Seis meses antes, en la Royal Opera House de Londres, George Benjamin confirmó que Written on Skin tiene ya una digna heredera en Lessons in Love and Violence, también con libreto de Martin Crimp. El británico es esta temporada el compositor residente de la Filarmónica de Berlín, lo que ratifica su posición como una de las voces de referencia en la creación contemporánea actual. Más dado por naturaleza a mirar al pasado que al presente, el ámbito musical clásico ha rendido incontables homenajes a Claude Debussy en el centenario de su muerte. Las mejores iniciativas llevan la firma del sello francés Harmonia Mundi: François-Xavier Roth y su orquesta Les Siècles, el pianista Javier Perianes, el barítono Stéphane Degout y una pléyade de instrumentistas de primerísima fila (en el disco con las tres últimas sonatas, el testamento musical de Debussy) protagonizan interpretaciones extraordinarias y, en muchos casos, reveladoras. Y el otro gran nombre de 2018 ha sido el pianista, director de orquesta y compositor Leonard Bernstein, un agitador nacido hace un siglo que sigue sin contar con un sucesor.

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Reediciones

Los rincones oscuros

Por Diego A. Manrique

No acepten la milonga de que toda la música grabada durante el siglo XX ya está disponible en Internet. Ni mucho menos. Aparte, no basta con digitalizar añejos vinilos: se necesita información, fotos, contexto. Hasta hace poco, las grandes compañías eran expertas en esas funciones. Ya no: hoy carecen de curiosidad musical. Su obsesión es el volumen. Literal: cajas abultadas donde quepan libros, carteles, camisetas.

And Justice for All, de Metallica, que en 1988 era un CD sencillo, ahora incorpora maquetas, mezclas diversas, directos en una deluxe edition, con 27 discos entre elepés, CD y DVD. Si uno busca territorios insólitos, debe recurrir a esos aficionados que se empeñan en misiones imposibles. Como Miguel Menéndez, emigrado reciente a Bélgica que encontró rastros de anteriores oleadas de españoles: infinidad de singles y EP de rumba, canción andaluza y pop. ¿Resultado? Un estuche con tres CD (72 canciones) y un libro de 64 páginas que reproduce portadas, recortes, fotos. El tipo de lanzamiento que ganaba premios nacionales. En varios de los discos seleccionados encontramos similares conexiones personales. La colección de Ivor Raymonde es un empeño de su hijo Simon, de Cocteau Twins, que lo saca en su sello. El master de Humitat relativa, de Remigi Palmero, andaba perdido desde 1979, hasta que su mánager se empeñó en recuperarlo. Parafraseando a Clemenceau, el legado musical es algo demasiado serio para dejarlo en manos de los disqueros.

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Jazz

El año de una guitarrista

Por Yahvé M. de la Cavada

Roy Hargrove se murió con 49 años, y pareció que con él se iba también la inocencia de aquella última generación de músicos de jazz jóvenes por los que las grandes discográficas apostaron a primeros de los noventa. Se sintió incluso más que las muertes de Cecil Taylor, Tomasz Stanko, Jerry Gonzalez o Randy Weston, todos ellos gigantes de su tiempo, porque Hargrove era, a su manera, un gigante del nuestro. Y no está el jazz, tal vez, en su mejor momento; pasan cosas, hay mucha actividad y música excelente, pero quizá ha faltado este año un motor que empuje con más fuerza el género, más de lo que lo ha hecho el hito discográfico de 2018: la aparición de una inédita sesión de estudio de John Coltrane. Por encima de cualquiera, este año ha sido de Mary Halvorson, que ha publicado media docena de álbumes excelentes, mientras que el genial Tyshawn Sorey ha conseguido con su monumental Pillars que ocurra con él como con Anthony Braxton: ya no se le puede valorar bajo el mismo prisma que a otros jazzistas, porque es casi un género aparte. Braxton, por cierto, ha protagonizado algunas de las reediciones más importantes del año, con la versión expandida de su sexteto de 1993 tocando a Charlie Parker o su apabullante Quartet (Willisau) 1991. Y hay más, siempre lo hay en jazz: nombres como Kaja Draksler, Julian Lage, Alexander Hawkins, Sylvie Courvoisier, Albert Cirera, Peter Evans, Rodrigo Amado o Makaya McCraven, por ejemplo, todos ellos de diversa procedencia, han hecho que la música improvisada brille en 2018 como en años menos anémicos.

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Experimental

Un curso excepcional

Por Álex Sánchez

Este ha sido un año excepcional para las músicas libres. Destacan las ediciones en el apartado de composición contemporánea / arte sonoro, con trabajos de Sarah Davachi, Sarah Hennies, Anne Guthrie, Lea Bertucci, Catherine Lamb, Simone Forti, Félicia Atkinson con Jefre Cantu-Ledesma, Eli Keszler o Carl Stone. En reediciones y proyectos de archivo hay que mencionar la obra electrónica completa de Éliane Radigue (14 CD), la épica puesta al día del mítico The Well-Tuned Piano de La Monte Young y Mariam Zazeela (5 DVD + libro), la reedición del fantástico Rrose Sélavy de Juan Hidalgo, y la rúbrica para la nueva impresión del libro Broken Music (original de 1989), de Ursula Block y Michael Glasmeier. Los nuevos lenguajes del folk tienen en los trabajos de Daniel Bachman, Mary Lattimore, Meg Baird, Gwenifer Raymond, Sarah Louise, Bridget Hayden o Wendy Eisenberg algunos de sus puntales en un año en el que también destacó el disco de Bill Orcutt y Chris Corsano. Los dos álbumes en directo inéditos de Ustad Zia Mohiuddin Dagar forman parte de los imperdibles en las músicas del mundo, como el nuevo trabajo del dúo javanés Senyawa o el fantástico libro con cuatro cedés de grabaciones de campo Paris to Calcutta del musicólogo Deben Bhattacharya en edición de Robert Millis. Heather Leigh, Low, Grouper y Josephine Foster han publicado excelentes discos de pop experimental. Y RRUCCULLA, Niño de Elche o Jordina Millà se encuentran entre lo más destacado de la producción nacional.

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Mitski. “Be the cowboy” (Dead Oceans).

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Flamenco

El tirón de las seis cuerdas

Por Fermín Lobatón

Conocido es el tirón de la guitarra, clave en la evolución de la música flamenca. En el ejercicio que concluye, su pujanza ha procurado grabaciones que muestran su brillantez creativa. Tal es el caso de la que marca el regreso de Cañizares al género; también la de José Antonio Rodríguez, un concierto con orquesta, o la nueva entrega de Óscar Herrero, los tres representantes de la generación que lidera el instrumento. Sorprende, en oposición, que uno de los más relevantes de la nueva, Dani de Morón, haya dedicado su tercer disco a “tirar” del cante reuniendo, cual Perico el del Lunar, un selecto grupo de voces para formalizar una suerte de antología, tan actual como el propio toque que la acompaña. Más allá de esas voces, el cante ha dado una fértil cosecha de producciones que testifican una insospechada variedad expresiva: la vitalidad de artistas jóvenes como Israel Fernández, Francisco Escudero El Perrete, David Carpio, Ezequiel Benítez o Miguel Lavi, que refrescan los viejos estilos, junto a los trabajos de consagrados —José Mercé con Tomatito o Vicente Soto— y la defensa de las formas más atávicas, empeño en el que destaca la utrerana Mari Peña. La búsqueda de nuevos formatos encuentra protagonistas en Arcángel, al lado de las Nuevas Voces Búlgaras; Rosario La Tremendita, que entregó un disco sin guitarra, acompañada de una gran banda, y Rocío Márquez, asociada al violagambista Fahmi Alqhai, para recrear formas flamencas y populares en una grabación de extraña belleza. 

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Rolling Blackouts Coastal Fever. “Hope downs” (Sub Pop Records).



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